No lo voy a negar. Fui de los que más se ilusionó cuando apareció en las noticias que Luis Enrique sería entrenador del Barça. Ya lo esperaba desde el año pasado. Pero tras dos meses de competición no sé bien qué pensar. Bueno sí, que quizá me precipité con tanta ilusión.
El Barcelona está a dos puntos del líder de la Liga. En la Champions va segundo, clasificado para octavos y pudiéndose jugar el liderato del grupo a final de mes en el Camp Nou. Puesto así todo parece muy correcto. Pero la realidad es otra muy diferente.
Cuando leo las crónicas del último partido contra el Ajax, tras las dos derrotas en Liga, hay dos frases que destacan sobre el resto. La primera es que «el estilo es innegociable» y la segunda es que «Messi está por encima de todos». Sinceramente, ni una frase ni la otra me dan ningún tipo de seguridad ni confianza. Ahora mismo estas palabras tan repetidas están muy vacías y da miedo ver cómo se aferran a ellas.

Luis Enrique llegó al primer equipo del Barça con más experiencia que Guardiola, pero con las ideas menos claras. Entre los entrenadores que más le pudieran influir para saber lo que es llevar el timón del Barça destacan Van Gaal y Rijkaard. Y entre la rígida libreta de Louis y la autogestión de Frank parece que ha optado por situarse muy por debajo de ellos. Guardiola le queda a años luz.
El estilo del Barça, que tanto se ha defendido y que es tan inamovible, ha quedado de la mano de Luis Enrique en un batiburrillo que se resuelve con un pase o incluso con un patadón (algo impensable en can Barça) hacia el tridente de ataque, esperando a que caiga en Messi, para que pueda combinar con quien sea y que le devuelva el balón para definir él mismo. La antítesis absoluta de un juego basado en el control y la elaboración que tanto defiende el Barcelona.
Estamos en noviembre. Tan solo llevamos dos meses de competición y ya han llegado las decepciones. Seguramente todo mejore, básicamente porque es difícil que empeore. Pero da pena ver a este equipo tan perdido, sin soluciones, con una sanción que le impide fichar hasta 2016 y unos dirigentes tan ineptos.