He tardado más de una semana en escribir sobre la final de Copa del Rey y tal vez ya incluso esté un poco fuera de lugar cuando la actualidad va devorando todo, pero es una deuda pendiente que tenía que saldar.
Es que, aun después de ver cómo el Rey entregaba la Copa a Gabi, la paseaban por Neptuno y la presentaban ante el público del Calderón, sigo sin estar del todo seguro de que aquello ocurriera de verdad.
Pero el Atlético ganó 2-1, al Real Madrid y en el Bernabéu. Y a los niños del Atleti ya no habrá que contarles que alguna vez se le ganó al eterno rival, o que en 1992 fuimos campeones de Copa en su estadio, más que nada porque los adolescentes no se creen nada de lo que les cuentan los mayores y la generación colchonera que nunca vio una victoria en un derbi llegaba ya a esas edades.
Fue un milagro. Los blancos se adelantaron, pegaron tres postes y entre Courtois y Juanfran salvaron otros tres. Pero es que Simeone es el patrón de los imposibles para este equipo. El Atlético fue campeón por su mentalidad, por tener un entrenador que trabaja como nadie el aspecto psicológico de las finales, capaz de decirles a los jugadores que son peores que su rival, pero conseguir que no se rindan.
Por el contrario el Real Madrid no creía en su jefe. Mourinho no tuvo la conexión necesaria con ese vestuario como para preparar una final y, a pesar de ser superiores, ese otro fútbol que tanto cuenta en las finales fue cayendo del lado rojiblanco. Cristiano y Mourinho acabaron desquiciados y expulsados y con ellos se fueron las opciones merengues.
Más de una semana y varios festejos después, aun parece un sueño. Desde luego, ocurrió como cualquier colchonero lo hubiera soñado. Pero fue real, y con esto y la clasificación para Champions el Atlético de Madrid rompió esa última barrera mental que le quedaba para recuperar la grandeza perdida con el descenso. Si por cuestiones económicas permanece lejos de Real Madrid y Barça, al menos ya destaca sobre el resto como alternativa principal.
Sin perder la ambición por seguir creciendo, este título debe ser una inyección de seguridad para un equipo que va enterrando en el pasado esa imagen tradicional y perjudicial de pupas del fútbol español.
Cuando eres testigo de ese 92, que se gano en el Bernabeu, esa copa del rey. Solo he deseado una cosa a lo largo de estos 20 años, que cualquier colchonero pudiese vivir eso mismo………….
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