Todo el mundo en Paterna hablaba de un joven futbolista con los ojos achinados que era un portento. Por entonces, a finales de 2016 un Valencia que peleaba por salvarse del descenso ardía con unas declaraciones de su entrenador, Cesare Prandelli, que acusaba a sus jugadores de poco implicados y exigía “ver las ganas de los jugadores para sufrir por esta camiseta”. Y justo apareció él. Carlitos, un chico tímido, un mediocentro creativo, un niño de la casa, un aficionado che que se ha convertido en pieza clave del club. Ahora él ya es Carlos Soler, uno de los referentes de un equipo que jugará una final de Copa.
Toda una vida en Paterna
Por necesidad o por creencia, lo cierto es que el Valencia ha apostado por sus canteranos los últimos cursos: Gayá, Alcácer, Jaume, Javi Jiménez, Lato, Soler, Nacho Vidal, Nacho Gil, Ferran Torres, Kang-in Lee… Algunos han crecido con éxito, otros se marcharon, pero todos han dado un impulso de ilusión y carácter a un equipo que ahora tiene personalidad, tiene alma. Algo de lo que carecía hace unos años que fueron para olvidar.
En aquellos oscuros 2015 y 2016 cada partido era un sufrimiento para los chés, con Neville, Prandelli, Ayestarán en el banquillo… La afición veía un equipo muy irregular en los resultados, sin estilo de juego, y algo peor, sin alma. La afición no encontraba a esos jugadores con los que conectas sobre el terreno de juego: Abdennour, Aderlan Santos, Mario Suárez, Fede Cartabia, Bakkali… y aquel Dani Parejo no era el actual Parejo, capitán del Valencia.
Entre aquellos nubarrones, en el estadio de Anoeta un 10 de diciembre de 2016 debutaba en un partido oficial Carlitos Soler con el Valencia. Cesare Prandelli, que no creía en la cantera y pedía fichajes al club, le ofreció 13 minutos al joven futbolista obligado por las bajas del equipo. Desde entonces el técnico italiano le dio más minutos al mediocentro ché que se convirtió en la gran esperanza, destacando como uno de los mejores cada partido. Prandelli pocos partidos después se marchó del club y con la vuelta de Voro al banquillo para salvar otra vez a su equipo, decidió apostar por Carlitos Soler y lo puso de titular ante el Espanyol (el Valencia ganó 2-1).
Esta semana José Ramón de la Morena en El Transistor de Onda Cero conversaba con “Merche”, la madre de “Carlitos”, así le sigue llamando ella. En esa entrevista recordaba sus inicios en el fútbol cuando entre el padre y el abuelo se arreglaban para que uno llevara a su niño al fútbol y el otro para recogerlo del entrenamiento en Paterna, donde está la Ciudad Deportiva valencianista. Y es que Carlitos es canterano, canterano. El Valencia se fijó en él cuando tan solo tenía 6 años y jugaba de delantero en la Escuela de Bonrepós.
Uno de sus primeros entrenadores en la Academia, Nico Estévez, recuerda para el portal oficial del Valencia, que con 7 años “ya se veía como un jugador prodigio, su golpeo del balón, su uno contra uno, su conducción, su finalización… estaban por encima del resto”. Además, destaca su evolución en la Academía: “cuando lo volví a dirigir en Infantiles jugaba de delantero pero con un toque diferente, había incrementado su visión de juego y se encontraba más cómodo como falso 9 que como 9 puro”.

Su transformación a mediocentro llegó a culminarse en los juveniles cuando el cuerpo técnico apostó por sacar más provecho de su inteligencia en el juego. Una leyenda para el valencianismo como Rubén Baraja fue su entrenador en el Juvenil A en División de Honor.
El exfutbolista vallisoletano utilizó a “el chino” (así le llamaban de sobrenombre por sus ojos “achinados”) como “6” y como ”8”, y recuerda en declaraciones para la web ché que “esta etapa como mediocentro defensivo le sirvió para ganar más consistencia, ser más fuerte y aprender esas otras facetas del juego para ser más completo”.
No es solo su talento es también su carácter lo que resaltan sus anteriores entrenadores. Javi Sanchís, quién también lo entrenó en juveniles realza cómo le sorprendió “muchísimo su personalidad, madurez, las ideas tan claras que tenía con el balón, tenía hechuras de líder”. A pesar de su juventud ya es uno de los referentes del vestuario, con permiso de Parejo, Gayá y Jaume.
En estos años de crecimiento en el Valencia, Carlitos Soler ha ido de la mano de dos amigos casi inseparables: Javi Jimenez y Toni Lato. El primero, un joven central que cuando se le abrían las puertas del primer equipo sufría una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla, una de las peores lesiones que puede sufrir un futbolista. Este defensa contaba con la confianza de Marcelino e iba a formar parte del primer equipo como cuarto jugador de la zaga esta temporada (ahora ha vuelto a reincorporarse a los entrenamientos del primer equipo). Por otra parte, Antonio Latorre (“Toni Lato”) lleva jugando con Carlitos desde los 9 años. Otro lateral zurdo de la cantera ché (tras Bernat y Gayá). Lato se ha consolidado en el primer equipo aunque este curso esté contando con pocos minutos.
Carlos Soler, futuro capitán
Tras tres temporadas en la élite y tras cumplir 100 partidos oficiales con el Valencia este joven talento ya se ha ganado un nombre en el fútbol y en la centenaria (le falta una semana) historia ché. A su edad (22 años) solo habían jugado más de 100 partidos oficiales como valencianistas jugadores tan ilustres como Farinós, Vicente, Mata, Gayá, Robert, Fernando Gómez y Raúl Albiol. Palabras mayores.
Además, el valenciano ha pasado por las categorías inferiores de la Selección y tras consolidarse como uno de los referentes de la sub-21, el pasado verano recibió la primera llamada de La Roja. Julen Lopetegui le llamó para participar en la concentración previa al Mundial de Rusia pasado. Finalmente, no entró en la convocatoria final para el torneo pero ya solo es cuestión de tiempo que reciba una justa llamada de Luis Enrique con la renovación del combinado nacional.
El “8” del Valencia ha querido huir de las comparaciones con leyendas del club cuando le han preguntado: “Mendieta es Mendieta, Baraja es Baraja, y yo soy Carlos Soler”. La prensa y aficionados le han cuestionado a Marcelino su posición sobre el terreno de juego. En sus primeras actuaciones en Mestalla con Voro en el banquillo agradó como mediocentro organizador, pero el actual técnico cántabro lo utiliza como jugador de banda. Cierto es que el curso pasado, cuando Parejo era baja, Soler tuvo alguna oportunidad de demostrar su valía como mediocentro organizativo y no ofreció un gran rendimiento en ese rol. Su mejor versión la hemos visto en banda, o bien de apoyo o como más puro extremo.
En la élite ha demostrado ser uno de los mejores asistentes de gol y le falta incrementar el número de tantos propios. Seis goles ha marcado en 100 partidos oficiales. Su mejor gol hasta el momento fue el primero, en Mestalla ante el Celta de Vigo en partido de la Liga de las últimas jornadas de la temporada 2016-17. El Valencia necesitaba los puntos para huir de la pelea del descenso, él había provocado el penalti que había propiciado el empate a dos de los gallegos. Últimos minutos, balón que le llega a Soler al borde del áera, un rival se tira al suelo para evitar que dispare pero Carlos resuelve con un enorme detalle de calidad con una vaselina para marcar el 3 a 2 definitivo. Aquel, su primer gol en Mestalla, entró en la portería situada en la grada donde pocos meses antes él iba a ver los partidos de su Valencia con su abuelo o sus amigos.
En estos 100 partidos que ahora cumple este jugador lo ha vivido casi todo. Llegó a un vestuario incendiado por un entrenador pirómano, como era Cesare Prandelli, que acusó a sus futbolistas de no sudar la camiseta. Se arremangó y lucho ante un ambiente depresivo por salvarse del descenso. Se ha ganado la titularidad con el Valencia de Marcelino, que cosechó una sólida clasificación para la Champions el curso pasado. Ya ha disputado Europa League y Liga de Campeones con su equipo, marcando un gol al Manchester United. Solo le falta levantar una Copa…y este mayo tiene una cita en Sevilla para intentarlo.
La ventaja que tienes cuando eres un joven prometedor es que la grada aplaude cada pase que haces, aunque sea horroroso. Cuando te ganas que te vean como un referente del equipo la exigencia sube y ya solo esperan de ti la excelencia, y esa transformación Soler ya la ha vivido. Mestalla ya le ha pitado. En este inicio de temporada, cuando el Valencia sumaba empate tras empate, él era uno de los mejores cada encuentro, al único que parecía que le salían bien los pases, y la grada le aplaudía.
En cambio, desde Navidad, un par de actuaciones discretas provocaron algún pitido de la grada. Mestalla es así, exige mucho, pero también da mucho. Es uno de los futbolistas más queridos y más serigrafiados en cada camiseta.
Sobre el escudo del club un murciélago abre sus alas, y a ese mamífero (si, no es un ave) se le están achinando los ojos. Con permiso de José Luís Gayà, otro futbolista canterano y capitán del equipo con Parejo, Carlos Soler está llamado a ser el Fernando Gómez, el Albelda, del Valencia para la próxima década. Sigue abriendo tus alas, vuelta alto, muy alto “Carlitos”.