El lunes se entrega un nuevo Balón de Oro. Y no se trata de un Balón de Oro cualquiera. En primer lugar, porque en éste, inevitablemente, se premiará el compendio de dos años encuadrados en tres temporadas, 2020, en el que France Football decidió no otorgarlo por las peculiaridades de un curso marcado por la pandemia, y el actual 2021. En segundo lugar, porque posiblemente nos encontremos ante la edición que alberga mayor incertidumbre. No hay favoritos claros y los grandes dominadores del siglo, Messi y Cristiano Ronaldo, parecen contar con pocas opciones.
Aunque un servidor no sea un entusiasta de estos premios, no hasta el punto de algún compañero, es innegable el prestigio que atesora el dorado galardón. Pero, sobre todo, el que se entregue este lunes puede simbolizar el estado del fútbol actual. Un balompié claramente marcado por lo físico y con poco margen para la magia, para el talento. Y esa, en mi opinión, es una deriva que no podemos ni debemos permitir. Porque un Balón de Oro no se debe ganar corriendo sino derrochando esa calidad innata que sólo los astros poseen.
El gol como argumento
A falta de grandes estrellas a nivel técnico, el gran valor a premiar en esta edición podría ser la capacidad anotadora. Tanto es así que, en una lista ya filtrada, el premio en esta ocasión recaería en el mejor en esa suerte: Robert Lewandowski. Sea o no la nómina real, el polaco es el claro favorito para obtener el galardón. Un jugador que no será recordado por su calidad técnica pero sí por su facilidad de cara a portería, suficiente para encumbrarse el lunes.

Al tratarse de un especialista, su carta de presentación se basa en cifras, y las suyas son bestiales. En la Bundesliga son ya 70 goles los que lleva entre los dos años naturales: 32 en 2020 y 38 en el actual. A eso hay que sumar en el mismo período: 22 goles en Champions, 5 en Copa, 2 en la Supercopa y otro par en el Mundial de Clubes. Por no hablar de los 19 tantos obtenidos defendiendo a su país. Una brutalidad que debe ser reconocida ahora que el ariete cuenta con 33 años.
¿El último?
Como si de una conversación de bar se tratara, los votantes pueden pensar en optar por una alternativa archiconocida: Leo Messi. Si lo consiguiera, sería el séptimo Balón de Oro para el argentino, el que más cosecha en sus vitrinas. Y aunque nadie duda de su calidad técnica, casi nadie lo hace con su paulatino declive. Su incidencia en el juego ha ido mermando con el paso de los años. Sin embargo, es cierto de que se trata de la última gran estrella y podría ser el broche a toda una carrera, pero, ¿sería justo?
Sólo en 2021, el rosarino acumula 33 goles y 14 asistencias, aunque sus problemas extradeportivos en Can Barça y posterior incorporación al PSG parecen haber influido negativamente en su juego. Un año excepcional de no estar malacostumbrados a temporadas estratosféricas. Aun así, sabe lo que es ganar este año, y eso es muy importante para optar al premio. Capitaneó a la selección argentina que alzó la Copa América y, aunque de menor valor, levantó una Copa del Rey, su último título con el F.C. Barcelona.
La corriente italiana
Como en el caso de Messi, uno de los cuasi requisitos que se valoran más a la hora de deliberar es, como se dice coloquialmente, tocar plata. Y, teniendo en cuenta el eurocentrismo del fútbol, la consecución de la Euro 2020 ha metido en las quinielas a varios jugadores del equipo campeón, Italia. Sí, la misma selección que estará expectante esta tarde para saber contra qué combinado se jugará el pase al mundial de Catar en la repesca. Aun así, la resurrección veraniega de los azzurri ha llamado la atención de muchos y podría repetirse el caso Cannavaro, que se hizo con el galardón tras ganar el mundial de 2006.

Entre los transalpinos destacan dos. Por un lado, Donnarumma, que fue elegido MVP de la Eurocopa, aunque sería excesivo que se convirtiese en el segundo portero que consiguiese el galardón, tras Lev Yashin, habiendo sido esquivo a gigantes de la talla de Kahn o Casillas. Por otro lado, Jorginho, que a la Euro sumó también toda una Champions League. El palmarés es intachable pero su posición y labor en el campo abrirían un nuevo debate si lo recibiese. Un pivote que, aunque no esté exento de calidad, destaca por su despliegue físico. Aunque, ¿no sería consecuente que se le premiase en este nuevo fútbol?
¿Y La Liga?
Algunos ilusos se preguntarán dónde queda nuestra competición patria en unas apuestas dominadas por jugadores Premier o PSG. La Liga se encuentra en el punto que llevamos denunciando desde hace años, devaluada. La fuga de talentos provocada por la desastrosa gestión económica en materia de fichajes de nuestros grandes clubes nos sitúa un escalón por debajo en el fútbol actual. Sólo hay que echar un vistazo al papel de los cinco equipos españoles en Champions League, salvando, si cabe, al Real Madrid, que también sucumbió ante el “todopoderoso” Sheriff.
De hecho, el jugador de la Liga Santander que más chance podría hipotéticamente llegar a tener, aunque ahora quede mancillada por cuestiones judiciales, es Karim Benzema. Si no, sería Luis Suárez. Es decir, futbolistas extranjeros y consolidados. Nada que ver con los jugadores españoles que, fieles reflejos de una selección joven y en construcción, tardarán años en volver a los podios que ostentaron Xavi o Iniesta. No obstante, Azpilicueta, Pedri y Gerard Moreno tienen el honor de formar parte de la lista de candidatos a un Balón de Oro que puede firmar el fin de una era.
Si,es un galardón muy cotizado y esperado,y para el cual este año su logro está más competido y parece haber fundadas dudas en cuanto al ganador,donde nuestra devaluada Liga,coincido plenamente, podría tener candidatos en un futuro,esperemos que próximo,aunque también es muy posible que cuando lo consiga el jugador ya no lo haga en un club español,porque de seguir las cosas como van, el factor económico hace difícil retener a las figuras y desgraciadamente es este factor,el monetario,el que suele primar a los ojos del jugador,aunque lo enmascare con el falso argumento del “proyecto” del club por el que fiche.
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