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El 22 de diciembre de 1976, en la cancha de Racing Club, River Plate y Boca Juniors se enfrentaron por primera vez en una Final. Habían ganado sus respectivos grupos en el Campeonato Nacional argentino y se encontraron en el partido decisivo después de superar las instancias de Cuartos de Final y Semifinal.
River, dirigido por Ángel Labruna (quien fue tan importante para la historia del Millonario que el Día del Hincha del club de Núñez se celebra en cada aniversario de su nacimiento) había ganado la Zona B, derrotó en Cuartos a Quilmes por 2-1 y eliminó a Talleres 1-0 para acceder a la última instancia del Nacional. A cargo de Juan Carlos Lorenzo, Boca Juniors ganó la Zona A y borró de la competencia a Banfield (2-1) y a Talleres (1-0).
Ese caluroso 22 de septiembre de 1976, en plena dictadura argentina, Boca se impuso 1-0 con un gol de Rubén Suñé a los 27 minutos del segundo tiempo. Fue un partido trabado, tenso, según la revista El Gráfico, y se registró una cifra de casi setenta mil espectadores.
Antes de ese histórico cruce (única final entre River y Boca durante cuarenta y dos años), se habían registrado antecedentes de Superclásico en la Copa Libertadores 1966 y 1970, con cuatro partidos en cada edición. En la primera de ellas, Boca obtuvo un balance de 2 partidos ganados, un empate y una derrota en duelos disputados en la Primera y Segunda Fase, que se jugaban mediante el sistema de grupos. Pese a esto, River fue el que logró acceder a la Final de la Copa Libertadores 1966, la que perdió ante Peñarol de Uruguay.
En la edición 1970 también se enfrentaron en la Primera y Segunda Fase. Boca Juniors ganó nuevamente en el balance, con los mismos números: dos partidos ganados, un empate y una derrota. Sin embargo, otra vez, el que más lejos llegó por su marca en la Segunda Fase, fue River: Quedó eliminado recién en la semifinal frente a Estudiantes de La Plata, que se consagraría campeón por segunda vez consecutiva.
Boca Juniors fue campeón de la Copa Libertadores por primera vez en 1977 después de ganarle a River el año anterior en el Nacional 1976. En esa edición se dio el lujo de ganarle una vez a River (1-0) y empatar sin goles en el siguiente duelo, en el marco de la Primera Fase. El Millonario quedó eliminado en dicha instancia y el Xeneize avanzó a la Segunda Fase, lo que le permitió continuar en la competición y quedarse con el trofeo más deseado de Sudamérica tras vencer por penales a Cruzeiro en la Final.

El equipo de Juan Carlos Lorenzo obtendría el bicampeonato en la Copa Libertadores el año siguiente. En 1978 también le tocó enfrentarse a River, obteniendo la misma marca que en la anterior edición: una victoria (2-0) y un empate (sin goles). Se enfrentaron en la Segunda Fase; Boca ganó el Grupo A y avanzó a la Final frente a Deportivo Cali, al que vapuleó 4-0 en el segundo duelo, y se quedó por segunda vez en su historia con la Copa Libertadores.
En 1982 el Superclásico se disputó dos veces en el Grupo 1 de la Primera Fase de la Copa Libertadores. River, por primera vez, obtuvo un resultado favorable en el balance: derrotó a Boca 1-0 como local y empató sin goles como visitante. El Millonario ganó su grupo, lo que le permitió acceder a la siguiente fase y sacar a su eterno rival del mapa. No obstante, al Millonario lo eliminaría Peñarol en la Segunda Fase.
Cuatro años más tarde, en la Copa Libertadores 1986, River obtuvo la misma marca: le ganó a Boca 1-0 como local y empató (esta vez 1-1) como visitante. El Millonario dejaba afuera en la Primera Fase a Boca y avanzaba en el torneo continental de clubes más importante de Sudamérica, el cual ganaría por primera vez en su historia tras vencer en la final a América de Cali por un global de 3-1.

En la Libertadores 1991 volvieron a enfrentarse en el Grupo 1. El Millonario quedó último y Boca primero. Además, el Xeneize venció a River 2-0 y 4-3 en los duelos en los que les tocó enfrentarse. En esa edición quedaría eliminado en Semifinales a manos de Colo Colo, de Chile, que ganaría la Copa.
El año 2000 significó uno de los mejores para la historia de Boca. En los Cuartos de Final de la Copa Libertadores de ese año enfrentó a River y, luego de un resultado adverso en el partido de Ida en el Monumental (2-1 en favor del Millonario), lo goleó 3-0 en La Bombonera. Gracias a esta victoria pudo avanzar en la Copa y quedarse por tercera vez en su historia con el trofeo tras vencer a Palmeiras en la Final. Meses más tarde le ganaría al Real Madrid 2-0 en la Copa Intercontinental gracias a las asistencias de Juan Román Riquelme y los goles de Martín Palermo.

En las Semifinales de la Libertadores 2004 ocurrió nuevamente un Superclásico. Tras la victoria de Boca 1-0 en La Bombonera, River logró vencer al equipo de Carlos Bianchi por 2-1 sobre el final gracias a un gol de Cristian Nasuti. Este resultado, sin embargo, no le sirvió por el agregado global. En los penales, y en una cancha sin público de Boca, el Xeneize se impuso y avanzó a la Final, la cual terminó perdiendo frente a Once Caldas, de Colombia.
El 26 de junio de 2011 fue el peor día de la historia de River Plate. El Millonario necesitaba ganarle por una diferencia de dos goles a Belgrano de Córdoba para no descender a la Segunda División del Fútbol Argentino. El equipo de Núñez había perdido 2-0 en el partido de Ida de la Promoción (la cual enfrentaba a equipos de Primera División con equipos de la Segunda División, llamada B Nacional) y, al ser de Primera, tenía ventaja deportiva. Empató 1-1 en el Monumental y esto significó un suceso histórico: El Millonario jugaría la siguiente temporada en la Segunda División del Fútbol Argentino por primera vez en su historia.
Este suceso significó una gran tristeza para los hinchas de River, y una alegría para los hinchas de Boca, club que hasta la fecha nunca descendió de la Primera División del Fútbol Argentino. El Millonario salió campeón de la B Nacional en la temporada 2011-12 y ascendió 363 días después de aquel fatídico empate frente a Belgrano, el 23 de junio de 2012.
Dos años más tarde, River y Boca volvieron a enfrentarse en un torneo internacional después de diez años. El cruce se produjo en la Copa Sudamericana 2014 (el equivalentente a la Europa League en Sudamérica) por la Semifinal. La Ida fue un partido trabado, duro, en La Bombonera, y la Vuelta se disputó en el Monumental. A los veinte segundos de inicio del partido, Ariel Rojas (River) quiso despejar una pelota en el área. Dio un giro para patear la pelota y, sin verlo, le cometió una falta a César Meli, que presionaba para quedarse con el balón. Emmanuel Gigliotti, de Boca, se hizo cargo del disparo del tiro de penal y Marcelo Barovero, en ese entonces arquero de River, detuvo el impacto. El Millonario tomó un envión importante para el resto del partido y ganó gracias a un gol de Leonardo Pisculichi. Luego de esa serie, los de Marcelo Gallardo se quedaron con la Sudamericana tras vencer a Atlético Nacional de Colombia en la Final.
Ese cruce fue el primero de los tres que tuvimos en los últimos años. Se tomó como una revancha, por algunos, de la Semifinal de la Libertadores 2004, aunque las competiciones no tienen la misma relevancia. Seis meses más tarde, River y Boca se enfrentaron por los Octavos de Final de la Copa Libertadores 2015. En mayo de ese año se enfrentaron tres veces; el cruce internacional coincidió con el duelo por el Torneo de Primera División, que terminó con una victoria de Boca 2-0. En el partido de Ida de la Libertadores River se impuso en el Monumental por 1-0 gracias a un gol de penal de Carlos Sánchez. En la Vuelta se jugaron cuarenta y cinco minutos en La Bombonera y no hubo goles. Cuando los jugadores del equipo visitante estaban saliendo del vestuario e ingresando a la manga que los llevaba al estadio un hincha local les tiró gas pimienta. El partido fue suspendido y la Confederación Sudamericana de Fútbol le dio a River el pase a los Cuartos de Final. El Millonario terminaría ganando la edición de ese año. Así se concretaría la revancha, en este caso, de la Copa Libertadores del año 2000.

En diciembre de 2017 River se consagró campeón de la Copa Argentina. El campeón del Torneo de Primera División 2016/17 había sido Boca Juniors ¿Qué significaba esto? Se enfrentarían en 2018 por la Supercopa Argentina. El duelo se jugó el 14 de marzo en la provincia de Mendoza. River se impuso 2-0 con goles de Gonzalo Martínez e Ignacio Scocco y se quedó con el tercer cruce directo de los últimos cuatro años, que significó la segunda final entre River y Boca.
El lector puede olvidarse de toda la información anterior.
El miércoles de la semana pasada (31 de octubre) se confirmó que habrá un Superclásico en la Final de la Copa Libertadores, un hecho histórico que nunca antes se vivió en Sudamérica. Boca superó a Palmeiras en la Semifinal en un global de 4-2 y River eliminó a Gremio tras empatar 2-2 y ser favorecido por la regla de gol de visitante.
Luego de idas y vueltas, de disputas políticas entre las directivas de los clubes, y hasta una intromisión del Presidente de la Nación (quien fue presidente de Boca durante veintidós años), que pidió jugar con público visitante sin consultar antes a los clubes, que se negaron por cuestiones logísticas (cabe aclarar que en Argentina los partidos se disputan sin público visitante desde 2013), se le puso fecha a este hecho histórico: 10 de noviembre en La Bombonera (estadio de Boca) y 24 de noviembre en el Monumental (estadio de River). Ambos partidos se disputarán a las 21hs (hora de España) y no regirá la regla del gol de visitante. En caso de empate, se jugará una prórroga de 30 minutos. De persistir la igualdad, se definirá el campeón en los penales.
Este partido es el más importante de la historia del Fútbol Argentino a nivel clubes. No es una opinión personal del autor, no es una contingencia, es una realidad: El que gane, tendrá la gloria eterna. Los hinchas del ganador podrán terminar rápidamente la superficial discusión de qué club es mejor con un simple “Yo te gané una Final de Libertadores”. Se jugará una serie que cambiará para siempre la forma de ver fútbol en Argentina. Ningún partido, exceptuando que se repita esto, va a ser tan importante como los dos que estamos por presenciar. La Argentina se está preparando, con mucha ansiedad, nervios e incertidumbre, para esta Final.

En lo referente al presente de cada equipo, el autor de esta nota considera que, teniendo en cuenta los cuatro semifinalistas, se dio el duelo más parejo, en el que no hay favoritos y las posibilidades se acercan al 50-50. Si River enfrentaba a Palmeiras, era favorito. Si Boca enfrentaba a Gremio, era favorito. En caso de darse un duelo entre equipos brasileños, el favorito era el último campeón, Gremio. Pero River y Boca están en situaciones futbolísticas similares. El equipo de Marcelo Gallardo, que definirá de local, está en un buen presente y tiene un equipo consolidado, ya que el plantel no sufrió grandes pérdidas en el último mercado de transferencias.
El equipo de Guillermo Barros Schelotto, que tiene la presión de hacer un buen partido como local en la Ida, ha crecido futbolísticamente luego de resultados no tan buenos en el inicio de la temporada. Viene de ser el bicampeón del fútbol argentino y en la fase KO de la Copa Libertadores está invicto, pero en lo referente al juego no ha logrado un funcionamiento fluido que le permita consolidarse como un claro favorito a ganar su séptimo trofeo en esta competición. Sin embargo, ha dado muestras de carácter eliminado a dos equipos brasileños (siempre definiendo en condición de visitante) y llega a la Final en situación de igualdad frente a un River que hace unos meses lo superó claramente en el partido por la Superliga Argentina por 2-0 en La Bombonera.
Por otro lado, está en juego lo psicológico. River se quedó con los últimos tres cruces directos y Boca tiene antecedentes favorables frente al Millonario a lo largo de la historia. Ambos equipos tienen fortaleza mental e ideas claras de juego. Los de Gallardo llegan más consolidados en lo futbolístico, pero los de Guillermo Barros Schelotto tienen sed de revancha.
¿Por qué el autor le pidió al lector que olvide toda la información previa a contar sobre la Final? Porque toda esa historia quedará opacada por el resultado de este partido de 180 minutos. No se borrará, claramente, pero los hinchas ganadores recordarán esta final muchísimo más de lo que recordarán otros sucesos, como las Semifinales de 2004 y 2014, los Cuartos de Final del 2000 y los Octavos de 2015. River y Boca tendrán la oportunidad de alcanzar la gloria eterna en frente a su rival de toda la vida. La historia de ambos quedará marcada por siempre por estos dos partidos y muchas personas reproducirán el recuerdo a las futuras generaciones.
El fútbol en Argentina no era un tema trascendente en el 2018. La Selección ha decepcionado en Rusia, la moneda nacional se devaluó un 50% y hay crisis económica. Pero gracias a River y a Boca el trofeo se quedará en suelo argentino, uno de los lugares en los que más veces se quedó.
Hay personas con ansiedad, personas con nervios, personas que sufren, personas que lo disfrutan, personas con alegría, personas confiadas, personas con miedo. Gran parte de la Argentina espera a estos dos partidos con mucha expectativa y espera que los equipos no decepcionen. La violencia es un miedo de muchos, y el objetivo de los medios de comunicación es bajarle la tensión a esto porque es simplemente un deporte y nadie merece sufrir un ataque físico o de cualquier tipo por el hecho de ser hincha de un equipo de fútbol. Aquellos que lo plantean como una cuestión de vida o muerte dan un mensaje equivocado.

No es un duelo comparable a un Real Madrid – Atlético Madrid o Bayern Munich – Borussia Dortmund en Final de la Champions, o Juventus – Milan en la Final de la Coppa Italia ¿Por qué? La forma en la que se vive el fútbol en Argentina hace que una Final entre los equipos más populares del país sea la final más importante de la historia de un torneo continental. Hay muchísima pasión y se vive con muchísima intensidad. River y Boca son dos gigantes de Sudamérica, pero la forma en la que se sienten los resultados deportivos en Argentina hace de esta final un hecho único en la historia. Ojalá los deportistas nos den un espectáculo disfrutable.