El otro día el periodista deportivo Aitor Lagunas lanzó en Twitter una reflexión interesante acerca del fútbol de selecciones. Decía que leía muchas críticas a este Mundial en cuanto al poco fútbol (en referencia a lo táctico) que había habido en los partidos del mismo. Estando de acuerdo, se preguntaba si esto no era lo normal, si el fútbol de selecciones está más encorsetado que el de clubes y si en otros Mundiales habían existido grandes variantes tácticas o innovaciones en el juego.
Sirviéndome de base las palabras de Aitor, me parece interesante ahondar en el debate y dar mi punto de vista sobre el tema.
Empecemos por acordar que existen diferencias entre el fútbol de selecciones y de clubes. Me refiero a lo que ocurre dentro del terreno de juego y cómo ocurre. Lo que puede parecer obvio, no lo es a ojo de muchos aficionados, ya que simplificando la ecuación al mínimo, los once mejores jugadores ganarán un partido, y el mejor entrenador seleccionará a los mejores en sus listas. Por lo tanto, superficialmente no tendrían que existir tantas diferencias.
Obviamente, el principal factor diferencial es el conocimiento de los jugadores entre ellos. Mientras en los clubes varios compañeros entrenan y juegan juntos durante meses o años, el fútbol de selecciones es mucho más fugaz. Las listas cambian con asiduidad y los encuentros son pocos y espaciados. Sin ir más lejos, la Selección Española ha jugado este año 2022 trece partidos, tres de los cuales fueron amistosos. Este conocimiento es clave para desarrollar una idea de juego, sea cual sea, por eso muchos seleccionadores optan por mantener la base de un mismo grupo durante su periodo como técnico nacional, en lugar de variar mucho las listas en función de picos de rendimiento puntuales.

No obstante, el tiempo siempre apremia, y la adaptabilidad en los torneos cortos es algo de vital importancia, por eso otros entrenadores sí apuestan por juntar a los mejores sobre el terreno de juego y dar unas nociones básicas sin grandes ejercicios tácticos.
Sea como fuere, ambos modelos han demostrado tener cabida en el fútbol de selecciones y ambos han resultado eficaces. Al final, la idea siempre suele girar en torno a maximizar virtudes y minimizar carencias.
Si hablamos de fútbol de clubes, la cosa cambia. La preparación de cada temporada es abrumadora. Los cuerpos técnicos trabajan de forma multidisciplinar día tras día para contemplar cada detalle, con el próximo partido en mente, pero con el resto de la temporada en el horizonte. Aquí entran en juego métricas individuales, estadísticas de los rivales, alimentación personalizada, aspecto psicológico, variabilidad táctica… todo sobre la mesa para alcanzar un objetivo a medio y largo plazo, pues, en ocasiones, estos objetivos son a 2 temporadas vista.
Cuando los jugadores se reúnen para representar a sus países, sobre todo en torneos importantes, entra en juego un apartado mucho más sentimental y visceral. El fútbol en sí se vuelve más caótico, los resultados acaban siendo sorprendentes y casi cada partido es un todo o nada, por lo que la preparación y el desempeño es muy diferente.
Siguiendo con el ejemplo de la Selección Española, en el Mundial de Sudáfrica 2010, el cuál acabaría ganando, la roja llegaba con una superioridad notable contra los demás rivales y, a pesar de ello, se pierde el primer partido por 1-0 ante Suiza, se gana tan solo 2-0 contra Honduras y el resto de partidos son decididos por la mínima diferencia. Es un reflejo de que, a pesar de la diferencia de nivel entre selecciones, su fútbol y, en especial el Mundial, son elementos en los que destacar es muy complicado y donde cada error pesa mucho.
Es por ello, que la visión del espectador debe cambiar a la hora de ver uno y otro fútbol. Esto no debe interpretarse como un argumento reduccionista para justificar planteamientos planos o partidos aburridos, pero sí para entender que el foco va a ser distinto que el de una jornada liguera.
En conclusión, ambos son disfrutables y, por supuesto, analizables, pero siempre contemplando sus diferencias y juzgándolos en su justa medida.
Si analizando este deporte desde esta óptica hay que aceptar como el desenvolvimiento de jugadores,entrenador o seleccionador es diferente en un club o en la selección,desde la posibilidad de escoger jugadores pues al fin y al cabo el seleccionador dispone de muchas más posibilidades que el entrenador de club cuya plantilla es más reducida y no siempre confeccionada a su deseo,claro que dispone de más tiempo y recursos para adaptarla a sus planteamientos,mientras que el seleccionador puede escoger a aquellos jugadores más aptos para su idea y debería contar con otros factores como su perfil psicológico,su adaptabilidad,su implicación,sociabilidad y empatía con los compañeros,aparte de sus características técnicas y habilidades.Estos factores hay que valorarlo igualmente en la figura del seleccionador que tiene que ser escogido analizando estas variables,que siendo también necesaria para los entrenadores de club en estos últimos existen matices diferentes y una,a mi juicio muy importante,es la del conocimiento de la plantilla disponible para que pueda ser manejada por quien le vaya a dirigir.
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