He de reconocer que el cuerpo me pide escribir sobre el Madrid y su proceso de autoinmolación, el cual comenzó justo antes de finalizar el mercado de fichajes con las salidas de Di María y Xabi Alonso para regocijo del aficionado culé que veía un futuro negro (o blanco, como ustedes prefieran). Sin embargo, en un acto de misericordia, no haré leña del árbol caído y me centraré en el F.C.Barcelona, que a fin de cuentas es lo que verdaderamente me interesa.
Por Can Barça el paso de las jornadas es sinónimo de satisfacción y confianza en un equipo que poco a poco comienza a funcionar como tal. De un tiempo a esta parte, la plantilla blaugrana adolecía precisamente de eso, de plantilla. Los roles estaban muy marcados, las vacas sagradas se paseaban por el campo como si de Chenai se tratara, conscientes de que en el banquillo no había alternativas y sintiéndose por ello cual funcionario, es decir, con el puesto asegurado.

Pero esta temporada la cosa ha cambiado. Por fin tenemos cuatro (hasta cinco) centrales en condiciones de jugar, el medio del campo cuenta con recambios de lujo como el insigne Xavi y, la delantera, ¡ay la delantera! A la fructuosa e incipiente conexión Neymar-Messi, asiste desde la grada el tercer elemento llamado a sembrar el terror en el área rival, Luis Suárez.
Por si todo esto fuera poco, el conjunto culé cuenta con su particular joya de la corona que no es otra que La Masía la cual está en un nivel de producción que ni el pueblo de Estepa preparando mantecados para las fechas navideñas. A las ya realidades de Munir o Sandro, se suman jugadores que perfectamente podrían estar en el primer equipo como son los casos de Samper, Adama o Grimaldo. El Barsa B se codea (como ya hizo la temporada pasada) con los llamados al ascenso demostrando que esto no es flor de un día sino de saber hacer bien las cosas.
Mientras en otros lares de la geografía española presumen de tener «fábricas», La Masía produce un goteo constante de futbolistas que abastecen al primer equipo. No es un tema de poder económico, sino simple y llanamente una cuestión de modelo en el unos optan por obviar y otros, como el Barça por creer.
Como buen y tradicional culé celebro las victorias y soy derrotista ante las primeras dificultades. Por eso el cuerpo me pide prudencia. Sobre todo al ver como en ciertas partes de estos pocos partidos que llevamos se parte el equipo. De momento se han solventado las cosas muy correctamente. Pero sinceramente, opino que los rivales no requerían de un sacrificio extremo. A Villarreal y Athletic como mucho se les puede calificar de incómodos, pero nada más. Esa falta de exigencia permite margen de mejora para terminar de encajar los engranajes de este equipo que pinta bastante bien.
En eso el Madrid no ha tenido suerte. La Real y el Atlético son huesos muy duros. Y aunque la calidad de las estrellas blancas es indiscutible, lo que le permitirá estar entre los 5 primeros de la Liga sin necesidad de mostrar un juego y una táctica de equipo trabajado, las carencias y la mala planificación no perdonan ante rivales que muerden. Se respira un aroma a mala gestión y una sensación de improvisación constante que se extiende por todos los rincones de la Casa Blanca, desde la Fábrica hasta el palco.
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Creo que la Real Sociedad no es más que el Athletic, y de hecho el partido contra el Madrid estaba sentenciado en los 10 primeros minutos. La diferencia fue que los blancos se dejaron ir cosa que este año no parece vaya a suceder con Luis Enrique en el banquillo. Es cierto que los rivales del Barsa tampoco son los cocos que se encontrarán a lo largo de la temporada, pero el equipo lo que necesita ahora es tiempo y con victorias compras tiempo y tranquilidad.
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