Pocas cosas producen más satisfacción al ser humano que poder pronunciar la frase «ya te lo advertí…» en sus diferentes conjugaciones. Algo parecido escribí en este blog a finales de 2017, cuando el Sevilla, de manera todavía incomprensible para mí, despidió a Eduardo Berizzo, convaleciente de una operación de cáncer, por haber perdido tres partidos consecutivos.

El errático devenir del Sevilla durante toda esta temporada, la primera post-Monchi (miren dónde está la Roma ahora…) ha tenido el colofón que se merecía. Con algunas papeletas para quedarse fuera de competición europea, ridículo en la final de Copa y discreta eliminación en cuartos de final de la Champions, la directiva ha decidido destituir a Vincenzo Montella para que su sustituto, Joaquín Caparrós, obre el milagro de meter al equipo en la Europa League en los cuatro partidos de Liga que le quedan a los hispalenses.
Los equipos tienen tendencia a cargarse al entrenador cuando las cosas no pintan bien. La mayor parte de las veces no da buen resultado, y de hecho llevamos ya varias temporadas con los descensos más baratos de la historia, confirmados incluso con varias jornadas de antelación. Todos esos equipos que bajan cambian de entrenador cada dos por tres, y salvo honrosas excepciones, no consiguen el objetivo para el que les contratan, entre otras razones porque el problema suele ser más endogámico que otra cosa, y muchos entrenadores llegan con su mejor voluntad. Pero los mimbres que tienen son los que son…
Los presidentes recurren a esta estrategia como si fuera la madre de todas las soluciones, y no se dan cuenta que cambiar a un entrenador necesita, de manera obligada, mejorar lo que vas a echar. Solamente el despido del sobrevalorado Pepe Mel puede entenderse en Coruña desde la perspectiva deportiva. De hecho, estoy seguro que si el Depor hubiera estado toda la temporada con Seedorf, ahora no estarían secándose las lágrimas. Incluso si el holandés hubiera tomado el legado de Mel -y no el de Cristóbal- también les habría servido.
Pero en estos maremagnos de salidas vemos desfilar a personajes cuyo valor deportivo, en mi humilde opinión, está en entredicho. ¿Era José González el hombre adecuado para sacar al Málaga del hoyo en el que se encontraba? No, entre otras razones porque el problema de los malagueños no era el banquillo sino que apuntaba más arriba, con una gestión de la plantilla penosa. Luego pasan las cosas que pasan.

En Las Palmas, que el año pasado supieron valorar el trabajo de Setién, no tuvieron la misma paciencia con Manolo Márquez, que fue reemplazado por Pako Ayestarán -desconozco el criterio de esta decisión incomprensible- y algo más tarde llegó el volcánico Paco Jémez, que da muchos titulares pero poca chicha en el campo… De bronca permanente con el entorno, con los jugadores, con la directiva, era el caldo de cultivo imposible para salvar a los canarios.
Ha habido también cambios positivos. El más claro, el del Alavés, que desde la llegada de Abelardo pareció otro equipo. Y otros cambios, como el del Levante (Paco López por Muñiz) o del Villarreal (Calleja por Escribá) me parecieron innecesarios… a mí, claro. Si tienes fe en tu entrenador, y el entrenador es un buen entrenador, la paciencia es la clave. El Eibar sumó 8 de los 33 primeros puntos. Nadie se planteó echar a Mendilibar. Luego engancharon 7 jornadas seguidas sin perder (con 6 victorias incluidas). Algo parecido pasó con el Betis: tras 6 partidos consecutivos sin ganar, y el equipo encajando goles como soles, se mantuvo a Setién, y ahora lleva 8 partidos seguidos sin perder (con 7 victorias en esta racha), el Betis está a punto de sellar su pase para Europa. El Girona tampoco empezó bien la Liga (6 puntos de 24), y fíjense…
En fin, a pesar de todo, puedo entender que en un equipo sumido en una mala racha de resultados y con una mala clasificación, se mire al técnico como responsable de la situación y se busquen soluciones fuera. Puedo entenderlo, insisto, aunque no lo comparto. Ahora, lo que no puedo entender bajo ningún concepto es cuando la destitución se produce con el equipo bien posicionado por un quítame estas pajas… Que fue lo que hizo el Sevilla. Y también el Granada, que destituyó a Oltra con el equipo en posición de play-off tras la derrota ante el Lorca. Y su sustituto, Pedro Morilla, todavía no ha conocido la victoria y tiene al equipo fuera del play-off.

Pero vayamos al caso del Sevilla, que es en mi modesta opinión, el más goloso de todos. Quien quiera saber lo que pienso del despido de Berizzo puede leer el artículo que firmé en diciembre aquí. Ya adelanté que ese tipo de cambios, con el equipo 5º en la Liga, y vivo en Copa y Champions, me parecía una locura. El tiempo me ha dado la razón. No podemos saber qué habría pasado si el Toto Berizzo hubiera seguido en el banquillo, pero sí podemos evaluar lo conseguido por Montella. Vale, clasificó al equipo para la final de la Copa, para luego hacer el ridículo como hacía tiempo que no se veía… Sí, clasificó al equipo para cuartos de la Champions, que con el debido respeto, no es nada que uno pueda poner en su palmarés… Y ahora el equipo es 8º en la Liga, y aunque sigue teniendo a tiro la competición europea, y es posible que la consiga, las sensaciones que transmiten los blancos son pésimas.
El problema no es sólo despedir a un entrenador que está haciendo bien su trabajo, con altibajos, como pasa en casi todos los sitios, pero al que había que dar tiempo y cariño (ni lo uno, ni lo otro), si no que además, lo reemplazas por una medianía. Porque vamos a ver, ¿quien es Vincenzo Montella? Como entrenador, uno más del montón. Llegó Montella a Sevilla como podía haber llegar cualquier otro. Sin ideas, sin proyecto, sin caché ni prestigio… Como en este país somos tan ventajistas, cuando en el partido de Liga el Sevilla iba ganando 2-o al Barcelona, oí a un periodista de la Cadena COPE, en un alarde admirativo impúber, gritar «Vincenzo, ¿de qué planeta viniste?». Hasta ese momento, todo era perfecto: el planteamiento, la motivación, la gestión de los jugadores… Media hora después de la afirmación, tras empatar el partido por unos cambios «a la italiana» -¿qué otra cosa podía hacer un entrenador italiano?-, ya no estaba tan contento con Vincenzo. Y el día de la Copa del Rey -y posteriores-, el que quiera que busque podcasts y audios… El extraterrestre se había convertido en un don nadie.
Para los que se cargaron a Berizzo por los números, les indico que Montella ha sumado 19 puntos de 51 en Liga, y ha encajado gloriosas goleadas: 3-5 contra el Betis, 2-5 contra el Atleti, 5-1 contra el Eibar o 4-0 contra el Celta. Incluso fue incapaz de marcar al Depor en Coruña -la peor defensa de la Liga-. Y si los números no bastan, vayamos a la gestión de los recursos humanos. De momento, se ha cargado a uno de los mejores porteros españoles, Sergio Rico, al que ha llevado al banquillo por el aceptable pero no mejor David Soria; ha infrautilizado la plantilla, apenas ha utilizado a los fichajes de invierno, desconoce el significado de la palabra rotación -tres competiciones son tres competiciones, chato…- y ahí está ahora el Sevilla. Quizá su única aportación digna de ser tenida en consideración es la de ubicar a Jesús Navas en el lateral derecho. Y en cualquier caso, esto sería discutible.
La realidad es que el ataque de soberbia de los dirigentes sevillistas en diciembre, despidiendo a un entrenador que estaba haciendo bien su trabajo ha tenido el resultado que se merecía. Creían tener plantilla para estar segundos o terceros en la Liga, y ahora tendrán que aguantar hasta la próxima temporada las coñas de los béticos, por delante en la clasificación por vez primera en muchos años. Esa celebración infatiloide en el vestuario del United, con el equipo clasificado para cuartos de la Champions, y acordándose de los verdiblancos, no sé muy bien por qué, deja patente que en ese vestuario sobran muchas cosas y faltan otras tantas…
¿Quien tomo todas estas decisiones erróneas? ¿El ya despedido Óscar Arias? Si ha sido así, bien han hecho en largarle, porque su gestión en los meses que ha estado en el Sevilla ha sido penosa. Y estoy seguro que en el tema delos fichajes (de jugadores) la responsabilidad fue suya al 100%. ¿Pero también eligió él a Montella? ¿O esa decisión la toma la Junta por él? ¿O el propio Castro? Fuera como fuese, Arias ya está fuera, como lo está Montella y el resucitador Caparrós ha llegado para ser el próximo director deportivo del Sevilla a partir de la temporada 2018-19. ¿Está Joaquín capacitado para este menester? Tengo mis dudas…