Por fin vuelve a su casa. Xavi Hernández ya es nuevo entrenador del FC Barcelona y lo es tras aceptar cobrar mucho menos de lo que estaba ganando en Catar. Eso es lo que hace una leyenda, estar ahí cuando el equipo que te lo ha dado todo te necesita y hacerlo sin ningún tipo de condición.
Llega a un Barsa que busca su identidad perdida tras muchos años donde la complacencia y el resultadismo camparon a sus anchas. En el Camp Nou se ha perdido el rumbo y el de Terrassa ha decidido asumir el liderazgo para crear un nuevo proyecto a partir de la idea de fútbol que vivió durante sus 25 años en Can Barsa.
Va a necesitar principalmente dos cosas. En primer lugar el compromiso tanto de jugadores como de la directiva. El vestuario tiene que arroparle y confiar en su discurso. Seguro que tomará decisiones que no contentarán a muchos de los integrantes de la plantilla. Sin embargo, esto es algo que forma parte ya no de la vida de un entrenador sino de cualquier gestor de capital humano. Los capitanes, todos ex-compañeros de vestuario de Xavi, se presentan como piezas clave en una adaptación que ha de ser rápida y, sobre todo, basada en pilares sólidos.

El otro ingrediente clave en la receta del éxito es la paciencia. Y no hablo del culé que va al campo cada semana o que se sienta delante del televisor a ver a su equipo. El aficionado es consciente de la situación y de dónde venimos, y a buen seguro que apoyará al equipo, y a su flamante nuevo entrenador, desde el minuto cero.
No, me estoy refiriendo a la palabra que mencionada en Barcelona provoca temores en quien se siente en el banquillo blaugrana. Me refiero al entorno. Ese ente difícil de definir pero que, como dirían los gallegos, existir existe. Tanto los ismos, especialmente rosellistas, como la prensa, han de dejar a Xavi trabajar, darle tiempo y tener la misma paciencia que se ha tenido con Koeman.
Mucha suerte a Xavi Hernández en esta etapa. Los culés ya tenemos los cinturones abrochados por si toca divertirnos.
La llegada de Xavi lógicamente levanta expectativas y puede ser un revulsivo no solo para el Barsa sino para la Liga ,dándolo otro motivo de interés a un campeonato que ya sin él se está siendo igualado y competitivo.
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