Es curioso como el fútbol es capaz de hacerte pasar de héroe a villano, o de puta a monja como dijo un día de forma muy gráfica Joaquín Caparrós. Cuando el pasado fin de semana Dani Aranzubía supo que, por lesión de Courtois, le tocaba defender la portería del Atlético de Madrid en su partido contra el Almería seguramente recordó una tarde de hace casi tres años cuando entró en la historia de la Liga.
El 19 de Febrero de 2011 se disputaba en el Estadio de los Juegos Mediterráneos un importante Almería – Deportivo de la Coruña. Los locales andaban penúltimos, mientras los gallegos apenas respiraban unos puntos por encima de los puestos de descenso, donde finalmente caerían ambos equipos.
El partido corrió con dominio de los andaluces, que al inicio de la segunda mitad encontraron un merecido gol que les ponía en ventaja. La necesidad del empate fue haciendo al Depor subir líneas mientras el equipo local iba esperando a que expirara el encuentro.
No fue difícil para el Almería aguantar el débil envite gallego hasta el minuto 94. Con saque de esquina a favor del Deportivo, Aranzubía se decidió a subir al remate en la desesperada búsqueda de un valioso empate. El balón voló sobre el área local y…
Seguro que llevaba esa imagen en la mente el portero riojano cuando se volvió a poner los guantes en el estadio del conjunto almeriense, qué diferente fue el resultado.
Si aquel día Aranzubía rozó la gloria y salió casi a hombros, esta semana le tocó vivir un calvario y salir expulsado injustamente del terreno de juego.
Y es que el fútbol tiene estas cosas, mismo escenario, mismo rival, situaciones muy diferentes.