Se citaban en Montjuic, la montaña mágica de los Juegos Olímpicos y casa del primer equipo masculino blaugrana hasta el final de las obras del Camp Nou, casi 40.000 espectadores para ver a la más exitosa de sus secciones futbolísticas en los últimos años, el primer equipo femenino. Eso presagiaba que algo importante se preparaba allí.
Era una nueva edición del Clásico, tras el mal recuerdo para los locales del masculino. Aunque la versión femenina no sea tan clásica, por la tardanza del Real Madrid en subirse a este tren, la rivalidad entre aficiones no entiende de secciones. Por eso los culés (y, por supuesto, algunos madridistas) no desaprovechaban la ocasión para subir a la montaña en una soleada mañana otoñal barcelonesa, con ese temblorcito de piernas típico de los partidos que valen más que tres puntos.
Se esperaba que este Real Madrid de Champions, en su cuarta temporada de existencia, plantara algo más de cara al Barça en la disputa de los títulos. Por ello, este primer enfrentamiento entre ambos clubes en el presente curso, levantaba expectación. Más aun tras caer lesionada entre semana nada menos que Alexia Putellas, que fue duda hasta que poco antes del arranque se confirmó que no estaría presente ni tan siquiera en el banquillo.
Se sumaba a otras dos ilustres lesionadas del cuadro local. Irene Paredes sigue sin estar disponible, pero la baja más duradera es la de Fridolina Rolfo. La estrella sueca tuvo que ser intervenida del menisco tras el Mundial y su regreso aun se ve lejano. Pero lo que hubiera supuesto un golpe durísimo para cualquier otra plantilla, no fue problema para Jonatan Giráldez, que a pesar de las ausencias pudo disponer un once de altísima categoría. También el Real Madrid tiene una lesionada importante de larga duración. La rotura de un ligamento de la rodilla de la escocesa Caroline Weir, probablemente deje durante toda la temporada al Real Madrid sin la clave de bóveda de su juego ofensivo. A pesar de ello, las de Toril cuentan con armas ofensivas espectaculares, pero Weir era la chispa definitiva para que carburara el motor del equipo.
El arranque del partido dio la impresión de ser igualado. Sin oportunidades en los primerísimos minutos, el Barça buscaba hacerse con el dominio del balón, mientras el Real Madrid buscaba un fútbol más vertical. Toletti y Abelleira para la contención y el primer pase. La progresión, para Olga Carmona por la izquierda, para que conectara con las tres medias puntas, Athenea del Castillo, Caicedo y Hayley Raso, con Signe Bruun para ocupar el área. Parecía que la sevillana, autora del gol de la final del Mundial, encontraba huecos por donde colarse.
Hasta que el Barça puso en marcha aquel ritmillo. Como el título del cortometraje dirigido por Javier Fesser (director de «El Milagro de P. Tinto», «Campeones» o la nunca bien ponderada «Mortadelo y Filemón Contra Jimmy el Cachondo»). «Aquel Ritmillo» era la forma en la que el protagonista, al bailotear, conseguía engatusar a quién le veía, y le servía para solucionar alguna situación desagradable. De la misma manera, este Barça, con el ritmo que impone al desplazamiento del balón, hipnotiza a sus rivales, que se cansan de perseguir sombras, hasta que, cuando encuentran el balón, resulta que éste descansa en el fondo de su portería.
Con Engen (ante la baja de Paredes) y León como centrales, ayudando a sacar el balón a Walsh, que barre y da sentido a todo lo que pasa por las inmediaciones de la zona de mediocentro. Ona Batlle como puñal por la derecha, Bronze más pendiente de ayudar atrás gracias a su potencia, fueron las laterales. Desde ahí hacia arriba, el más puro estilo de la filosofía Barça. Una organizadora con llegada como Patri Guijarro. Pura magia para el pase y el manejo de balón en espacios cortos con la Balón de Oro, Aitana Bonmatí. Abierta a la derecha con ese puesto de extrema desbordante que ensancha y estira el fútbol de posesión blaugrana, Graham – Hansen. Entre la banda izquierda y el falso nueve se reparten con fluidez para perderse de la vigilancia de las defensas Salma Paralluelo y Mariona Caldentey.
Los constantes cambios de posición, el asalto a la ruptura de las líneas defensivas, la capacidad para encarar y, sobre todo, la velocidad a la que se mueve el balón, convierten a este Barça en un equipo casi indetectable. Muy difícil incluso de perseguir.
De esa manera, al cuarto de hora, las locales descubrieron que las alegrías de Olga Carmona se podían contrarrestar poniéndola en problemas a la hora de defender. Hansen descubrió el hueco, rompió a media defensa blanca y encontró a Aitana Bonmatí en la parte derecha de la media luna del área. Desde ahí, pase con la izquierda a la red, con suavidad, al palo largo, haciendo insuficiente la estirada de Misa, para hacer el 1-0.
Desde ese momento, la danza tenaz y malintencionada de este Barça femenino con balón se apoderó sin problemas del partido. Y fueron llegando los goles que dejarían el partido sentenciado ya en el descanso. Aunque tardaron más de lo merecido, sobre todo para Caroline Graham – Hansen, que estuvo imparable todo el partido, sobre todo en la primera parte. Incluyendo un jugadón con balón al palo. También la estrelló en el larguero Paralluelo en el 43, alcanzando el rechace a la propia Hansen que en el área pequeña anotaba el 2-0.
El festival del primer tiempo se cerró en el descuento. A la salida de un córner con varios rechaces, el balón le llegó a Caldentey en el segundo palo para cruzarlo casi a la escuadra contraria. Un 3-0 que mandaba a descansar un partido ya decidido.
El segundo tiempo fue más tranquilo, aunque nada más arrancar el Barça avisó con un pase en profundidad a Salma, que rompió desde la izquierda hacia el centro para plantarse ante Misa. La portera madridista, de las más destacadas de su equipo, salvó con el pie la goleada. Un aviso que venía a querer decir que el Barça no iba a dejar que el Real Madrid se le subiera a las barbas, a pesar de los tres cambios de Toril en el descanso.
De hecho, Cata Coll no estrenaba prácticamente los guantes en todo el partido. Para mala suerte del fútbol en general y del Real Madrid en particular, la única vez que se acercaban los blancos a Cata Coll, un choque entre la cancerbera y Linda Caicedo terminaba con la recientemente nombrada Golden Girl con el tobillo dañado. Aunque aun no se conoce la gravedad, los gestos de dolor de la joven colombiana presagian problemas para Toril.
Con las barcelonistas ya dando descanso a sus principales piezas, llegaba la traca final. Ya metidos en el descuento, Aitana Bonmatí realizaba un slalom propio de una Balón de Oro para sentar a Ivana Andrés y ceder a Claudia Pina en la frontal del área pequeña. Allí, ponía de tacón al primer toque ponía el toque de distinción para un 4-0 que parecía el cierre de la fiesta. Pero aún quedaba más, porque en el 93, Vicky López aprovechaba el desespero de la retaguardia visitante para colarse entre las centrales y cazar el balón en profundidad para marcar ante la salida de Misa Rodríguez. El 5-0 final para que la anotadora batiera, con 17 años y tres meses, el récord de precocidad de un goleador en un Clásico, ya sea masculino o femenino.
Una goleada que deja la ventaja del Barça en seis puntos sobre un Real Madrid que sigue segundo, aunque con el Levante empatado y con el Atlético y el Madrid CFF (que jugaron también ayer con triunfo colchonero) a dos y tres puntos respectivamente. Da la sensación de que este año tampoco vamos a encontrar un rival que mantenga el ritmo del FC Barcelona. Incluso parece que el Real Madrid tendrá que estar más pendiente de aguantar el puesto que le asegure participar en la próxima Champions que de ganar el título. Podría ser duro un nuevo año sin títulos y sucumbiendo frente al Barça para los de Florentino, que entraron en el fútbol femenino con una tardanza que denota poca convicción y que, seguramente, en su cuarto año esperaban unos resultados más acordes con la tradición del club.
Para el beneficio del Barsa y perjuicio de la Competición este año seguirá igual,una superioridad insultante de la sección femenina de los culés que verán desde las alturas la lucha de los demás clubes por las migajas que quedan.
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