El derbi sevillano disputado ayer en el Sánchez Pizjuán se saldó con un empate y con malas sensaciones para ambos contendientes. El 1-1 final no satisfizo a ninguna de las dos partes. Al Sevilla porque le deja sin una alegría que llevarse al paladar de una afición que en los últimos tiempos suda más que ríe. Siguen mirando los locales la clasificación con más temor hacia abajo que con esperanza hacia arriba, desde el 13º lugar, a pesar de tener un partido menos. Al Betis porque salió del partido con la sensación de haber perdido una oportunidad muy clara de vencer en cancha del eterno rival. Son cinco años sin ganar un derbi liguero para el Betis, y es un sentir general que influye en ambos equipos la idea de que los sevillistas saben afrontar estos partidos mejor que los verdiblancos.
El precioso mosaico inicial de la grada y el ambientazo que se vivía en el hogar de las siete Europa Leagues, dio lugar a un arranque del partido para helar la sangre a los aficionados locales. En los primeros tres minutos vieron como primero Isco de cabeza desde la frontal del área pequeña y luego Guido con un balón suelto a la altura del punto de penalti, desaprovechaban dos ocasiones de las que se suelen echar de menos después. El Sevilla no había saltado al campo y el Betis dominaba pero no terminaba los deberes.
Sí encontró las redes Bellerín hacia el cuarto de hora, pero el Betis también vio desperdiciada esa acción por un fuera de juego sin discusión en el arranque de la jugada. Uno que estuvo en el Sevilla en esa época de su vida en la que decidió no ser futbolista, Isco, mandaba y brillaba sobre el verde. El nivel de este renacido futbolista es sorprendentemente alto. El césped parece florecer a su paso y ayer, en la pradera que pisó con más pena que gloria la pasada temporada, volvió a dar una de esas clases de fútbol a las que Luis de la Fuente sigue sin apuntarse. Peor para él.
Tras el aviso del gol anulado y muy poco a poco, el Sevilla pareció despertarse de manera perezosa. Rakitic recordó que el Betis se presentaba a uno de los partidos más tensos de su temporada con el portero del segundo equipo, Fran Vieites, que disputaba su segundo partido en Primera División a sus 24 años. El veterano croata quiso probarle desde lejos en un disparo desviado, pero en todo el primer tiempo, el portero gallego no llegó ni a mancharse el traje. Aparte de eso, solo una caída de En Nesyri en el área bética provocó alguna inquietud al Betis en la primera parte. Caída por empujón imprudente de Guido que el colegiado no estimó suficiente, pero con la que se asumió un riesgo innecesario de haber encontrado al árbitro con más ganas de fiesta.
Las más clara de esa recta final la tuvo Miranda, recibiendo un centro cruzado maravilloso de Isco en un entrada en diagonal a la espalda de Navas. Su primer remate encontró una magistral mano de Dmitrovic, cuyo rechace volvió al lateral zurdo para que, con pierna mala y posición forzada, la enviara excesivamente cruzada. Así llegó el descanso con un 0-0 casi milagroso para el Sevilla y lamentado por el Betis.
Al segundo tiempo los nervionenses al menos se presentaron. Se plantaron unos metros más adelante, pisando campo bético durante sus posesiones y aparentando estar dispuestos a disputar el partido. Pero fue el Betis, por medio de Ayoze, quien siguió creando peligro. Avisó a los once minutos, finalizando con un disparo al poste tras conducir en diagonal desde la izquierda hasta la frontal, abriéndose hueco para el tiro con un recorte seco que quebró las cinturas de Badé y Gudelj. Al cuarto de hora encontró área desde la izquierda, rompió a Navas e hizo trabajar a Dmitrovic con un disparo al palo corto en el que tal vez pecó de egoísta.
Como la insistencia a veces tiene premio, una jugada de falta con centro de Isco desde la derecha fue mal despejada por el cancerbero local para que el propio Ayoze cazara el balón suelto en el área y adelantara a los verdiblancos en el 26 de la segunda parte. Fue la chispa que encendió un partido que se fue liberando en ese último tramo. Pronto encontró el Sevilla lo que apenas había buscado. Casi la primera vez que veíamos a Vieites intervenir, fue para sacar el balón del fondo de sus mallas. Sin agravios para el joven meta, el disparo que Rakitic cazó desde varios metros más allá de la media luna del área verdiblanca no lo hubieran atrapado ni él, ni Rui Silva, ni Bravo, ni, posiblemente, los tres juntos. Golazo del croata, un jugadorazo posiblemente nunca ponderado en su valor real.
De ahí al final, algo de vidilla en un partido que no será recordado durante mucho tiempo por su calidad. Se soltaron ligeramente la cadena en un derbi que (espero que no me malinterpreten) ni siquiera tuvo esos roces que ponen picante a encuentros de rivalidad. El Betis vio como otro gol de Ayoze no subía al marcador porque el centro de Luiz Henrique había superado claramente la línea de fondo. Incluso ya dentro de los últimos diez minutos gozó de un cabezazo del mismo brasileño que se perdió por poco fuera del marco local. Las dos últimas fueron sevillistas, con disparos lejanos de Suso y Jordán que hicieron volar a Vieites. Pero todo ello, sin consecuencias para el marcador final, fijado en el 1-1.
El Sevilla, con un Diego Alonso que ha llegado en un tramo del calendario complicado, pero que aunque solo fuera por azar de la probabilidad, parece que debería presentar mejor bagaje que una victoria en siete partidos. Más aún cuando esa victoria fue contra el Quintanar en partido de Copa del Rey. Parece que se han decidido por mantener en el banquillo al uruguayo, a pesar de que parecía jugarse el puesto en el derbi y que el parón de selecciones siempre es momento propicio para estos cambios. Tal vez por la cercanía de una Junta de Accionistas que se prevé dura.
Lo cierto es que en el Pizjuán se están acostumbrado a vivir en crisis. Con un equipo que llevaba años asentándose en la élite, pero que desde el final de la primera vuelta de hace dos temporadas, con Lopetegui en el banquillo, no rinde al nivel que se le espera. Empieza a hacer ya mucho tiempo de aquello, aunque por enmedio se haya levantado una Europa League. Esa competición que parece ir por otra vía para el Sevilla, como si se jugara en una dimensión paralela. Cosas de Sevilla, esa ciudad cargada de dualidades.
En lo que sí están de acuerdo las dos partes de la capital hispalense es en la decepción. El Betis empieza a tener prisa por ganar un derbi. Incluso, sin tener las apreturas clasificatorias de sus rivales conciudadanos, ver que las opciones de Champions se escapan y que incluso las plazas de Europa League van a precisar de una ardua pelea, puede saber a poco a los de Pellegrini.
Muy evidente que el Sevilla,para desgracia de sevillistas y simpatizantes se encuentra en una crisis que no parece coyuntural,y de la que va a ser complicado salir si no se renuevan los dirigentes y la política y gestión del club,ahora todo es inseguridad,temerosidad y carencias,entre ellas las económicas y la ausencia de un gestor con conocimiento e ideas que permitan revertir la situación y elevar la moral de jugadores y aficionados.Lo malo es que siendo una SAD las acciones son las que determinan la gestión del club y aparte del confuso tema judicial no hay altura de miras y humildad para buscar unidos una persona de conceso con capacidad,conocimientos y sentimiento sevillista que tome las riendas de este caballo desbocado y aturdido para llevarlo de nuevo por la senda correcta y conseguir ocupar el lugar que por su historia reciente,masa social,patrimonio y estructura le debe corresponder.
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