Soy de esas personas que suelen tener casi siempre a mano un pequeño cuaderno, como apoyo de una memoria algo frágil. Una de las cosas que apunto en el cuaderno son las ideas para estos artículos. Entre ellas, nombres de jugadores de los que me apetece conocer más cosas u observar en profundidad para poder compartirlo con los lectores.
Uno de los nombres que entraron en mi cuaderno hace ya algunas semanas se ha convertido en los últimos días en personaje de gran actualidad. De hecho, puede convertirse esta semana en un internacional de nuevo cuño. Y no es que yo sea precisamente un visionario, es que el nivel futbolístico de este chico es clamoroso. Es el extremo zurdo del Éibar, cedido por el Sevilla FC, Bryan Gil.
Estamos hablando de un extremo de los de toda la vida. Y de los que ahora escasean. De esos a los que les gusta el olor de la cal y no sienten vértigo al correr manejando el balón en el estrecho sendero que queda entre la línea de banda y los afilados tacos de los rivales.
Un regateador, rápido y por supuesto, descarado. Con 20 años recién cumplidos, 1’75m de altura, figura afilada y una especie de casco de Playmobil por pelo, solo verle ya resulta llamativo. Ese aspecto le ha valido apelativos como los del nuevo Cruyff o el Beatle de Barbate, pero en poco tiempo ha conseguido que su fútbol pase por delante de los motes relacionados con su aspecto.
Como decíamos, es zurdo y gusta de jugar en posición de extremo izquierdo, a perfil natural, partiendo desde la banda y, normalmente, finalizando la jugada en la propia banda. Aunque tiene salida en el regate por los dos perfiles, su resolución habitual es la de lanzar centros desde línea de fondo, en mayor medida que driblar en diagonal o buscar disparos. También puede jugar en la derecha o con libertad por detrás de un delantero, pero no son las posiciones en las que más brilla su destreza.

En la izquierda es un retador, un valiente, pero no un insensato de la verticalidad. No es el típico jugador habilidoso que acaba perdiendo decenas de balones por no ser capaz de levantar la cabeza. Bryan Gil mide bien las situaciones, los defensores que le acechan, las posibilidades de escapar… todo ello en décimas de segundo, para luego tomar la decisión de encarar o de buscar un compañero en un pase corto horizontal y esperar mejor opción.
Recuerda a los gamberros de las películas de los 70, que empezaban a acelerar el coche en los semáforos en rojo para retar al vehículo de al lado a una carrera. Bryan se frena, mide al defensa, y si ve buena opción, arranca para dejarle atrás, o se cambia el balón de pie con rapidez y precisión en la conducción para minar la moral de su oponente.
Pero, ojo, no hablamos de un tipo solamente rápido y habilidoso que, cuando llega a línea de fondo tira un pelotazo sin sentido ni dirección, donde caiga. No es el caso de Bryan Gil. Por más velocidad y dificultad en la ejecución del desborde que haya precisado la jugada, el centro siempre va a llevar intención. Nada de globos a beneficio del portero y la defensa, cuelga centros tensos, combina rasos y altos, con la cabeza alta y buscando al compañero en la mejor situación posible.
Ese buen pie zurdo le puede servir para ir ganándose el derecho a ejecutar los balones parados. Es una asignatura pendiente que sospecho que irá aprobando poco a poco. Como la faceta defensiva, en la que es responsable y entregado, pero en la que tiene que seguir madurando.
Su perfil futbolístico, cuadra con el origen de su juego. Un perfil muy propio de la cantera gaditana. Amante del vértigo, de la sensación de saltar al vacío que supone encarar a un par de defensas sin más arma que tu habilidad. Es un futbolista de barrio, de calle, de lanzarse al descampado con el balón debajo del brazo hasta que se haga de noche. A eso se dedicaba Bryan en su Barbate natal, a jugar al fútbol con niños más mayores que él en la calle. No fueron sus padres, sino un vecino, quien animó a su madre a llevar al pequeño Bryan a la escuela de fútbol local. Allí empezó su formación.

En edad alevín, la cantera del Sevilla FC supo «pescar» a esta joya. Lo hizo en un momento difícil para la familia de Bryan Gil. Los apuros económicos de los padres obligaron al club a ayudar a sus padres para que pudieran llevarle dos veces por semana de Barbate a la capital hispalense para poder entrenar. Incluso ayudaron a buscarle trabajo a su padre, en paro por la crisis del ladrillo.
Fue ascendiendo por las categorías inferiores del Sevilla FC, hasta debutar con el primer equipo antes de cumplir los 18 años. Fue en invierno de la temporada 18/19. A pesar de no jugar más de 20 minutos en ninguno de los partidos de aquella segunda vuelta liguera, fue el primer nacido en el siglo XXI en dar una asistencia y en marcar un gol de la historia de la competición.
En la temporada pasada, la llegada de Ocampos, la presencia de Munir, del Mudo Vázquez o de su paisano Nolito, le taparon cualquier opción para que Lopetegui contara con él. Por ello, a mitad de campaña, salió cedido al Leganés. Allí, a pesar del descenso, se fue ganando un nombre en la primera división española. Fue de las pocas buenas noticias que dejó el equipo madrileño antes de caer a segunda.
Pero no parece que esa brillante segunda vuelta con el Leganés fuera suficiente para ganarse la continuidad en la tremenda plantilla del equipo de Nervión. Seguramente con buen criterio, Monchi, Lopetegui y compañía, decidieron buscarle otra cesión en la que tuviera minutos y ganara experiencia. Así, le encontraron acomodo nada más empezar la Liga en el Éibar.
Se presencia en Ipurúa nos obliga a recordar el paso de otro zurdito genial por el club armero. Con estilos completamente diferentes, la historia de Bryan Gil recuerda a la de David Silva, que se curtió en Éibar para brillar posteriormente. A las órdenes de Mendilíbar, a buen seguro que Gil estará aprendiendo muchísimo. Se asentó pronto como titular indiscutible y como pieza fundamental de los recursos de ataque del club guipuzcoano. Además, al igual que en su anterior cesión en Leganés, la mala clasificación del Éibar le estará enseñando la cara más dura del fútbol.
¿Qué le espera a Bryan Gil? Seguramente la afición sevillista lamentaría mucho no poder aprovecharle una campaña completa con presencia en el primer equipo, pero los cantos de sirena desde el Camp Nou parecen potentes. Algunos allí le comparan con Neymar. Además, no es el Barça el único club que entra en la rumorología que rodea al barbateño.

Su primera convocatoria con la absoluta, que acogió con emoción y derramando lágrimas de alegría al enterarse, disparará esos rumores y noviazgos con opciones de futuro. Porque un jugador de esas características tan diferentes a las habituales en el fútbol actual, siempre va a tener un lugar.
Bryan Gil tiene margen de mejora. Por ejemplo, ganando recursos para jugar más por el centro del ataque, cogiendo confianza en el disparo para poder ser peligroso rompiendo hacia dentro cuando juegue por la derecha, mejorando en su fuerza física… Tiene una edad perfecta para seguir creciendo y una cabeza bien amueblada derivada de su educación en el seno de una familia modesta y trabajadora. Es una mezcla estupenda para estimarle como uno de los jugadores con más futuro del fútbol español y europeo.
Y es un jugador muy “sureño”,y aparte de sus muchas cualidades futbolísticas, parece una persona equilibrada y sensata que es una cualidad que muchas veces no acompaña a los genios del deporte. y que al final suele ser fundamental para aupar definitivamente a quienes la poseen al Olimpo de los Dioses.Ojalá sea así porque además se hace simpático para el espectador objetivo,aunque antipático para quien lo sufre,y ojalá también, que podamos disfrutarlo en el Sevilla unas temporadas.
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