30 de octubre de 1974. La RFA es campeona del mundo y Holanda es subcampeona, tras la disputa del reciente Mundial en el país teutón. Esa noche, Mohamed Alí recupera su título de campeón de los pesos pesados ante George Foreman. Además, en el mítico Wembley, la Selección inglesa da buena cuenta de un combinado del otro lado del telón de acero. 3-0 señala el marcador final ante Checoslovaquia, un conjunto compacto, donde apenas hay individualidades, y las melenas y bigotes son la nota dominante.
Es el primer partido del Grupo 1, valedero para la clasificación para la siguiente ronda de clasificación para la Eurocopa de Yugoslavia de 1976. Chipre era la comparsa entre los ingleses –favoritos–, Portugal y la propia Checoslovaquia. Sólo podía quedar uno, y el camino para los de Vaclav Jecek no podía empezar peor…
Sin embargo, Inglaterra empata en Wembley ante Portugal por 0-0. Más tarde, los pross endosarían un 5-0 a Chipre. Después llegaron los partidos checoslovacos… el Letná Stadion (hoy Generali Arena, cosas del capitalismo que entonces andaba lejos de Praga) vio sendas goleadas a Chipre (4-0) y a Portugal (5-0). En esos momentos, se veía que el cruce se iba disputar entre Inglaterra y Checoslovaquia. El choque de vuelta entre ambas se antojaba decisivo, una auténtica “final” para los locales, que tenían 4 puntos por 7 de los ingleses (que habían ganado por la mínima a Chipre).
30 de octubre de 1975. Un año después de Wembley, más de 50.000 espectadores abarrotan las gradas del estadio del Slovan de Bratislava, el Tehelné Polé. La que hoy es la capital de Bratislava vibró con un 2-1 que apretaba la cabeza del Grupo 1. Los ingleses se adelantaron gracias a un gol de Mick Channon, pero justo antes del descanso, Zdenek Nehoda ponía la igualada. Al iniciarse la segunda mitad, un eslovaco, Dusan Galis, ponía el marcador final en el marcador. Inglaterra 7 puntos, Checoslovaquia 6.
La visita a Das Antas se saldó con un empate a 1, con lo que se producía la igualada a puntos con los ingleses. Éstos cosecharon también un 1-1 en su visita a tierras lusas. Sólo faltaba un partido y Checoslovaquia debía ganarlo para clasificarse, pero era en Chipre…
23 de noviembre de 1975. Checoslovaquia no tiene problemas para lograr su pase a la siguiente ronda. En Nicosia, el marcador reflejaba un 0-3 antes del descanso, goles de Nehoda, Bicovsky y Masny. 9 puntos por 8 de Inglaterra.
Cuartos de final. El último obstáculo antes de la fase final era una anticipada ronda de cuartos a doble partido. El rival sería la siempre incómoda URSS. El 24 de abril de 1976, en Bratislava, Checoslovaquia logró un 2-0 que se antojaba buena renta gracias a los goles de Moder y Panenka. La vuelta, disputada en Kiev, acabó con empate a dos. Móder marcó los dos tantos checoslovacos y el 22 de mayo, 16 años después, su selección volvía a ganarse el pase a una fase final de Eurocopa.
Fase Final de la Eurocopa de Yugoslavia
Fue la última fase final de Eurocopa disputada con el formato original de semifinales, final de consolación y gran final. Se daban cita, por un lado, la RFA campeona del mundo y de Europa, contra los anfitriones yugoslavos. Por otro lado, Checoslovaquia debía enfrentarse a la Holanda de Cruyff. Todo parecía indicar que se repetiría la final del Mundial de hacía dos años.

16 de junio de 1976. Estadio Maksimir (Zagreb). Anton Ondrus fue el protagonista, primero con su gol que adelantó la sorpresa, luego con otro en propia meta que ponía la igualada ya bien entrada la segunda mitad. El partido acabó 1-1 y llegó a la prórroga. En ella, primero Nehoda y después Vesely pusieron el 3-1 definitivo. Checoslovaquia estaba en la gran final. En ella esperaría, tras el partido del día siguiente, la RFA.
20 de junio de 1976. Estadio Estrella Roja (Belgrado). La RFA también había necesitado de la prórroga ante Yugoslavia y había tenido que remontar un 2-0 para convertirlo en un 2-4 final, con un Dieter Müller estelar. Los alemanes eran claros favoritos. Al delantero citado, cabía añadir nombres como el de Beckenbauer, el portero Maier, Uli Hoeness o Rainer Bonhof.
Checoslovaquia formó con Ivo Viktor bajo palos, Capkovic, Ondrus, Pivarnik y Gogh en defensa; Dobias, Panenka y Móder en la línea media; y Masny, Svehlik y Nehoda en la delantera.
A los 25 minutos el marcador ya señalaba 2-0… a favor de los checoslovacos. Svehlik había marcado en el minuto 8 batiendo a Maier tras una jugada y en el 25, Dobias hizo lo propio con un tiro lejano. Pero poco después, Dieter Müller acortó distancias, prácticamente sólo ante Viktor. Bernd Hölzenbein, de cabeza tras un córner, hacía la igualada en el 89. Los alemanes volvían a formar una prórroga, como en semifinales, en los últimos minutos del partido.
El marcador no se movió en todo el tiempo extra y, por vez primera, un gran torneo de selecciones se decidiría por la tanda de penaltis. Todos marcaron hasta que Uli Hoeness mandó por encima del larguero su lanzamiento. 4-3. Si Panenka marcaba, Checoslovaquia ganaría. Sepp Maier aguardaba. Y en aquel momento, el centrocampista checo se empeñó en escribir una página inolvidable en la historia del fútbol, así como de “bautizar” una forma de tirar los penalties. Maier se tiró a su izquierda al tiempo que el balón dibujaba una suave parábola para colarse en las mallas. Lento, tranquilo, sublime.
Checoslovaquia, un país que ya no existe, logró el que a la postre sería su único título. Y Antonin Panenka grabó su nombre por siempre en el álbum de oro de los libros de historia del fútbol. Pero para llegar a Belgrado, primero hubo que pasar por Wembley, por Bratislava y por Nicosia, antes de Kiev y Zagreb. Todos recordaremos a Panenka, pero su gesta no habría sido posible sin aquel bloque compacto y atrevido, que plantó cara, se sobrepuso a pronósticos y circunstancias, y logró frenar a la que quizá sea la mejor selección alemana de la historia.
Muy buen artículo. Gracias
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