Esta noche comienzan los cuartos de final de la Copa del Rey. Estamos ante un cartel de primer nivel donde sólo se echa en falta la presencia del Real Betis. A las 21h de esta noche echa a rodar el balón con varios asuntos discutidos en el ambiente. Uno la falta de entradas para los equipos visitantes, y otro la opción que tienen Madrid y Barcelona de vetar la entrada de aficionados que porten camisetas del conjunto rival.
Sobre lo primero hay que reconocer que nunca ha habido por parte de los clubes una gran voluntad de que las aficiones contrarias llenen las localidades de sus campos (salvo en el caso de los seguidores del Eintracht de Frankfurt). El problema es que entre eso y no facilitar entradas hay un trecho. Entiendo que hay que cubrir primero las necesidades de los abonados pero no estaría mal que la Liga estableciera cierto mínimo de entradas disponibles para los equipos rivales. Y si éstas no se venden en un plazo concreto, se pusieran de nuevo a la venta con la suficiente antelación para que no hubiera agravio económico.
El segundo tema es más sonrojante todavía. Los clubes pueden tener, si lo desean, el derecho de admisión que deseen como lo hacen las discotecas, pero la medida de prohibir la entrada a camisetas del rival amparándose en un posible conato de violencia no hay por donde cogerla. Como escribía Mario Vargas Llosa en su obra «Conversación en la Catedral», hemos de preguntarnos cuándo se jodió el Perú. Desde cuándo se ha roto la convivencia entre aficiones, desde cuándo hemos dejado de ser una sociedad abierta y tolerante en cuestiones futbolísticas. Como decía cuesta comprender esta medida más aún teniendo en cuenta que muchos grupos radicales como los Boixos Nois tienen prohibida la entrada al Camp Nou.
Si queremos que el fútbol perdure, la única manera de conseguirlo es que las nuevas generaciones se enganchen y para ello es esencial que puedan expresar el sentimiento por unos colores sin ningún tipo de cortapisa. De lo contrario, terminaremos teniendo un deporte que languidece a nivel nacional mientras otras alternativas le comen el terreno.
Totalmente de acuerdo con el asunto de los aficionados del equipo visitante,debería haber un mínimo de entradas disponibles a precio sensato para la afición visitante,y también con la vestimenta permitida en los campos,no debe considerarse provocación en sí misma lucir los colores del rival,claro que en nuestra sociedad tan polarizada y no solo en lo ideológico o en lo político siempre puede haber quien si lo valore de esa torcida manera,una lástima.Yo recuerdo haber ido al campo del Betis luciendo la camiseta sevillista y salvo alguna puya o broma de más o menos gusto,salía ileso,al menos físicamente,y no tan lejano,en Barcelona,acudir con esa camiseta a la final de Copa del Sevilla Atlético de Madrid que ganó el Sevilla,y por cuestión de ruta tener que atravesar la zona de salida de los colchoneros,a pie,y sin protección alguna e igualmente no tener el mínimo problema,solo algun que otro aficionado solicitarme intercambiar el sombrero que portaba (Del Nido lo popularizó en esa final) por alguna bufanda o banderola del rival,cosa que no hicimos ni mi hermano,que me acompañaba, ni yo y respetarse esa decisión sin más.Ojalá seamos sensatos y respetuosos y dominemos por encima de la pasión deportiva,nuestro bajos instintos.Ojalá.
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