Confieso que siendo jurista y culé me cuesta mucho tomar partida en el conflicto que mantienen Ousmane Dembélé y el FC Barcelona. Por una lado está lo sagrado de los contratos y por otra el amor a unos colores.
Dembélé es un jugador de capítulos cuando menos llamativos. El primero cuando jugaba en Francia forzando su salida del Rennes para recalar en el Borussia de Dortmund. El segundo cuando se declaró en rebeldía para abandonar el equipo alemán y llegar al Camp Nou. Con estos antecedentes, poco puede sorprender lo que estamos viviendo.
Las lesiones, sus despistes continuos y los rumores (quizás muchos infundados) han hecho el resto para crear una imagen de jugador indolente con chispazos del genio que probablemente es pero que apenas se vislumbra.
En el otro lado tenemos al Barcelona, con una estrategia que le puede salir cara. Cuesta entender que un club profesional del más alto nivel, donde los abogados en nómina no deben escasear al igual que sus salarios, se permite el lujo de, en palabras de su Director de fútbol Mateu Alemany y de su entrenador, cantar a los cuatro vientos lo que no deja de ser un chantaje. En cubierto pero a fin de cuentas chantaje.

Llama la atención que mientras en el famoso verano en el que Messi quiso rescindir su contrato, Bartomeu defendió los intereses del club aferrándose a lo firmado. Hoy con Dembelé el contrato parece pasar a un segundo plano.
Es verdad que Dembélé parece un chico mal asesorado ya que si su deseo es quedarse en el club debería dar instrucciones a su representante de hacer todo lo posible para que esto sucediera. Sin embargo, está el problema del nuevo mal al que se enfrentan los equipos hoy día, los cuales ven como sus jugadores se niegan a renovar para cobrar comisiones astronómicas en otro lugar.
En definitiva, esto es algo con lo que no solo el Barcelona sino todo el mundo del fútbol tendrá que lidiar, aunque parece que la opción de amenazar con no jugar no es la solución más brillante.
La solución a estos problemas se antoja complicada.Si se aparta al jugador, aparte de que hay que hacerlo con habilidad para evitar demandas legales por parte del interesado, hay que valorar quien puede perder más el club o el jugador,pues su devaluación a medio plazo es un factor a valorar, y si se cuenta con él a pesar de su chantaje aparte de un rendimiento al menos dudoso,también podría desestabilizar al vestuario .En fin situación complicada que hay que analizar con cabeza y reflexión, y donde la relación con el jugador y el perfil de este deben jugar un papel importante.
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