Vivimos tiempos complejos, duros y difíciles, pero no tanto como los del proletariado en los tiempos en que vivió Charles Dickens. Ni mucho menos. Siglo y medio después de aquella época victoriana, afortunadamente, las reglas han cambiado y, aunque aun queda un largo camino por recorrer, los currantes podemos dejar al margen nuestras preocupaciones y centrarnos en frivolidades como la que representa la pasión de TresCuatroTres: El fútbol.
Como muchas otras leyendas, Dickens fue antes obrero que autor, operario de fábrica que celebridad, en definitiva, cocinero antes que fraile. Su experiencia dejó una visión muy determinada de las relaciones sociales y laborales de su entorno de modo que uno de sus personajes más icónicos, con la inestimable actualización de Walt Disney, es su Ebenezer Scrooge, avaro y egoísta contable es su incunable Canción de Navidad.

No son la avaricia y el egoísmo dos calificativos que podamos asignar al bueno de Monchi (Scrooge), pero no podemos negar que las cosas, como al protagonista del cuento victoriano, le van bien. Ha vuelto a su casa. En ella se siente querido, pero, sobre todo, respetado. Está cómodo y todo parece indicar que ha vuelto a realizar esa magia, navideña o no, que le hace convertir en oro todo lo que toca. Bueno, todo, todo, todo no.
Comienza a ser indiscutible la multiplicación del valor de mercado de jugadores como Lucas Ocampos, Diego Carlos o Jules Koundé. También el empaque de Fernando y Gudelj o las garantías de Jordán y Óliver Torres. Trabajo bien hecho. Nada que objetar. Mucho que agradecer.
Pero hace unos días Monchi nos indicó que no le gustaba el mercado invernal por una razón tan objetiva como la de la falta de tiempo de adaptación. Él mismo recordaba que en este mercado a veces le ha ido bien, recordemos a Daniel Alves o Iván Rakitic y otras no tanto. Como en todo. Y, en este punto, volvemos a la planificación de la actual temporada. Ya hemos indicado los aciertos evidentes que se han tenido, pero existen puntos oscuros y desaciertos que ni la actual situación clasificatoria puede esconder. Si finalmente se decidiese no acudir al mercado invernal a parchear lo agujeros por donde se escapa el aire…
Imagino a Monchi decidiendo no ir al mercado. Es probable que esa misma noche acudiese a su alcoba el fantasma del pasado. Pongámosle la cara de alguien poco amado por el sevillismo. Alguien que resultó determinante a su manera. Se me ocurre, Eduardo Iturralde González, trencilla de infausto recuerdo. Imaginen la pesadilla de Monchi de la mano de Iturralde, visitando la exitosa y felicísima temporada 2006/2007.
Fueron tiempos felices, como los que Scrooge encuentra en su pasado. Pero faltó muy poco para tenerlo todo. Todo. Faltó ambición en unos pocos partidos, como el de Tarragona, y faltó un arbitraje justo y ecuánime en Mallorca. Por eso se viaja al pasado feliz de la mano de Iturralde, para recordarnos que pude haber sido aún más feliz. Desde aquella temporada 2006/2007 el Sevilla no ha vuelto a luchar una liga. ¿Fue la última oportunidad?

Si el fantasma del pasado deja una alegría con cierto sabor amargo, el fantasma del presenté llega de la mano de Frederic Kanouté, el máximo goleador hispalense del fútbol moderno (es el cuarto goleador histórico del equipo tras Campanal I, Arza y Juan Araujo). Kanouté lleva a Monchi de nuevo a Mallorca. El equipo ha vuelto a ganar, pero los goles han llegado de la mano de Diego Carlos y Banega de penalti. De Jong cada vez se muestra más desconectado. Chicharito Hernández y Munas Dabbur con pocas oportunidades y menos trascendencia. Munir desplazado a banda.
Entre los cuatro delanteros del Sevilla han marcado cinco goles en Liga. Siete, si unimos a Nolito a este grupo. Se dice pronto. El presente es poco fructífero y solo un centro del campo y una defensa de niveles competitivos muy altos explican el buen rendimiento y la gran clasificación del Sevilla a falta de una jornada para que termine la primera vuelta. La capacidad defensiva del Sevilla es de primer nivel y para que así sea se han unido en el equipo jugadores físicos, tácticos y solidarios además de un entrenador de perfil resultadista y de gatillo fácil a la hora de restar delanteros para sumar centrales. No cabe la menor duda de que el sistema funciona. A costa del espectáculo quizás. A costa de la desconexión entre equipo y grada, también. Pero funciona.
El camino de Monchi, de la mano de Kanouté, repasando la vanguardia sevillista no puede terminar más que en un rictus de preocupación. Sin gol es complicado llegar lejos. Sin más gol no es posible aspirar a títulos. ¿O sí? Hay una estadística positiva en el aspecto del gol: El Sevilla marca siempre. Tan solo en el partido en casa frente al Real Madrid más defensivo que se recuerda en Nervión fue incapaz de marcar. Aún así, es evidente que la planificación ofensiva no ha funcionado. Por lo que sea.
Esta noche de insomnio que le auguro al flamante director deportivo tiene que terminar con el fantasma del futuro. Este fantasma no tiene rostro. Nos lleva al mes de mayo, el Sevilla aun con opciones de muchas cosas, pero con los Nolito, Munir, De Jong, Dabbur y Chicharito todavía en plantilla. Y todos ellos sin gol. ¿De verdad va el Sevilla a jugarse las habichuelas con esta delantera? ¿Y si el balón clave es una contra que debe conducir el espigado delantero holandés? ¿O en un mano a mano de Nolito?
Monchi se despierta sobresaltado. Mira su agenda y empieza a marcar un teléfono… En un perfecto inglés con acento de la Isla de San Fernando saluda, – ¡Buenos días! ¿Podría hablar con Zlatan?

Con esta fábula que espero que les robe una sonrisa, este humilde redactor de trescuatrotres.es les desea una Feliz Nochebuena y un Feliz mercado de invierno a todos.