Las grandes capitales de Europa sirven tradicionalmente de feudo a algunos de los equipos más poderosos del planeta fútbol. De manera excéntrica, en el sentido físico de la palabra, podríamos hablar de: Madrid con éxitos como las dos finales de Champions seguidas entre Real y Atlético; Lisboa con el flamante campeón Benfica; Roma y su legendario equipo Champions; o el caso PSG, que desde que acogió el capital catarí ha refrendado el mítico Ici, c’est Paris ¿Y Londres? Londres ha protagonizado un triunfo que será recordado en los pubs por décadas. De la ocupación inglesa en las dos finales europeas, tres equipos son de la city: Tottenham, Arsenal y Chelsea, apabullante vencedor anoche de la Europa League. Pero, si hablamos de Berlín, la cosa cambia. Sólo los muy futboleros saben del Hertha, un equipo que no se prodiga en Europa, por lo que hablar de un segundo club berlinés es para muy avanzados. Aunque gracias al hito de contar con dos referentes en la Bundesliga por primera vez en la historia, la capital teutona podría entrar en esa escena de las más top.
Para empezar, hemos de entender la coyuntura del balompié berlinés. En este punto del mapa germano es donde más se notó la fractura de las dos Alemanias durante la Guerra Fría. Los equipos se atomizaron, al igual que las ligas, por lo que el nivel decayó, sobre todo, en el lado oriental. Mientras los clubes de la Alemania Federal mantenían sus prestaciones en la embrionaria Bundesliga (Bayern, Borussia Dortmund, etc.), los de la RDA competían en ligas de menor calado. Esto ha provocado un retraso a la hora de mantener el ritmo de clubes con mayor potencial. Aunque quizás, la mayor parte de culpa se la lleve la corrupción, que ha impedido la gloria a un equipo de 126 años como el Hertha de Berlín. Y es que pese a ser el conjunto más importante de la capital, no gana una Liga desde hace casi noventa años. De hecho, purgó durante los años 80 y 90 sus problemas económicos en divisiones inferiores.

Hoy, el equipo técnico de Pal Dardai parece establecido en la Bundesliga. La experiencia europea de este curso no ha sido muy positiva, quedando eliminados en fase de grupos de Europa League, pero ha servido para recuperar la ilusión de la grada. El próximo curso, sin embargo, se tendrá que conformar con disputar la competición doméstica, en la que la vieja dama ha quedado en un tibio úndecimo puesto. Aún es pronto para saber qué pinta tendrá el Hertha de la 2019-2020, aunque con casi total seguridad sigan siendo referencia sus tres estrellas. Hablamos del veterano ex del Chelsea Salomon Kalou, el talentoso mediapunta eslovaco Ondrej Duda y el tanque bosnio Ibisevic (10 goles en Bundesliga). El objetivo será volver a los puestos europeos y, a partir de ahora, hacerse con el cetro capitalino en los derbys que desde este curso van a animar y mucho el fútbol berlinés.
Porque esta efeméride a recordar la protagoniza un segundo en discordia, el Union Berlin. Pocos fuera de la República Federal se atreverían a contar algo de este desconocido conjunto. Sin embargo, su historia constituye un legado centenario aunque su denominación final provenga de 1966. Sin duda el gran agraviado de la escisión, pues su radio de influencia se situaba al este del muro y se encuadró en las Oberligas de la RDA, inferiores a la Bundesliga occidental. Eso sí, durante varias temporadas disputo la categoría más alta de la Alemania comunista. Aunque todo parece haber cambiado con el nuevo milenio para la eiser union (unión de hierro). En 2001 se colaron desde Tercera División en la final de Copa que perdieron ante Schalke 04. Este logro les ofreció la oportunidad de disputar una segunda ronda de Copa de la UEFA. Ése fue un éxito para los unionistas, pero nada como codearse con los grandes en su primera Bundesliga.

Comandados por el suizo Urs Fischer desde el banquillo, los berlineses quieren plasmar el esfuerzo de los obreros que nutren su afición, históricamente eran trabajadores del metal, en un buen año. Tanto es así, que los seguidores compraron el estadio para salvar económicamente al club, e incluso lo remodelaron desinteresadamente con sus propias manos. Pero las curiosidades no acaban aquí, porque cuando hay grandes citas, los aficionados se reúnen con sus sofás en el césped para ver los partidos. Un caso curioso desde el punto de vista social que ya ha asombrado a propios y extraños en todo el mundo. En lo deportivo, hay que destacar la presencia de un español, el central Marc Torrejón, muy castigado por las lesiones. El equipo, en el que juega el hermano de Toni Kroos, tiene como estrella a Sebastian Polter, el fichaje más caro de su historia, aunque el gol es cosa del tanque sueco Sebastian Andersson. De momento, porque se antoja una reestructuración profunda en la plantilla.
Aun estando a años luz de lo cosechado y el estatus de otras capitales del viejo continente, Berlín tiene motivos para la ilusión. La ilusión de contar con dos equipos en la Bundesliga cuando hace sólo seis años, por ejemplo, no tenía representación alguna. La ilusión de vivir un derby entre las dos grandes pasiones de la ciudad, con todo lo que ello conlleva. La ilusión de ver a un club tan ligado a sus aficionados como el Union Berlin en la élite. En definitiva, la ilusión de vivir un hito histórico que puede convertirse en la primera piedra para colocar a Berlín entre las grandes capitales futbolísticas del mundo.