Es siete de diciembre de 1997 en la ciudad de León, Guanajuato. Carlos Hermosillo se dispone a patear desde los once metros un penalty previamente cometido a él mismo por el arquero de los Panzas Verdes, Comizzo. La tensión es máxima y la expectación mayúscula. Nos encontramos en la prórroga de la vuelta de la final del campeonato mexicano de invierno de 1997, con 1-1 en el marcador y estando vigente la regla del gol de oro.

La ilusión de toda una hinchada se concentra en la pierna diestra del delantero de los cementeros. La estampa roza la épica: Hermosillo con la cara y camiseta ensangrentadas en la soledad del punto de penalty ante miles de hinchas del León en su propio feudo. Solo y ante la encrucijada de dar un nuevo título liguero a La Máquina diecisiete años después.
Hermosillo patea y bate a Camizzo. Enmudece el Nou Camp leonés. Éxtasis de los celestes. Cruz Azul de nuevo campeón de México.
Una larga espera
Nada menos que veintitrés años han tenido que transcurrir para que la sufrida hinchada celeste haya vuelto a experimentar esa sensación de éxtasis, la embriaguez del triunfo. Veintitrés años desde aquel penalty transformado por Hermosillo en León que han supuesto muchos sinsabores y amarguras para los fieles seguidores de La Máquina.
La espera ha sido excesivamente larga. El mundo que en 1997 vio a Cruz Azul conquistar su último entorchado no se parece demasiado al de ahora. Las Torres Gemelas aún seguían en pie. Presidía los EE.UU. Bill Clinton y Michael Jordan ganaba su quinto anillo con los Chicago Bulls. No existían el DVD, Facebook ni el wi-fi. Juan Pablo II visitaba una Bosnia asolada por la aún reciente guerra. Las Spice Girls arrasaban como número uno de ventas. Y el Balón de Oro mundial fue Ronaldo Nazario, que militaba en el Inter de Milán.
Ha llovido muchísimo desde entonces y las cosas han cambiado extraordinariamente. Por ello, por esta larga y difícil espera, este título se ha celebrado con verdadero éxtasis por parte de los hinchas de este señero y popularísimo club de Ciudad de México.
La especial idiosincrasia de Cruz Azul
Cruz Azul no es un equipo de fútbol cualquiera. Aunque parezca un tópico decirlo, no lo es. Sus seguidores cuentan con una filosofía de vida y una forma de encarar el fútbol muy particulares. Están curtidos en la adversidad. Abnegados ante la tragedia. Entusiastas de cara al resurgir. Nunca desfallecen pese a tener el corazón marcado por las heridas de mil batallas dramáticamente perdidas.
De hecho, surgieron de una comunidad fabril localizada a noventa kilómetros de la capital, en medio de un secarral en pleno estado de Hidalgo, donde se ubicó una fábrica de cemento cuya marca se denominaba – y se sigue denominando- Cruz Azul. De ahí que, entre otros apelativos, se les conozca como los cementeros. Al albur de la fábrica creció un pequeño pueblo, cuya comunidad de cooperativistas se unió en 1927 para alumbrar al actual Club Deportivo Cruz Azul.
La adversidad empezó a acecharles desde relativamente pronto: allá por 1965 ascendían por primera vez a primera división mexicana, siéndoles negada su inscripción en la categoría. El motivo: no estaba permitida la participación de entidades cuya denominación hiciese alusión a un producto o marca comercial.
¿Cuál fue la solución que se dio desde la dirigencia de Cruz Azul ante tal problema? Se cambió el nombre del pueblo que había ido creciendo en torno a la cementera. Pasó de denominarse Jasso a Ciudad Cooperativa Cruz Azul Hidalgo. A grandes males, grandes remedios.

Ahora sí la nomenclatura Cruz Azul hacía referencia indudablemente a un municipio, con lo que se cumplía el requisito exigido por la federación mexicana. Esta genial solución pergeñada por los azules no hacía sino confirmar esa idiosincrasia de constante reinvención y de reposición ante las adversidades que ha ido forjando la identidad del cruzazulino. Puede ufanarse La Máquina de ser la única entidad de la historia del fútbol que motivó el cambio de nombre de una ciudad.
Pero han sido estos últimos veintitrés años que han transcurrido desde aquel penalty materializado por Hermosillo los que han ido forjando ese halo de fatalismo que rodea a los celestes y que hizo incluso aparecer en la jerga futbolera mexicana el verbo “cruzazulear”.
Cruzazulear significa perderlo todo cuando estás a punto de ganarlo, pifiarla cuando nadie lo espera, bajar hasta los infiernos cuando acaricias el cielo con las yemas de los dedos. Bajar de la cima a la sima drásticamente, sin término medio.
Sonados batacazos: las cruzazuleadas
Y es que desde el campeonato conquistado en diciembre del 97, el Cruz Azul se plantaba en 2021 con seis finales de liga perdidas a sus espaldas. Una carga demasiado pesada, que había conseguido infundir en la fanaticada celeste un espíritu de fatalismo y de derrotismo que hacía cundir el desánimo. La Máquina no paraba de cruzazulear.
Una de las más sonadas cruzazuleadas: la final del Apertura 2013 frente a sus archienemigos del América, otro de los clubes de la capital mexicana. En la ida de la final, tras espectacular choque, el Cruz Azul bate a sus rivales por 2-0. Por fin parecía que La Máquina iba a sacudirse la maldición y romper la racha de finales perdidas. Pero nada más lejos de la realidad, pues América remontó la final en el partido de vuelta en el Estadio Azteca, igualando al término del duelo el 2-0 de la ida y llevándose el título en la tanda de penaltis ante la desesperación de los hinchas cruzazulinos.

Y quizá la cruzazuleada más sonada y deprimente llegó siete años después, en diciembre de 2020. Enfrentaban a Pumas en la semifinal del torneo, llegando al partido de vuelta con una cómoda renta cosechada en el encuentro de ida, en que La Máquina había arrollado por 4-0. Parecía imposible que se materializara la cruzazuleada, pero días después los aficionados celestes vivirían una horrible pesadilla.
Pumas, otro equipo rival de Ciudad de México, obró el milagro y pasó por encima de los cementeros en el choque disputado días después en el Olímpico Universitario ubicado en el afamado barrio capitalino del Pedregal. Cruz Azul tiró a la basura la renta de 4-0 y vio cómo Los Universitarios le remontaban la ronda, hurtándoles la ilusión de plantarse en una nueva final.
La hinchada celeste cayó en el más profundo desánimo. Aguantaron burlas y chistes de todo tipo. Pero no desfallecieron, y 2021 sería el año de la redención.
2021: Por fin campeones

El presente curso ha traído el éxito y las alegrías que se han venido negando al Cruz Azul en las últimas veintitrés temporadas. Factor clave fue la elección de entrenador (en México se les llama a los entrenadores directores técnicos- DT). Llegó al club un viejo conocido de la afición celeste: el peruano Juan Reynoso, quien había sido integrante de la histórica plantilla que en 1997 terminara alzando el título tras la final en León. Premonitorio regreso el suyo. Es también un viejo conocido de la afición española, dado que el limeño militó en las filas del Sabadell en la temporada 90-91 en Segunda División.
Ha dotado durante todo el curso Juan Reynoso al equipo de una seguridad y una consistencia que hacía tiempo no se veía en La Máquina. Practicando un fútbol práctico sin florituras, con seriedad atrás y manejando con inteligencia y pragmatismo el tempo de los partidos, ha sabido conducir al elenco celeste a la consecución del título.
Todo ello acompañado de un puñado de buenos jugadores entre los que podemos destacar a Julio César Domínguez “Cata”, a Corona o a Luis Romo, quizá este último el mejor jugador mexicano del momento y sin duda uno de los más brillantes del recién finalizado campeonato, sin olvidarnos del “Cabecita” Rodríguez. El atacante charrúa se ha marcado también un campeonato sobresaliente.

Sin embargo, no ha sido la travesía del Cruz Azul hacia el título un camino de rosas. Comenzó el torneo aún melancólico y hundido por la histórica debacle ante Pumas, perdiendo los dos primeros duelos de la temporada. La afición se temía lo peor, pero en la tercera jornada liguera consiguieron su primer triunfo del año en su visita a Pachuca, en una fecha que los analistas convienen en señalar como clave en el devenir posterior de la campaña. Tras superar este difícil comienzo, ha batido el equipo algunos históricos registros: han igualado la marca de victorias consecutivas en una misma temporada (trece) y ha terminado el campeonato regular como primer clasificado con dos únicas derrotas.
Se plantaron en los play-offs, que en México llaman liguilla, como grandes favoritos al título y fueron pasando rondas hasta alcanzar la final, donde les esperó el Santos Laguna. La ida fue en el estadio Corona de Torreón, en el estado de Coahuila, y La Máquina salió victoriosa por un ajustado 0-1. En la vuelta esta vez no cruzazuleó y se proclamó campeón tras el 1-1 final.
No estuvo el encuentro exento de emoción, pues se adelantó el Santos en el primer tiempo 0-1 merced a un gol de Valdés en el minuto 37. Con este gol, cualquier hincha celeste miente si niega que no se le pasó lo peor por la cabeza, rememorando las pesadillas de 2013 ante América o del año pasado frente a Pumas. Quien pensara que Cruz Azul iba a ganar sin sufrir, no conoce a este equipo. Si La Máquina ganara sin sufrir, no sería La Máquina. Está marcado ese rasgo en su especial idiosincrasia.
Pero el equipo no se descompuso y logró empatar en la segunda mitad y manejar con solvencia el duelo hasta el pitido final, que trajo el éxtasis a la sufrida y fidelísima hinchada celeste. El Cruz Azul volvía a reinar en México nada más y nada menos que veintitrés años después de aquel gol de Hermosillo.

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P.D.: Agradecimientos a mi amigo Andrés, cruzazulino y bético a partes iguales. Sin su orientación y la valiosa información que me ha proporcionado me habría resultado mucho más difícil la redacción de este artículo. Va por ti.
Qué orgullo poder leer este artículo que refleja tan bien mi pasión celeste! Lo recomiendo ampliamente
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Increíble relato para una increíble historia. Un resumen de una verdadera travesía para llegar a un momento histórico. ¡Gran artículo! 👏🏽
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Me alegro que hayáis disfrutado con el artículo. Nos ayuda a seguir mejorando.
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