El actual seleccionador francés defendió en más de cien ocasiones la selección gala como jugador en su momento más exitoso. ¿Quién no recuerda la Francia campeona del mundo de David Trezeguet, Patrick Vieira, Thierry Henry, Robert Pirés, Lilian Thuram, Laurent Blanc, por supuesto, Zinedine Zidane… y Deschamps? El capitán de aquel grupo para la leyenda del fútbol.
Pero los inicios de Deschamps con les bleus no fueron nada fáciles. A comienzos de los años 90 los franceses vivían una crisis profunda tras no clasificarse para los últimos grandes torneos. Con su llegada a la selección, Francia participó en la Euro 92 pero pronto terminó su andadura por el torneo, y no se clasificó años después para la Copa del Mundo de EEUU 94. Tropiezo tras tropiezo hasta el tremendo éxito de 1998 en París. ¿Repetirá la historia ahora desde el banquillo?

Su historia con los «bleus»
Didier llegó a una selección en horas muy bajas. Los galos no habían conseguido clasificarse ni para la última Eurocopa ni Copa Mundial de 1990 en Italia, y Deschamps debutó en un gran torneo internacional en la Euro 92 en Suecia. Allí Francia no pasó de la fase de grupos (solo participaban ocho naciones) y se marchó a casa pronto.
Y poco después su andadura en la selección no mejoró. Deschamps iba aumentando su relevancia en el combinado galo y fue protagonista de uno de los mayores fracasos de su país, no clasificarse para el Mundial 94 de EEUU. A pocas jornadas del final de la fase de clasificación Francia era líder y Bulgaria tercera. Todo parecía indicar que los franceses volverían a un gran campeonato pero Stoitchkov y Penev, entre otros, y los propios nervios de los jóvenes jugadores franceses provocaron que sorprendentemente Francia perdiese el billete al Mundial en los últimos partidos. “Somos unos burros” comentó Deschamps tras quedar eliminados.
El 7 de Francia se cruzó en el camino de España en el siguiente gran torneo. La selección de Aimé Jacquet se enfrentó a nuestra selección entrenada por Javier Clemente en la fase de grupos. En aquel segundo partido de la Euro 96 de Inglaterra, Francia y España empataron a uno tras haber ganado ambas el primer partido. Aquella selección gala pasaría a cuartos de final donde consiguió ganar a Holanda en los penaltis. La misma fortuna que tuvo aquel partido no la mantuvo poco después cuando en semifinales la República Checa de Nedved les derrotó también en la tanda de penaltis.
Y el siguiente gran torneo que compitió jamás lo olvidaría Deschamps. Francia tenía el reto de por fin volver a ofrecer a su país una gran alegría después de muchos disgustos. Y lo consiguió. Aquella Francia de Barthez, Lizarazu, Blanc, Djorkaeff, Zidane, Petit, Pires, Henry, Trezeguet…hizo vibrar al mundo. Didier junto a Blanc, Zidane y Desailly era uno de los capitanes y líderes de aquel combinado francés. A ellos les llamaban la “banda de los cuatro”.
Todos ellos habían jugado en la tan exigente liga italiana de los años 90, todos ellos tenían un talento enorme, un carácter de líderes indiscutible, eran muy amigos y fueron los reyes del mundo futbolístico aquel verano.
Sin duda aquel campeonato fue muy entretenido con la Brasil de Rivaldo, Ronaldo…con la España de Clemente que regresó a casa tras un nuevo fracaso en la primera fase recibiendo un gol muy infantil ante Nigeria…con Bierhoff y Klinsmann en Alemania…con Di Baggio errando el penalti que eliminaba a Italia frente a Francia en los cuartos de final, con la sorpresa de la Croacia de Suker. Fue la Copa de la Vida, de mucha de nuestras vidas de futboleros.

Su otra vida en el fútbol
A pocos kilómetros de España, en Bayona, nació el corazón de la mejor selección gala de la historia. Didier Deschamps, quién cuenta ya con 48 años, comenzó practicando el rugby, para poco después decantarse definitivamente por el fútbol en el FC Nantes. Aunque ahora este club no pase por sus mejores años hay que recordar que es una histórica entidad que cuenta con ocho ligas de Francia y de donde han salido jugadores como Karembeu y Desailly.
Tras un lustro en este club del oeste del país comenzó a llamar la atención por ser un jugador con amplía visión del juego y el Olympique de Marsella lo fichó en la temporada 1989/90. En su segunda temporada en su nuevo club fue cedido al Girondins de Burdeos donde demostró su valía para volver al Olympique donde definitivamente se convirtió en un claro protagonista del fútbol europeo.
Su primer gran paso de su carrera futbolística llegó en el Olímpico de Múnich cuando disputó la final de Champions contra el Milan de Capello (y de Rijkaard, Maldini, Costacurta, van Basten…). En ese mítico Olympique estaban hombres como Barthez, Angloma, Desailly, Rudi Völler, Alen Boksic… Y en esa mágica noche alzó su primera Copa de Europa.
En el verano de 1994 fichó por la Juventus de Turín donde viviría sus mejores años. Allí consiguió tres ligas italianas, varias copas más y sobre todo la Copa de Europa de 1996 en Roma con la Vecchia Signora. El equipo de Didier consiguió ganar en los penaltis y durante esos años la Juve se convirtió en un rival muy temible en Europa. En aquellos años se juntaron futbolistas de tanto talento como Conte, Paulo Sousa, Del Piero…bajo la dirección de Marcelo Lippi.
Tras convertirse en una leyenda en Italia probó el sabor de la Premier League y no le gustó. A los pocos meses de llegar al Chelsea ya quería abandonar Londres y le apareció el verano siguiente una oferta de España.
El Valencia que acababa de perder la final de la Champions League frente al Real Madrid buscaba a un jugador para su centro del campo que reforzase defensivamente al equipo ante las ventas de Farinós y Gerard que decidieron marcharse de Mestalla. La primera opción, se dijo por entonces, que era Makelelé que jugaba en el Celta entonces, pero Pedro Cortés, presidente valencianista en aquellos años comunicó su incorporación como la guinda a un equipo que buscaba volver a sorprender a Europa conquistando su primera Champions. Aquel equipo de Héctor Cúper también se reforzó con Carew, Vicente Rodríguez, Zahovic…y llegó a otra nueva final, pero la volvió a perder. Deschamps no pudo ganar otra Copa de Europa.
Y en Mestalla terminó la historia de Deschamps como futbolista. Y comenzó su nueva historia como entrenador. En su primer reto, en el Mónaco, tuvo éxito llevando al equipo a una nueva final de Champions para él que volvió a perder, ante el Oporto de Mourinho. Luego, aceptó un reto muy complicado pero que él no se podía negar a aceptar. Debía subir a la Juventus a la primera división tras ser descendida por el escándalo de corrupción de compras de partidos. Comenzando el curso con seis puntos menos por sanción consiguió ascender y se marchó con el objetivo logrado.
Dispuesto a repetir su historia como futbolista regresó a Marsella ahora como entrenador y también resultó su experiencia muy positiva. Didier ganó la Liga y la Copa con el Olympique, que no conseguía tal éxito desde hace casi dos décadas. Su segunda temporada en Marsella fue también muy buena consiguiendo el subcampeonato en la League 1 y ganando la Copa, pero a la tercera los resultados no fueron buenos y registró una muy discreta temporada. Y al igual que se comprometió con sus anteriores equipos como jugadores quiso ayudar a su selección.
Aceptó tomar los rumbos de una Francia que había naufragado en los últimos torneos. En el último Mundial, su primer gran reto con los blues, consiguió que un joven combinado creciera y volviera a competir por todo, aunque cayó ante Alemania en cuartos. En estos años Deschamps ha construido una selección que ofrece buenas sensaciones, que vuelve a ilusionar a los franceses.