Todo valencianista tiene grabado en su memoria una noche gélida pero muy mágica en Montjuic, el por entonces estadio del Espanyol. Aquella cita sucedió hace ahora 13 años, fue un 15 de diciembre de 2001. Esa fecha tampoco la podrá olvidar nunca Rafa Benítez, esa noche estaba a punto de ser destituido como técnico del Valencia, donde pocos meses después conseguía que los chés ganaran la Liga 31 años más tarde.
Antes del partido
Rafa Benítez llegaba al Valencia en el verano del 2001 presentando un curriculum poco ilusionante para la afición de Mestalla. El técnico madrileño había entrenado en las categorías inferiores del Real Madrid, había sido cesado en el Valladolid y en el Osasuna por malos resultados, y logrado el ascenso a Primera con el Extremadura (con el cuál descendió la temporada siguiente) y con el Tenerife.
Poco historial en grandes clubes para sentarse en el banquillo local del templo valencianista, pensaban muchos aficionados. De hecho, un consejero del Valencia (que representaba a la oposición de los que gobernaban por entonces el club) en esos momentos llegó a decir que «el único Benítez que conozco es el torero”.

Hay que recordar que aquel Valencia venía de jugar su segunda final de Champions League consecutiva, donde cayó dolorosamente frente al Bayern Munich. El listón estaba altísimo y Benítez llegaba después de que, desde el entorno del club se reconociese que Luis Aragonés, Irureta y Mané habían rechazado la propuesta de entrenar en Mestalla. Es decir, el técnico madrileño era la cuarta opción.
El inicio de temporada fue muy irregular, tras un buen mes de agosto y septiembre con victoria incluida ante el Real Madrid de Zidane y Figo llegaron los malos resultados y un juego bastante feo. El mes de noviembre fue pésimo con cinco derrotas consecutivas. En las gradas de Mestalla se empezaban a escuchar los silbidos y comenzaban a pedir un cambio en el banquillo. El Valencia se alejaba de la zona Champions y se quedaba en tierra de nadie.
Ese mes de diciembre iba a ser clave. Y no comenzó nada bien. El conjunto ché llegó a Montjuic tras caer en Riazor frente a un buen Deportivo de la Coruña. La imagen del Valencia en ese partido fue muy mala y muchos ya apostaban por la destitución de Benítez esa misma semana.
El partido mágico
Rafa Benítez salió con el siguiente once inicial: Cañizares, Curro Torres, Pellegrino, Ayala, Fabio Aurelio, Albelda, Aimar, Mista, Vicente, Rufete e Illie. En aquel Espanyol, entrenado por Paco Flores, jugaban hombres como Soldevilla, Roger o Tamudo. Las estadísticas eran demoledoras para los chés que llevaban siete meses sin ganar fuera de casa y no vencían en el estadio Perico desde hacía 11 años. Todo presagiaba una mala noche valencianista.
Roger dirigía a los catalanes con maestría provocando constantemente ocasiones de gol ante la portería de Santiago Cañizares. El Valencia apenas llegaba al área rival y parecía noqueado desde el inicio. Así llegaron los goles locales de Palencia y Alex Fernández. Este segundo al borde del descanso siendo toda una obra de arte.
Final del primer tiempo y 2 – 0 para los periquitos. Los visitantes se marchaban al vestuario hundidos y los consejeros chés presentes en el palco del Montjuic decidían en el descanso destituir a Benítez tras el partido después de ver la horrorosa imagen del equipo otro partido más.
Pero tras el descanso todo cambió. El equipo dirigido por Rafa Benítez salió enérgico en busca de la remontada milagrosa ante el frío invernal que se respiraba aquella noche en Barcelona. El Valencia comenzó a atacar sin mesura y consiguió su primer gol en el minuto 59. Seis más tarde ya habían marcado dos más remontado el partido.
Rufete, el actual Director Deportivo del equipo valenciano, realizó una de sus mejores actuaciones marchándose disparado por su banda y anotando dos de los tres goles visitantes. Muchos recuerdan el diablo que venía dibujado en su camiseta interior que mostraba en sus celebraciones. El tanto de la victoria lo anotó Adrian Ilie, un delantero rumano muy querido por la afición pero que no llegó a triunfar en Mestalla. Después de aquella mágica segunda parte la destitución de Benítez se esfumó.
Tras el partido
Aquella remontada dio un impulso al Valencia que ganó los dos partidos siguientes frente al Málaga en casa y en Sevilla contra del Betis. La afición creyó que este equipo podía hacer algo grande, y a pesar de los tropezones siguientes (una injusta derrota en el Bernabéu 1 – 0 y otra inesperada en casa frente al Valladolid por 1 – 2) se dejó de dudar de esa plantilla y sobre todo del líder de aquel equipo, de Rafa Benítez.

Y ya sabéis el resto de la historia…el Valencia del «dragón» Cañizares en portería, de la fortaleza de Ayala en defensa, del carácter de Albelda y Baraja en el eje, de la magia de Aimar, y de los goles de Mista, Angulo, Sánchez…y sobre todo, el Valencia de Benítez lograría la quinta Liga de su historia, tres décadas después. Y todo esto, gracias a aquella noche mágica en Montjuic, ahora hace ya 13 años.