Bilardo o Menotti. Eterna disyuntiva a la que se enfrenta el seguidor. En las siguientes líneas vamos a analizar la carrera y el sistema del primero de ellos. Es hora de dejar el estilismo a un lado e ir directamente a lo práctico.
Orígenes
Años 40, barrio de La Paternal en Buenos Aires, nace Carlos Salvador Bilardo hijo de sicilianos. Su padre, ebanista y carpintero, como muchos otros inmigrantes europeos de la época, tuvo que trabajar sin horario para sacar a su familia adelante. Estos valores del sacrificio y del esfuerzo, claves en su posterior sistema de juego, son inculcados a Bilardo desde muy temprana edad.
A la influencia de su familia se le une la futbolística. Como jugador, Bilardo llegó a Estudiantes de la Plata en 1965. Dos años más tarde, con el técnico Osvaldo Zubeldía en el banquillo, ganarían el Campeonato Metropolitano por primera vez en la historia del club de Buenos Aires. Éste fue un hecho histórico ya que se rompía la hegemonía de los denominados cinco grandes del fútbol argentino (Boca Juniors, River Plate, San Lorenzo, Racing Club e Independiente).

El ciclo hegemónico de Estudiantes bajo la batuta de Zubeldía añadió tres Copas Libertadores (1968, 69 y 70), una Intercontinental (1968) y una Interamericana (1969).
Sin duda, Zubeldía tuvo una gran ascendencia en Bilardo. Del técnico de Buenos Aires son algunas de las tácticas que aún hoy perduran en el fútbol como por ejemplo los córners sacados al primer palo para el posterior cabezazo atrás, la figura del centrocampista de contención o el adelantamiento masivo para provocar el fuera de juego.
Aquél Estudiantes jugaba con un marcado estilo defensivo rozando en más de una ocasión el borde del reglamento. Algunas historias, quién sabe si leyendas, apuntan a otros métodos como la utilización de alfileres para pinchar al rival en los córners o la, tan común hoy día, pérdida deliberada de tiempo.
Familia y fútbol. Carlos Salvador Bilardo, sin saberlo, ya tenía la semilla que daría lugar a su estilo como técnico.
Trayectoria
Tras ser subcampeón de Liga con Estudiantes en 1975, se marchó a entrenar al Deportivo Calí. Con el conjunto colombiano llegó a la final de la Libertadores de 1978 la cual perdería ante Boca Juniors. Aquél encuentro fue una oda al estilo de guerrilla más bilardista.

El mundo se divide en ganadores y perdedores. Del segundo nadie se acuerda. ¿Alguién se acuerda de quién fue el segundo en pisar América?»
Carlos Salvador Bilardo
Tras dirigir sin éxito a la selección colombiana a la cual no logró clasificar para el Mundial de 1982, volvió a su casa, a Estudiantes de la Plata con quien ganó el campeonato nacional aquel mismo año. Dirigir a la selección Argentina era ya sólo cuestión de tiempo.
La Albiceleste
Y así llegó al banquillo del combinado nacional en 1983 donde permanecería hasta 1990. El gran sacrificado fue César Luis Menotti quien dejaba el cargo en lo que supuso un giro radical de estilo por parte del presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Humberto Grondona.

Sin lugar a dudas, el momento álgido de Bilardo se produjo con la victoria en el Mundial de México en 1986. Una cita mundialista para la cual formó un equipo nutrido principalmente de jugadores de Estudiantes e Independiente, capitaneados por la mayor estrella del fútbol mundial de la época, Diego Armando Maradona.
Sin embargo, antes del histórico campeonato su permanencia como seleccionador estuvo en serio peligro. El gobierno de Raúl Alfonsín, con el apoyo de parte de la hinchada argentina, preveía una debacle en la cita mundialista. Los movimientos para sustituir a Bilardo se dieron, pero finalmente serían los jugadores los que no lo permitieron.
A veces, me quedaba solo […] Algunas tardes, cuando no había nada que hacer después de los entrenamientos, tomaba un hacha que tenía y le entraba a dar a los árboles, ¡pum, pam! Cortaba leña hasta quedar agotado. Una vez, en medio de los hachazos, sonó el teléfono. La persona que me había llamado me preguntó qué estaba haciendo. «Estoy en el psicólogo» le contesté. Así me descargaba.»
Extracto de la autobiografía «Doctor y Campeón».
La situación de tensión fue tal que en marzo de 1986, llegó a poner un cartel de «se vende» en su casa. El objetivo no era otro que la gente pensara que estaba deshabitada y dejara de atacarla. Todo este ambiente se reflejó en la despedida del combinado argentino del aeropuerto camino del Mundial.

Apenas tres seguidores se dieron cita y según cuenta el propio Bilardo uno de ellos no paraba de insultarles. En ese momento, al preparador argentino se le pasó por la cabeza «bajar del autobús y romperle la boca». Aunque confiesa que después se dijo a sí mismo «deja, cuando ganes el Mundial ya te van a venir a abrazar«. Tenía razón.
Tras ganar la Copa del Mundo de 1986, Bilardo llegó a dirigir a Argentina en el Mundial de Italia de 1990. A esa cita el combinado nacional llegó con varias bajas importantes, no obstante logró el subcampeonato fruto del oficio y sacrificio que Bilardo inculcaba a sus jugadores. Dicho Mundial tuvo momentos polémicos que han pasado a la historia del balompié, como por ejemplo «el caso de los botellines de agua«. Obviamente negado por Bilardo.
El Bilardismo
Para Bilardo la obsesión era la victoria. El cómo no juega ningún papel en su mente. La estética o el estilo son meros óbices por los que muchos entrenadores pasan dando lugar en la mayoría de casos a la no consecución de la gloria.
Su estilo de juego sufrió una evolución. De sus primeros 15 partidos como seleccionador sólo ganó tres, este hecho provocó que Bilardo cambiara su estilo pasando a jugar con tres centrales, cinco centrocampistas y dos delanteros. Con este 3-5-2 cosecha un par de victorias en la gira de Argentina por Europa previa al Mundial del 86. Sin embargo, en los partidos de clasificación para México 86, Bilardo vuelve al tradicional 4-4-2.

Así se llega al histórico encuentro de cuartos de final del Mundial contra Inglaterra. El técnico argentino prescinde de la figura del delantero centro pasando a una especie de 4-3-1-2. Pese a que Bilardo proclamaba que él fue el inventor del 3-5-2, lo cierto es que su estilo de juego era más bien un 4-4-2 un tanto más flexible dando lugar a la variante utilizada contra los ingleses. Este modelo de juego ejercería posteriormente una gran influencia en entrenadores como Manuel Pellegrini.
Para Bilardo, los extremos eran una figura denostada ya que los consideraba en declive. Él los prefería en el mediocampo actuando como volantes y de ahí que, pese a optar por los tres centrales, su juego estuviera claramente marcado por el mediocampo. No obstante, la defensa jugaba un papel esencial en el sistema del argentino. La premisa era clara: anular al rival y a partir de ahí construir el ataque.
Bilardo, un entrenador con unos planteamientos sobresalientes y con un amplio repertorio táctico. Cierto que esto iba acompañado de un arsenal de ‘malas artes’. De hecho, era conocido por algunos sectores como «Doctor Maquiavelo» (fue licenciado en Medicina, llegando incluso a ejercer como ginecólogo durante un breve período).
Y esta es la historia de Carlos Salvador Bilardo, un técnico que, dejando al margen sus polémicas, esta considerado como uno de los grandes entrenadores del Siglo XX.