Si les digo que en los años 70 y 80 hubo un futbolista español capaz de ganar en siete ocasiones la Liga y en otras siete la Copa en Italia, a la gran mayoría (avezados aficionados al fútbol como son nuestros lectores) les parecerá imposible no conocer a semejante fenómeno del balón. Si les digo que tiene truco y que no fue un sino una futbolista, seguramente entenderán mejor el motivo de que, por desgracia, no se la conozca más.

Conchi Sánchez, la heroína de dicha historia, es el ejemplo de pionera del fútbol en España. Sorprende pensar que hasta 1970 no se tenga constancia de la existencia de fútbol femenino en nuestro país, más allá de escarceos puntuales y anecdóticos.
Aunque Cataluña había destacado en esos primeros movimientos, fue en Madrid, concretamente en Villaverde, donde aparecieron los primeros promotores serios de este deporte. Entre ellos destaca Rafael Muga, quien presidió el Olímpico de Villaverde, donde Conchi arrancó su carrera de futbolista con apenas 13 años, en 1970.
Nuestra protagonista pronto se ganó el apodo de Conchi Amancio, ya que su estilo de juego, de fácil regate, velocidad y obsesión por el gol se asemejaba al, por aquel entonces, gran estrella del fútbol masculino Amancio Amaro.
La lucha en aquellos tiempos iba más allá de los rivales de aquellas pequeñas competiciones oficiosas en las que Conchi destacaba muy por encima del resto de sus compañeras de afición por el fútbol. Ni la sociedad ni los estamentos de aquella época (no tan lejana) aceptaban de buen grado al fútbol femenino. A pesar de ello, Conchi consiguió una cierta fama en aquella España tardofranquista a la que no quedaba más remedio que rendirse a la calidad de la excelente goleadora.
Conchi fue la primera capitana de la Selección Española de fútbol femenino, que en 1971 disputó ante Portugal su primer partido, anotando uno de los goles españoles en aquel empate a 3. Aquella primera selección no fue auspiciada por la RFEF, cuyo presidente, Perez Payá, opinaba que «sin estar en contra del fútbol femenino, a las mujeres les sienta mejor cualquier traje regional que el traje de futbolista». Para colmo, no permitió a España participar en el primer Mundial femenino (que tampoco fue apoyado por FIFA) en ese mismo año de 1971.
Ante las dificultades del fútbol femenino en España y tras bochornosos aprovechamiento de la incipiente fama de este deporte (películas como «Las Ibéricas F.C.» o partidos ridículos entre folclóricas y famosas) Conchi aprovechó la fama adquirida tras una serie de partidos contra Italia para fichar por el Gamma 3 de Padua en 1973.
Allí pasó por varios prestigiosos clubes de la Serie A femenina, como la Lazio, el Valdobbiadene o el Campania, donde consiguió las siete Ligas y siete Copas anteriormente nombradas. Una grave lesión de rodilla en 1988, de la que tuvo que recuperarse por sus propios medios al no tener contrato profesional, supuso un leve freno a su carrera, pero no su final.

Conchi aun tenía barreras que romper, marchando a Inglaterra en 1995 para jugar una temporada en el equipo femenino del Arsenal. Acabó su carrera allí, con 39 años y alrededor de 600 goles anotados. Hoy en día aprovecha su experiencia como deportista y su formación como nutricionista para seguir trabajando en Inglaterra.
Hoy en día, más de 40 años después del debut de Conchi Sánchez, sigue haciéndose necesario reivindicar la existencia del fútbol femenino. Es necesario, casi obligatorio, que las televisiones le den ese impulso definitivo que sería la retransmisión de la Superliga. Es inaudito que, cuando la Selección Española acaba de clasificarse para un Mundial y Vero Boquete aparece entre las 10 nominadas al Balón de Oro, siga existiendo tanta diferencia y discriminación entre los medios y seguimientos del fútbol entre ambos sexos.