“¡Rusia es culpable!” Con esta lapidaria sentencia pronunciada desde el balcón del edificio de la Secretaría General del Movimiento, sito en la madrileña calle de Alcalá, el 24 de junio de 1941 ante una muchedumbre enfervorizada, el por entonces Secretario General del Movimiento, Ramón Serrano Suñer daba el pistoletazo de salida al alistamiento de voluntarios para integrar lo que a la postre vendría a conformar la denominada División Española de Voluntarios (comúnmente conocida como División Azul). Con ello, la nueva España surgida tras la Guerra Civil devolvería su visita a la Unión Soviética, a vengar los agravios de lo que el Régimen consideraba había sido ayuda bolchevique a la República durante la guerra del 36-39.
Lo que nadie podría vaticinar en aquel momento es que veintitrés años después, la Unión Soviética devolvería a su vez la visita, esta vez a suelo patrio, un 21 de junio de 1964. Tuvo lugar en Madrid, a miles de kilómetros de aquel crudelísimo Frente del Este.
ESPAÑA – URSS
Nos hemos de enmarcar en la Eurocopa de 1964, la segunda edición del torneo continental. Por aquel entonces la misma se disputaba a eliminatorias de ida y vuelta entre las distintas selecciones hasta llegar a semifinales, siendo éstas disputadas en una sede única.
Aquel año llegaron a semifinales España, la Unión Soviética, Hungría y Dinamarca. Fue escogida como organizadora España, con dos sedes: el Santiago Bernabéu de Madrid y el Camp Nou de Barcelona.
España se deshizo de Hungría en semifinales por un apretado 2-1 y la Unión Soviética hizo lo propio respecto de Dinamarca, con un contundente 3-0. La final que todos querían estaba servida. Y a nadie se le escapaba que el duelo trascendía lo meramente futbolístico, habida cuenta de las grandes diferencias ideológicas existentes entre ambos regímenes. Una enemistad acérrima que se remontaba a la década de los 30, si bien es cierto que en la Europa del 64 ya no se vivía en ese clima de agitación y efervescencia ideológica.
Sin embargo, antes hemos de ponernos en contexto. En la Eurocopa de 1960, Franco había prohibido a la selección española viajar a la Unión Soviética para medirse a esta selección en Moscú. Los motivos alegados fueron ideológicos y políticos. Ello daría lugar a que los soviéticos lograran el pase directo a semifinales de la edición que se disputaría en Francia, en la cual se proclamaron primeros campeones de Europa en el Parque de los Príncipes de París frente a Yugoslavia.
Ahora era el equipo soviético el que visitaba Madrid. Se rumoreaba en los corrillos de la Villa y Corte que Franco se estaba pensando acudir al palco presidencial de aquella final. Según estos rumores, le horrorizaba la idea de tener que entregar la copa de campeón al enemigo comunista, en su propia casa, con las siglas CCCP (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, según las iniciales en cirílico) que presidían la zamarra del combinado soviético.
El duelo se planteó como algo más que un simple encuentro de fútbol, sobre todo desde los medios oficiales españoles. Los más nostálgicos rememoraban los tiempos de la División Azul, planteando la final que se habría de disputar en Madrid como una nueva batalla de Krasny Bor. Pero esta vez no eran los Yak3 ni los organillos de Stalin los que iban a caer a plomo sobre la infantería española, sino los Yashin, Korneyev, Ivanov y compañía. Del otro lado, los contendientes españoles eran: Iríbar, Rivilla, Olivella, Calleja, Zoco, Fusté, Amancio, Pereda, Marcelino, Luis Suárez y Lapetra. Ahí es nada.
18:30 horas del 21 de junio de 1964. Saltan al verde ambas selecciones.
ESPAÑA | URSS |
José Ángel IRÍBAR | Lev YASHIN |
Feliciano RIVILLA | Víktor Shústikov |
Ferrán OLIVELLA (C) | Albert Shesterniov |
Isacio CALLEJA | Eduard Múdrik |
Ignacio ZOCO | Víktor Anichkin |
Josep María FUSTÉ | Valériy Voronin |
AMANCIO Amaro | Alekséy Kornéyev |
Jesús María PEREDA | Ígor Chislenko |
MARCELINO Martínez | Valentín Ivanov (C) |
Luís SUÁREZ | Víktor Ponedélnik |
Carlos LAPETRA | Galimzián Jusaínov |
José Villalonga (E) | Konstantín Béskov (E) |
Unos de azul –el combinado español-, los otros de rojo – los soviéticos. Simbolismo en estado puro. ¿La División Azul contra el Ejército Rojo? Lo cierto es que España ya había contendido en algunos encuentros con zamarra azul, pero no era lo habitual, por lo que la elección de tan simbólico color no era a buen seguro caprichosa.

Da comienzo el partido. El estadio Santiago Bernabéu está abarrotado por 90.000 almas en pleno corazón de Madrid. Día de calor y de bochorno, cielo encapotado. A los seis minutos de partido se produce una internada del equipo español, centra Luis Suárez desde la derecha al corazón del área, en un balón a priori fácil para la zaga soviética. Sin embargo, el central Shustikov despeja en semifallo dejando un balón franco a Chus Pereda, quien fusila casi a placer la meta rival. Lev Yashin, la araña negra, no pudo hacer nada por evitar el tanto español. La grada estalla de júbilo.
No obstante, la alegría española duraría apenas dos minutos, dado que en el minuto ocho empataría la Unión Soviética fruto de un gol del delantero Jusainov. Empieza a llover sobre Madrid y el juego se hace pesado, anodino. Así se llega al descanso y el segundo tiempo transcurre sin demasiados sobresaltos, hasta que se alcanza el momento álgido del encuentro.
Minuto 84 de partido, España ataca de nuevo sobre el costado derecho, Pereda centra y el delantero Marcelino, que militaba en el Real Zaragoza, en un escorzo poco ortodoxo pero eficaz, engancha un cabezazo que termina batiendo a Yashin, cuya estirada resulta infructuosa. El balón entra ajustado al palo izquierdo del meta soviético. De nuevo llega el júbilo a las gradas del Bernabéu. La Copa ya no se escapaba.
Curiosamente, el centro del segundo tanto español no pudo ser captado por la retransmisión de Televisión Española y el ente público salvó los muebles poniendo en su lugar en los resúmenes del partido un centro de Amancio correspondiente a otro lance del partido. Fue en 2008, momento en que se tuvo acceso a los archivos de los medios oficiales soviéticos, cuando se pudo recuperar la secuencia completa del gol, en que se aprecia a Chus Pereda zafándose de un rival soviético con un exquisito regate a lo cola de vaca para, posteriormente, centrar a la testa de Marcelino.
España, por primera vez, campeona de Europa.
Hasta aquí la segunda entrega de partidos que significaron mucho más que simples encuentros de balompié. Este duelo entre dos ideologías y dos Naciones enfrentadas otrora en los campos de batalla que se materializó, veintitrés años después de aquella sentencia de culpabilidad contra Rusia, de forma pacífica sobre un campo de fútbol. Este bendito deporte todo lo puede.