El próximo martes 22 de enero comenzará en Ecuador la Copa Libertadores 2019 con uno de los tres duelos de la denominada Fase Previa 1. Nacional de Paraguay, equipo que supo ser subcampeón de la competición en 2014, visitará a Delfín en la ciudad ecuatoriana de Manta por el partido de Ida.
Casi después 50 días de la primera final de la competición entre equipos de una misma ciudad (River y Boca) comenzará la primera edición de Copa Libertadores que se defina a partido único en un estadio neutral. Los debates de esta modalidad siguen latentes en las tribunas, en los bares, en la calle y en los canales de televisión. Sin embargo, la CONMEBOL parece no dar marcha atrás y seguir adelante con esta decisión.

En el año 2017 se disputó por primera vez la Copa Libertadores bajo el nombre Copa CONMEBOL Libertadores, que adoptó un nuevo logo, incrementó la cantidad de equipos participantes en la fase previa y se cambió el calendario para que fuera un torneo anual (durante muchos años fue un torneo semestral). Esto fue un problema para la Asociación del Fútbol Argentino, por ejemplo, que comenzó a realizar los campeonatos al ritmo del calendario europeo.
La Conmebol Sudamericana también pasó a ser un torneo anual, lo que imposibilita la participación de los equipos de la Libertadores en ambas competiciones (con la salvedad de aquellos eliminados en el Repechaje o que lograron finalizar terceros en sus grupos). Los gigantes del continente disputan esta competición en momentos futbolísticos no tan buenos, lo que genera que la misma sea poco atractiva para el pueblo futbolero.
La Confederación Sudamericana de Fútbol comunicó que la Copa Libertadores 2018 sería la última edición que se definiría con una final a doble partido y que adoptaría la modalidad de partido único en estadio neutral, utilizada en Europa. Lo que ocurre en este continente parece ser el modelo a seguir por los dirigentes de Luque, Paraguay, que intentan imitar a la UEFA con detalles del espectáculo.

La utilización de la tecnología (con la adaptación del VAR en la fase eliminatoria), la actualización del mundo digital de la CONMEBOL, y las políticas que contribuyan a mejorar el producto y producir mayores ingresos para los clubes deben ser ejemplos a seguir por los señores de traje de Paraguay. Esto debería hacerse con el objetivo de conseguir un mejor desarrollo de las competiciones y contribuir a la justicia en el deporte. Pero no debería ser una política de copia de formatos y decisiones, sino un conjunto de medidas que modernicen el deporte en Sudamérica sin alterar las tradiciones.
Todos lo sabemos: el fútbol es un negocio y quienes lo manejan lo ven con esa perspectiva y desde ese concepto. Solamente los hinchas y los amantes de este deporte estamos interesados en mejorarlo y mejorar la forma de verlo para poder disfrutarlo en mayores proporciones. Pero muchos se quedarán afuera de la final única en Santiago, que se disputará el 23 de noviembre, porque el negocio prima en las oficinas de Luque. El negocio prevalece por sobre la gente. Y sin la gente, el fútbol se muere. Esperemos que la Conmebol no lo mate.