Me llamó poderosamente la atención un montaje fotográfico que vi hace un par de días en Twitter. En él se veían tres fotografías: la de Messi celebrando el gol de la victoria en el Bernabéu mostrando su camiseta por el lado del dorsal al público; otra de Cristiano haciendo el mismo gesto en el pasado partido de ida de la Supercopa de España; y la tercera era de Xabi Prieto besando el escudo tras anotar el segundo de los tres goles que su club le endosó al Villarreal Club de Fútbol el sábado pasado.

Hemos visto a muchos jugadores haciendo lo que hizo el talentoso centrocampista donostiarra. En la mayoría de los casos, ese gesto es muy falso, de cara a la galería para meterse en el bolsillo a su afición. Pero con el capitán de la Real Sociedad no es así. Solo ha defendido los colores del equipo de su ciudad y, desde su debut en octubre de 2003, ha ido dando muestras de su implicación y sentimiento de pertenencia inquebrantable. Ni el descenso a Segunda División en 2007 le hizo cambiar de aires. Estuvo durante las tres temporadas que los txuri-urdines vagaron por la categoría de plata hasta lograr el ascenso en 2010.
Hoy, día en el que cumple 34 años, sigue dando muestras de su calidad y su condición de líder de una plantilla a la que Eusebio Sacristán le está sacando un gran rendimiento. Es obvio que el liderato en la jornada 2 es testimonial y anecdótico, pero es evidente que el equipo de Donosti, como ya demostró en la temporada pasada, tiene muy claras las ideas y sabe perfectamente a qué juega. Y nuestro protagonista de hoy es una pieza clave y fundamental en el éxito de su equipo. En el partido del viernes pasado, el centrocampista guipuzcoano disputó su partido número 500 con la camiseta de la Real Sociedad, en los que ha logrado anotar 72 goles y dar 43 asistencias a sus compañeros.
Xabi Prieto es uno de esos futbolistas que puede presumir de pertenecer al selecto grupo de jugadores que solo han defendido unos colores y un escudo en su vida. Y también pertenece a otro conjunto de futbolistas que han merecido, sobradamente, tener una oportunidad en la Selección Nacional y que, por motivos que no alcanzo a comprender, no la han tenido. Ojala que podamos seguir disfrutando mucho tiempo de futbolistas de su clase y talento. Zorionak zuri.