Cuando, tras la caída del FC Barcelona en la semifinal de la Supercopa de España, el despido de Ernesto Valverde se precipitó, arrancó una serie de catastróficas desdichas para el barcelonismo. Nunca sabremos por qué eligieron ese momento y no el mal final de la pasada temporada. El hecho es que, más allá de la dudosa imagen que dejó el club como institución tras ese despido, de la incapacidad para traer un delantero goleador en el mercado de invierno, alguna venta discutible y el desencuentro entre Abidal y Messi, las lesiones de Suárez y Dembélé han sido imponderables que complican el final de campaña de los culés. Y con este maremagnum se encontró Quique Setién al llegar.
El cántabro, que pasó de estar un 13 de enero con las vacas de su pueblo a estar el día 14 patroneando todo un trasatlántico futbolístico, no lo está teniendo fácil. Primero, porque nunca es fácil tomar un equipo con objetivos tan claros y complejos con la campaña empezada. Segundo, porque hacerse con los mandos cuando eres la quinta opción resta credibilidad. Es sabido que Setién llegó al Barça después de que el club contactara con exjugadores como Xavi, Koeman o Henry. Incluso, en una decisión sorprendente, se contactó con Pochettino, un entrenador que, por su pasado espanyolista, había indicado que preferiría irse a Argentina a criar vacas que entrenar al Barça. Todos los caminos iban o venían hacia el ganado vacuno, por lo que se ve.
Encontrar un entorno (palabra clásica del barcelonismo) bastante dividido entre los que ven injusta la salida de Valverde y los que te consideran el nuevo apostol del estilo es una presión grande. Enterarte mientras deshaces las maletas de que te has quedado sin uno de los mejores arietes del mundo por lesión larga, estar esperando en vano que te fichen uno nuevo y ver que quien esperas que se recupere también prolonga su baja, debe ser un contratiempo. Si esto le sumas tener que ser espectador de un incendio directiva – plantilla, no se si Setién habrá pensado volver con las vacas.
Lo cierto es que el veterano entrenador siempre fue algo controvertido. Un auténtico convencido de sus ideas, no ha tenido problemas en enfrentarse a aficiones, directivas o compañeros de banquillo para defender su estilo. Igual que tampoco ha tenido nunca reparos en identificar dicho estilo con Cruyff y el tipo de juego que gusta en el FC Barcelona.
En este sentido, Setién calmaba la sed de posesión de algunos barcelonistas. Sin estar de acuerdo con aquellos que piensan que todo lo que no sea jugar un fútbol rabiosamente combinativo no es fútbol, me parece legítimo que los culés defiendan sus esencias. De la misma forma que me parece estupendo que el Athletic comprometa sus resultados deportivos a su decisión de contar solo con jugadores vascos, entiendo que el barcelonismo se identifique con esa forma de jugar.

Cuando se habla de entrenadores que siguen la estela de Guardiola, siempre me da la impresión de que los hay más estrictos con el tipo de fútbol que proponía el de Santpedor en el Barça que él mismo. Probablemente Guardiola con la plantilla actual no sería tan rígido con sus principios. Valverde conocía el riesgo de encorsetarse. Partiendo de las esencias, el cacereño le había dado un toque diferente, más directo. Tal vez por ello, y claramente agravado por los petardazos de Roma y Liverpool, Valverde era visto con recelo por gran parte de la afición.
Entrando en terrenos más puramente futbolísticos, la llegada de Setién ha abierto la puerta a algunas probaturas en el dibujo táctico. Más allá de algunas particularidades que veremos más adelante, que suponen modificaciones en la colocación según la alineación o la fase del juego que se esté desarrollando, en alguno de los primeros partidos ha probado a jugar con 3-4-3 o 3-5-2. No obstante, parece que continuará con el más habitual 4-3-3 del Barça.
Pero, como decíamos, la situación en el campo depende en gran medida de la alineación utilizada. Hay laterales a los que deja claramente más bajos o les da más vuelo en ataque. Tampoco usa igual a todos los volantes. A unos los acerca más al mediocentro mientras otros se incrustan en la línea ofensiva como falsos nueves. Cambia también la movilidad de los tres puntas, que pueden aparecer un poco más atrás para enganchar con el centro del campo, pegarse a la banda o buscar diagonales para aparecer entre el central y el lateral.
En todo caso, basa su fútbol en la combinación, en mantener la posesión de balón. Tras unos primeros partidos en los que la aparición de un tercer hombre para progresar en las combinaciones no fluía, y el toque se hacía más pesado, en los últimos encuentros parece algo más vertical. Algo cambió tras la derrota en Mestalla. Se aprovecha la calidad individual para romper líneas con regates o pases, se busca algo más la progresión por bandas o los desmarques en el lado contrario de la jugada.
Concretaremos más si hablamos de las posibilidades que tiene para hacer la alineación. En portería forma Ter Stegen, un guardameta al que Setién no habrá tenido que convencer demasiado de la posibilidad de sacar la pelota jugada. El alemán es el rey de la sangre fría cuando se trata de tocar el balón dentro de su área.

En defensa, cuesta aun pensar quienes serían los centrales titulares. En principio Piqué parece intocable, y a su lado todo apuntaba a la presencia de Umtiti, más cómodo que Lenglet con el balón en los pies. Pero los constantes problemas físicos dan y darán muchas opciones al exsevillista de ser titular.
Para los laterales, la izquierda parece de Jordi Alba. Aunque Junior Firpo haya sido titular en el Villamarín (¿motivos sentimentales?), la banda zurda sigue despejada para el catalán. En la derecha, los primeros partidos fueron para Sergi Roberto. Sorprendía ver como apenas subía, mostrándose casi como un tercer central que aumentaba la fluidez y liberaba a Alba. No obstante, la opción de Semedo parece ahora más del gusto de Setién. La función del portugués resulta parecida a la de Alba, dando progresión y desborde por su banda.
El eje del centro del campo, que Valverde puso en duda en algún momento, ha vuelto a pies de Busquets. El canterano parece indiscutible, sobre todo dada la devoción que Setién le profesaba antes de llegar al Barça. A su lado, las opciones principales son cuatro: Rakitic, Arthur, De Jong y Vidal. Cuatro hombres para dos puestos.
En el caso de Rakitic y de Arthur, cada uno con sus características, suelen aparecer en posiciones cercanas a Busquets. Algo más adelantados que el catalán, en el caso del croata le ayuda más en la recuperación. En el del brasileño su función se centra más en el mantenimiento de la posesión del balón. Cuando forman De Jong o Vidal, su posición es más adelantada, casi de falsos nueves. Sorprende ver a ambos, aunque jueguen juntos, incrustados entre la línea de ataque, generando en ocasiones una delantera de cinco jugadores. Esta es claramente una forma de aprovechar sus virtudes.
En el caso del chileno, es obvio que su llegada brilla más cuando se sitúa cerca del área, más aun cuando falta un nueve claro. En el holandés estamos viendo una versión más parecida a la del Ajax. Al situarse cerca del área puede ser más decisivo e incisivo, capaz de colocar un buen pase o realizar un recorte que rompa espacios en las zagas rivales.
Además de ellos, pueden aparecer por allí Sergi Roberto, a quien de momento prefiere usar en defensa o en la línea de ataque, o Riqui Puig. El jovencísimo y menudo centrocampista parece una apuesta personal del técnico. Su entrada fue el primer cambio que realizó en un partido y, sin duda, es un jugador muy de su gusto, aunque algo inmaduro aun. En cualquier caso, forme quien forme el trío de la medular, se ha recuperado el gusto por el toque y, sobre todo, por la presión tras pérdida. Este es un aspecto clave a la hora de entender la fase defensiva blaugrana, independientemente de dónde partan los interiores.

Con la baja de Suárez y la ausencia de otros puntas natos, la línea de ataque es la que más quebraderos de cabeza le estarán provocando al santanderino. También la que va a exigirle mayores cotas de creatividad como entrenador para resolver la exigencia que tiene un equipo como el Barça a la hora de anotar goles.
El indiscutible Messi, que podría haber sido una opción como falso nueve, está ocupándose, según pasan los partidos, de venir cada vez más atrás para sacar al equipo del toque monótono. Según el rosarino retrasa su puesto en el campo, el juego de combinación del Barça va ganando en velocidad y perdiendo esa sensación de futilidad que tuvo en algún partido. El limpiaparabrisas, el tontitoque, el fútbol sin porterías… esas críticas de los detractores de Setién y de la sublimación del estilo combinativo, van desapareciendo cuando Messi agarra la pelota en tres cuartos de cancha.
Así las cosas, Messi sigue apareciendo en casi todas las acciones decisivas de los azulgrana. Incluso sirviendo los balones parados para buscar el remate de sus compañeros. Acciones estas últimas, por cierto, que parecen más trabajadas ahora que en anteriores épocas, variando entre balones colgados directos y corners en corto y generando peligro.
Eso sí, la necesidad de que Messi aparezca en la creación, le complica aparecer en el gol. Por ello aparecen De Jong o Vidal más cerca del área, aunque parezca raro ver a teóricos centrocampistas por delante de un delantero. Sin Dembélé, ni Carles Pérez, Ansu Fati ha ganado un papel más relevante. Su rol con Setién aparece más pegado a la banda, abriendo el campo, aunque esto pueda modificarse para dar más espacio a Jordi Alba.
Griezmann puede ser uno de los más beneficiados por la llegada de Setién. Es quien está ocupando espacios más parecidos a los de un nueve, pero sin necesidad de jugar de espaldas. Aparece desde una posición abierta, sin llegar a tocar habitualmente la cal, para ofrecerse en posiciones de finalización llegando a la jugada de cara y siendo difícil de detactar para la defensa. En principio, es la forma que mejor se adapta a sus características. Para ser ideal, le faltaría la presencia de un ariete más fijo que le «despistara» a los defensas.
En los últimos partidos, está apareciendo en esa zona Sergi Roberto, partiendo desde banda derecha, como apoyo para la combinación. El canterano asoma más a posiciones de volante derecho que de atacante.

En mi opinión, con sus peculiaridades, con su cierto aire de supremacista del toque radical y su irritante actitud en ocasiones, Setién está, cuanto menos, buscando soluciones a los problemas del Barça desde variaciones tácticas y de alineación. Francamente, el equipo de Valverde, siendo brillante en resultados y, en ocasiones, en juego, parecía agotado desde la derrota de Liverpool, por lo que el cambio de técnico parecía normal aunque, tal vez, tardío y a destiempo.
Creo que Setién está lidiando con un Barcelona que, poco a poco, se va convirtiendo en un trasunto del Manchester United. Aun está en camino de evitarlo, pero el futuro tras Messi, con un club que no ha podido acometer ciertas operaciones por falta de músculo económico, cuya cantera no produce lo que en tiempos pasados y con una calidad en la plantilla en franco descenso de una década hacia acá, parece exigir soluciones más profundas de las que cualquier entrenador pueda aportar.
Siendo el problema del equipo más estructural que de banquillo, comprendo que el aficionado de a pie prefiera refugiarse en el estilo. Entiendo que, aunque no le aseguren mejores resultados, quiera un Setién que le dé toque y presión tras pérdida, mejor que un Valverde que no terminaba de casar con el gusto culé. Cada club tiene su idiosincrasia, y es casi más importante que los resultados.
Sin embargo, en el Barça, sin títulos, es difícil perdurar. En el caso de Setién, la Copa se fue (probablemente en uno de los mejores partidos desde su llegada), en la Liga no está siendo fácil aguantar el ritmo del Real Madrid, y no parece que le llegue con el nivel actual para ganar la Champions. No obstante, yo que no tenía mucha fe en Setién cuando llegó, creo que está haciendo un buen trabajo, buscando soluciones con los recursos que tiene.