A los aficionados del Real Madrid nos pasa lo mismo y es que, llegados a cierto punto, nos llega un aroma conocido como «Eau de Décima«, irresistible para los madridistas del mismo modo que la de One Million lo es para las mujeres.
Pero es que no lo podemos evitar, cuando nuestros vikingos se olvidan de unas semanas previas un tanto difíciles y se arman con escudo, espada y casco, nuestra moral se dispara, al menos así fue anoche durante el inicio del partido de Champions contra el Borussia Dortmund. Volvió la Champions, volvió el Real Madrid.
Por una vez Ancelotti fue valiente y hay que decir que acertó, ante la baja de Di María, optó por Isco en un enfrentamiento que requería galones.
Durante los primeros veinte minutos los blancos fueron imparables. Solo llevábamos tres minutos de partido cuando un balón largo aterrizó a los pies de Bale que sumó el primero en el marcador ante los alemanes que aún no habían tocado esférico.
Pero la energía y la euforia de un gol tan tempranero no duran para siempre y los alemanes aprovecharon el bajón de intensidad para aumentar la posesión. Por suerte para nosotros, el rival no supo aprovechar bien las ocasiones que se le presentaron ante la portería de Casillas (que no fueron pocas).
El Dortmund comenzaba a despertar cuando Isco se reivindicó en forma de gol. El malagueño recibió en la frontal y, entre cuatro rivales, sacó un disparo ajustado a la base del palo derecho de la portería de Weidenfeller.
Un error defensivo (otro) condenó definitivamente al equipo alemán, un fallo en el pase de iniciación de juego hizo llegar el balón directamente a los pies de Cristiano que no desaprovechó la oportunidad y marcó, batiendo así el récord de tantos en una edición de la Champions (14).
Desde hace unos años sostengo una teoría y es que, conforme más se repite menos posibilidades tenemos de acariciar La Orejona, pero me gustaría saber si a vosotros también os pasa o solo soy yo…