Rumbo a Estados Unidos
El 8 de septiembre de 1993, Bulgaria se dejaba gran parte de sus opciones para ir al Mundial del 94, empatando en casa ante Suecia. Con ese 1-1 final, la tabla del Grupo 6 de la UEFA clasificatorio para la fase final de Estados Unidos dejaba a Francia como líder con 13 puntos, Suecia segunda con 12 y Bulgaria tercera con 10.
En aquellos años, las victorias valían dos puntos y se clasificaban las dos primeras de cada grupo, sin repescas. Francia recibiría en París a la colista Israel y a la propia Bulgaria en las dos jornadas finales. Suecia recibía a Finlandia y cerraba su fase en Austria. Bulgaria debía ganar ante Austria en la última jornada y esperar tropiezos inesperados. A los franceses les bastaba un punto, a los suecos dos, de cuatro posibles.
Bulgaria cumplió el 13 de octubre en Sofía, 4-1 ante Austria. Ese mismo día, Suecia sellaba su pase mundialista (tenía el goalaverage ganado a los búlgaros) con un 3-2 ante Finlandia. Al descanso, Francia ganaba 2-1 a Israel en el Parque de los Príncipes. Bulgaria estaba fuera. Sin embargo, dos goles de la selección hebrea valieron para una histórica remontada y la primera (y única) victoria de ese combinado en toda la fase. Suecia 14 puntos, Francia 13, Bulgaria 12.

El partido decisivo se disputó el 17 de noviembre de 1993 en París. A Francia le bastaba el empate para pasar, a Bulgaria solo le valía la victoria. Éric Cantona empezó inclinando la balanza a favor de los locales en el minuto 32. Transcurridos cinco minutos, Emil Kostadinov puso el empate para los visitantes y así se llegaba al descanso. Francia todavía estaba clasificada. Pero casi al final del partido, de nuevo Kostadinov silenció como nunca al Parque de los Príncipes con un disparo certero que superó a Lama, dio en el larguero y entró de forma impecable. Bulgaria iría a Estados Unidos y Francia a la catarsis.
Primera fase

Después de 8 años sin disputar una fase final, Bulgaria comenzaba su andadura en el Cotton Bowl de Dallas el día 21 de junio de 1994. El rival fue la selección de Nigeria, que enseguida se revelaría como una de las sensaciones del torneo, mal que le pesara al combinado búlgaro. El 3-0 coleaba en el marcador final del partido con los goles de Yekini, Amokachi y Amunike. Ese mismo día, Argentina batió por 4-0 a Grecia en Boston.
Los griegos esperaban el día 26 en Chicago y en ese partido fue cuando Bulgaria comenzó a despertar. De la mano de Stoitchkov, flamante estrella del equipo y delantero consagrado del FC Barcelona, se endosó un 4-0 a Grecia. Dos goles (uno de penalty) del propio Hristo, uno de Letchkov y otro de Borimirov redondearon el resultado. Argentina había vencido por 2-1 a Nigeria el día anterior.

El primer golpe de efecto llegó el 30 de junio, de nuevo en Dallas. Argentina, en shock por la sanción y posterior suspensión por dopaje a Maradona, no pudo con Bulgaria. El combinado del Este de Europa comenzaba a dar serios avisos de lo que sería capaz de hacer. Los goles de Stoitchkov y Sirakov, ambos en la segunda parte, pusieron un claro 0-2 en el marcador final. Nigeria venció por el mismo marcador a Grecia en Boston. Eso significaba que los africanos pasaban como primeros con 6 puntos, empatados a puntos con búlgaros (segundos) y argentinos (terceros y repescados).
Octavos: los penalties sonríen ante México

El 5 de julio de 1994, en el Giants Stadium de Nueva York, se daban cita las selecciones de México y Bulgaria para los octavos de final de aquel mítico torneo. Se daba la circunstancia de que, si Bulgaria pasaba, superaría su techo mundialista histórico, logrado ocho años antes, precisamente cuando su rival de aquel día fue anfitrión del torneo. Stoitchkov adelantó pronto a Bulgaria, antes de los diez minutos. Sin embargo, en el 18, García Aspe empataría de penalty. El marcador ya no se movería. La eliminatoria se decidiría irremediablemente en tanda. Allí, los aciertos de Guenchev, Borimirov y Letchkov bastaron para doblegar al conjunto azteca, por el que solo transformó Suárez.
Cuartos: adiós al campeón

El mismo escenario que en octavos fue testigo de un partido para la historia de los mundiales, el día 10 de julio. Alemania, ya reunificada, con la vitola de actual campeona del mundo, sucumbió ante la fuerza y capacidad de reacción de Bulgaria. Como sucediera meses antes ante Francia, los germanos comenzaron dando por buenos los pronósticos merced a un gol de Lothar Matthäus en el minuto 47. Sin embargo, Stoitchkov y Letchkov remontaron en cuestión de cuatro minutos y pusieron el 2-1 final en el marcador. Los alemanes volvían a casa y los búlgaros seguirían soñando con agrandar una actuación que, pasara lo que pasara, ya era histórica.
Semifinales: demasiado Roberto Baggio

El 13 de julio, otra vez en Nueva York, se daban cita Bulgaria e Italia para una semifinal inédita de Copa del Mundo de fútbol. Con permiso de algunos jugadores brasileños, se daban cita allí las dos mejores individualidades de aquel torneo: el búlgaro Hristo Stoitchkov y el italiano Roberto Baggio. El mundo entero esperaba que ambos resultaran claves. Y lo fueron. A los 25 minutos, Baggio ya había anotado dos tantos para los azzurri. El delantero del Barcelona no quiso ser menos y transformó un penalty al borde del descanso para colocar el 2-1. El marcador ya no se movería en una segunda parte de poder a poder.
Bulgaria se citaría con Suecia para el intrascendente tercer y cuarto puesto. Los suecos pusieron las ganas y los goles y endosaron 4 a los búlgaros en la primera mitad, tantos de Brolin, Mild, Larsson (sí, ese Henrik Larsson) y Kennet Andersson.
Epílogo: Inglaterra ’96 y Francia ’98
Aquel bloque de la selección búlgara ya no alcanzaría las cotas del torneo de Estados Unidos. Sin embargo, dejó para la historia la primera clasificación del país para una fase final de la Eurocopa (y entonces iban 16 selecciones), que sería la disputada en Inglaterra en 1996. A punto estuvo de dar un disgusto a España aquella selección, eliminada tras caer ante Francia por el gol postrero (en el otro partido) de Amor ante Rumanía.
Peor le fueron las cosas en Francia 98, quedando última de grupo y sufriendo la inútil goleada de España por 6-1. Ninguna de las dos selecciones europeas había cumplido sus expectativas ante Nigeria y Paraguay. Como nota, un apunte curioso: el único gol de los búlgaros en aquel torneo, el del honor ante España, fue obra de Emil Kostadinov, el mismo hombre que abrió la lata en París para hacer posible la hazaña del 94 y toda la historia aquí narrada.
Etapa de dorada de una selección pronto venida a menos y hoy desaparecida de le élite del fútbol actual.
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