Los diamantes en el año 2001 se encontraban en Milán, y allí solo aspiraban a encontrarlos dos poderosas escuadras, las de Bayern Munich y Valencia. Pero aún quedaba oro en el Viejo Continente.
Los ríos Ruhr y Emscher transcurrían por la ciudad de Dortmund y en ellos también se podía encontrar oro. Para poder buscarlo, ante el imponente Westfalenstadion se retaban los dos equipos supervivientes de la criba inicial. Uno procedente del norte de Europa (Liverpool) y otro, mucho más modesto, representando al sur (Alavés).
Babbel, Hyypia y Carragher desafiaban a Contra, Karmona y Téllez, que les sostenían la mirada sin achicarse. Gerrard se medía a Jordi Cruyff en un duelo de altura. Los encargados del ataque por parte inglesa; Heskey, Owen o Fowler preparaban sus armas sin dejar de mirar a los españoles Javi Moreno e Iván Alonso.
El Liverpool llegaba tras eliminar a Rapid de Bucarest, Slovan Liberec, Olympiakos, Roma, Oporto y el todopoderoso Barcelona. El Alavés también presentaba un palmarés lleno de muescas ilustres como Gaziantepspor, Lillestrom, Rosenborg, Inter de Milán, Rayo Vallecano y Kaiserlautern. Los entrenadores, Gerard Houllier y José Manuel Esnal (Mané), comenzaron a mover sus bateas para encontrar todo el oro que pudiesen acumular.
Las primeras pepitas halladas hacían presagiar un rotundo éxito de la escuadra inglesa. Markus Babbel, a los tres minutos, y Gerrard, a los 16, ponían un imponente muro frente al cuadro vitoriano. Pero el Alavés no se iba a rendir sin luchar, eso nunca. Iván Alonso acortó distancias, aunque McAllister, con su gol, tiñó de rojo la primera mitad.
“Vitoria entera te aplaude y te acompaña para poder el gran triunfo alcanzar”.
Durante los 15 minutos del descanso, esta estrofa del himno del Deportivo Alavés se grabó en las mentes de sus futbolistas, que salieron a la reanudación dispuestos a dar la vuelta al resultado. Javi Moreno disparó dos veces para advertir a los reds: el oro no será para vosotros.
Fowler replicó con otra diana que hizo creer a la hinchada inglesa que, esta vez sí, sería la sentencia del duelo. En aquella final, sin embargo, merodeaba un apellido legendario en la historia del fútbol mundial, un apellido que no podía pasar desapercibido, y no lo hizo. Jordi Cruyff, con el tiempo a punto de finalizar, empató la lucha para alargar el litigio treinta minutos más. Aquel que quiera llevarse el tesoro, tendría que sudarlo, y mucho.
Agotados, pero no vencidos, los españoles resistían los envites ingleses con la esperanza de llevar el desenlace hasta la lotería de los tiros desde el punto fatídico. Incluso perdieron a su estandarte, Antonio Karmona, que fue expulsado a falta de tan solo 4 minutos.
Y así, en el 117, Delfí Geli, veterano curtido en mil batallas, introdujo el balón en su propia portería para otorgar el triunfo a los ingleses. Esa final se decidió por un gol de oro cuando, si el fútbol fuera justo, dicho tesoro debería haberse repartido entre ambos titanes. Pero el balón es redondo, casi como las pepitas de oro, y no siempre aparece en el lado de quién más lo busca.

“Bravo equipo albiazul, que resurges potente otra vez, recordando la gloria de aquel gran Deportivo Alavés”.
Aquella tarde de mayo, el Alavés volvió a ser glorioso y ahora cumple un siglo de vida.
Enhorabuena babazorros.
David esa vez no pudo vencer a Goliat pero es edificante la lucha sin cuartel que supo plantear en ese emocionante partido final,y con ello dejar patente,una vez más,que no hay enemigo pequeño,haciendo grande este deporte y a quienes lo aman.
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