Han pasado casi treinta años desde aquel 24 de junio de 1990. A pesar de mis ocho años, recuerdo nítidamente el partido de ese día. A las cinco de la tarde, de una calurosa tarde en Turín, el balón empezó a rodar por la cuidada hierba de Delle Alpi. Sobre el césped, brasileños y argentinos se jugarían el pase a los Cuartos de Final del Mundial de Italia. Aún hoy, se sigue hablando de aquel partido.
Argentina, que cuatro años atrás se había proclamado campeona del mundo por segunda vez, había pasado a Octavos con dificultades. Perdió frente a Camerún en el partido inaugural por culpa de un grave error de Pumpido. El arquero del Betis, que años antes había perdido un dedo en un entrenamiento, no tuvo suerte en Italia 90. En el segundo partido frente a la URSS, se rompió la tibia y el peroné, diciendo adiós al campeonato. Los soviéticos perdieron 2-0 y Argentina terminó pasando como tercera de grupo tras empatar frente a Rumania.
El camino a Octavos de Brasil fue muy distinto: pleno de victorias frente a Suecia, Costa Rica y Escocia y dejando buenas sensaciones. Tras veinte años de sequía, la resurrección mundialista brasileña se atisbaba, máxime cuando solo dos años antes, habían logrado la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Seúl con un Romario estelar.
Así que, tras la primera fase, el clásico del fútbol sudamericano se disputaría en los Octavos de Final de un Mundial.
Alineaciones
BRASIL | ARGENTINA |
FELIX | Sergio GOYCOCHEA |
BRITO | Jose BASUALDO |
RICARDO GOMES (C) | Jorge BURRUCHAGA |
DUNGA | Claudio CANIGGIA |
ALEMAO | Diego MARADONA (C) |
BRANCO | Ricardo GIUSTI |
VALDO | Pedro MONZON |
CARECA | Julio OLARTICOECHEA |
MULLER | Oscar RUGGERI |
RICARDO ROCHA | Juan SIMON |
MAURO GALVAO | Pedro TROGLIO |
Carlos Bilardo (E) | Sebastiao Lazaroni (E) |
En el banquillo carioca aguardaban Romario, Bebeto y Mazinho, mientras que en el conjunto blanquiazul, hacían lo propio Sensini, Baldo y Calderón.
El partido fue un baño total y absoluto de la canarinha. El portero Goycoechea unas veces, los palos en tres ocasiones y la falta de puntería, privaron a los brasileños de un gol más que merecido.

Y pasó lo que tantas veces ha pasado en el fútbol cuando perdonas a tu rival, con el agravante de que éste en sus filas contaba con Diego Armando Maradona. A diez minutos del final, Diego la agarró en el círculo central, dribló a Alemao, se fue por velocidad de Dunga, por potencia y fuerza de Ricardo Rocha y, cayéndose, vio el desmarque de Caniggia y se la puso en bandeja para que el delantero argentino regateara a Taffarel y lograra el gol de la victoria albiceleste.
Pero este partido, que acabó al filo de las siete de la tarde de aquel caluroso 24 de junio de 1990, se reanudó catorce años después. El mismo protagonista que hirió de muerte al partido con una jugada espectacular, lo resucitó.
En una entrevista, Maradona aseguró que en aquel partido, cuando los asistentes argentinos salían a atender a algún jugador lesionado, le dieron agua con somníferos a los brasileños. Basualdo, jugador de aquella selección y años más tarde del Extremadura, confesó que la historia era cierta. Bilardo lo negó y amenazó al jugador con destapar una infidelidad cometida por el futbolista cuando todavía pertenecía a Boca Juniors. (Enlace de la noticia publicada en el diario El País en 2005)
La FIFA no quiso investigar lo ocurrido, Bilardo niega la mayor y Maradona sigue insistiendo en que algo hubo. Lo que realmente ocurrió, nunca se sabrá con certeza, pero la sombra de la duda siempre quedará perenne sobre este partido.
En el siguiente video se puede comprobar como sucedieron cosas extrañas con las botellas que traían en las neveras el médico y el masajista de la selección argentina. Lo que si está claro es que si pretendían mitigar las fuerzas de los brasileños, no lo consiguieron, ya que el partido estuvo bajo el mando carioca hasta que a Maradona le dio por jugar al fútbol.
De lo que no hay duda es que, una vez más, Diego Maradona hizo lo que mejor sabe hacer: jugar al fútbol. La jugada del gol es un derroche de cualidades: velocidad, potencia, fuerza, regate y visión de juego. Esa es la imagen que siempre quedará de este partido que enfrentó a dos rivales eternos en una calurosa tarde de junio de 1990 en Turín.