No me he vuelto loco, no vivo en una realidad paralela, no ha habido ninguna noticia extraña que ustedes no sepan, pero Cavani fue decisivo para el resultado final del derbi disputado el pasado sábado. La ausencia del refuerzo que ansiaba Simeone, de un goleador de garantías, de algo más de fondo de armario en una plantilla algo escasa de jugadores decisivos dados los objetivos que se plantea, fue fundamental para que el Real Madrid venciera por 1-0.
Además, este Real Madrid que ha montado Zidane (subido a los hombros de Fede Valverde) sobre las cenizas del final de la terrible temporada pasada, está en un momento terriblemente solido. Ha entrado en 2020 en el punto exacto de cocción para no sentir las bajas, para ganar las tandas de penaltis, para que la moneda caiga siempre por el lado elegido, para que siempre encuentres sitio libre en el autobús. No es suerte, yo no creo en la suerte en el fútbol, creo en que hay detalles que dependen de la calidad individual o de un trabajo fino que resulta difícil de controlar. O simplemente, de afrontar los partidos con buena mentalidad. Y este Real Madrid de Zidane ahora mismo tiene todo eso, como dicen los clásicos, se le está poniendo cara de campeón.
Pero ese buen momento del Real Madrid no tiene cimientos suficientes como para poder asegurar que llegará con el viento a favor hasta final de temporada. Da la impresión de que tiene la fachada sujeta con pinzas (que pudieran ser el buen momento de algunos de sus jugadores) y que si se mueven un poco esas pinzas, puede mostrar una cara más preocupante.
Así, un Atlético con bajas importantes y en un estado moral muy diferente al de los merengues, mostró en la primera mitad que su plan estaba funcionando mejor. Buscaba el Cholo que Morata fuera la referencia arriba para pelear balones, superando de manera directa al centro del campo blanco, para buscar segundas jugadas con Correa y Vitolo como molestos estiletes. Mientras, el Real Madrid formó con cinco centrocampistas (Casemiro, Kroos, Valverde, Modric e Isco) que, con Benzema por delante, querían encerrar a los colchoneros.
Como decíamos, el plan le salió mejor al Atlético, que tuvo las mejores llegadas en la primera parte y que, aunque concedió mayor control del balón a los locales, no se sintieron agobiados por ello. Poco le importa a Simeone el porcentaje de posesión del balón. Lo que sí preocupa al argentino (y mucho, a la vista del interés por Cavani), es la falta de puntería arriba.
Del Atlético fueron las mejores ocasiones de la primera mitad, pero sin éxito, cuando lograron superar a Courtois, toparon con el poste. Incluso protagonizaron en área de ataque la acción polémica del partido. Un derribo de Casemiro a Morata que ni el árbitro de campo ni en el del VAR entendieron como penalti en el minuto 33, que pudo haber modificado el rumbo del partido.

Ahí es donde entra aquello que decíamos antes de la cara de campeón, de tener el viento a favor o en contra y demás consideraciones que salen del plano estrictamente futbolístico. Tras un primer tiempo del que el Atlético salió más satisfecho, Zidane introdujo a Lucas Vázquez y Vinicius para ser más incisivo, más profundo y dificultar el posicionamiento defensivo del Atlético. A los colchoneros les tocaba reforzar la defensa por las bandas, y esto les abría huecos por el centro.
Seguramente, solo este cambio ya le habría supuesto problemas a los visitantes, pero es que, nada más arrancar el segundo tiempo, el delantero de referencia que, con su función de pivote, había sido clave para generar problemas al Real Madrid, se tuvo que retirar lesionado. En su lugar podría haber salido Cavani, de haber sido fichado, pero ante su ausencia (y ante la falta de confianza en Saponjic), salió Lemar. El Atlético se quedó sin referencia para los balones largos y, sin Koke ni Herrera disponibles, tampoco tenía mucha opción para sacar el balón jugado.
Antes de poder poner solución al atasco que la salida de Morata provocaba en el flujo del balón colchonero, siempre comprometido de antemano por decisión estratégica y casi filosófica de su entrenador, Benzema acertó a rematar una estupenda jugada de Vinicius por banda izquierda. El 1-0, unido al resto de situaciones que se venían dando en el partido, daba pocas esperanzas al Atlético.
El Real Madrid se veía con el viento a favor y con la confianza de su gran momento y de la disponibilidad de recursos útiles. El Atlético solo encontraba soluciones peregrinas, como sacar al recién llegado Carrasco, que dejó maneras aunque solo lleve dos entrenamientos de vuelta en Madrid, o al canterano Camello.
Así, el partido finalizó con ese marcador sin que el Real Madrid dejará grandes opciones de aumentar la ventaja ni el Atleti tuviera ocasiones reales de empatar, más allá de un suave arreón final. Un Real Madrid que deja dudas futbolísticas, pero muestra síntomas de campeón, se impuso a un Atlético en crisis que, entre jugadores que se lesionan y que no se fichan, parece irse deshaciendo a la espera del Liverpool. Da vértigo en la afición india pensar en que pueden verse en marzo sin más aspiraciones que pelear por no perder los puestos de Europa League.