El último campeonato del mundo que había conquistado Brasil fue en 1970, con un equipo inolvidable que dejó grandes momentos del famoso “jogo bonito” que siempre caracterizó a los cariocas. Aquella selección estaba liderada por Edson Arantes do Nascimento, un Pelé que estaba entonces en la cima del mundo.
Doce años más tarde, otro equipo de ensueño llegó a los campos de España para intentar conquistar la que hubiera sido la cuarta corona mundialista para Brasil. Valdir Peres, Leandro, Oscar, Luisinho, Junior. Cerezo, Falcao, Sócrates, Zico. Serginho y Eder consiguieron que infinidad de aficionados se enfundasen virtualmente la camiseta amarilla, independientemente del país de origen de cada uno. Sin embargo, todo acabó una tarde gracias al acierto de un inconmensurable Paolo Rossi. Aquella fue la oportunidad más clara que tuvo Zico para haberse proclamado campeón del mundo.
La mayor estrella brasileña de los años 80 cargó, durante toda su carrera, con el sobrenombre del “Pelé blanco”. A pesar de ser centrocampista, marcó más de 500 goles y se convirtió en leyenda de un club mítico como el Flamengo.
A nivel de selecciones, Zico también posee un bagaje destacado en cuanto a goles marcados, ya que anotó 48 dianas en 71 partidos.
Tres veces nombrado futbolista del año en Sudamérica y una (1983) mejor jugador del mundo. En la votación al Jugador del Siglo de la F.I.F.A., acabó en una meritoria octava posición. Destacaba por su notable técnica y potente disparo, lo que le llevó a convertirse en un verdadero especialista en los lanzamientos de falta.
Hasta los 30 años, el reconocido como sucesor de Pelé, jugó en su país natal, consiguiendo varios títulos, tanto de equipo como individuales. Era pretendido por varios equipos italianos, sobre todo, por Juventus e Inter de Milán, pero la sorpresa saltó cuando fue contratado por el modesto Udinese.

En su primera temporada en Italia, Zico solo marcó un gol menos que el máximo artillero de ese año, Michel Platini, a pesar de haber jugado varios partidos menos. El Udinese completaba una gran temporada hasta que su estrella se lesionó, aunque, al final, el equipo quedó en una digna novena posición.
Su segunda temporada también estuvo marcada por las lesiones, que, sin embargo, no impidieron que su recuerdo quedase para siempre en la región del Friul. Incluso se le otorgó el insigne título de Ciudadano de Honor de Udine.
Volvió de nuevo al Flamengo y pudo disputar el Mundial 86, pero ya bastante mermado por otra grave lesión.
Ya retirado, con 42 años, integró la selección brasileña de fútbol playa que disputó la primera Copa Mundial de la especialidad, donde Brasil ganó el campeonato y Zico se coronó como máximo goleador (empatado con otro ilustre, como Altobelli) y MVP del torneo.
Lo que sí tengo claro es que, desde la retirada de “O Rey”, ningún jugador ha dotado de magia al dorsal 10 de la casaca carioca como lo hizo Arthur Antunes Coimbra.
El Brasil de esa época estaba caracterizado por su capacidad para crear juego y que sus delanteros lo ejecutasen y convirtieran en goles,por entonces la defensa y el portero distaban de la impronta y el brillo del resto del equipo.
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