Munir El Haddadi abandonó la semana pasada la disciplina del F.C. Barcelona. El hispano-marroquí deja así el club que le ha formado, y donde no ha encontrado sitio, para continuar su carrera en Sevilla. Se vuelve a confirmar que el club blaugrana tiene un problema para encontrar un suplente de Luis Suárez. Y es que aquella figura del delantero revulsivo que revolucionaba un partido hace ya mucho tiempo que se perdió en este equipo.
Munir pasa así a engrosar una lista de jóvenes promesas que han caído bajo el peso del banquillo. Antes que él ya marchó el bueno de Paco Alcácer, quien triunfa en la Bundesliga en el nuevo Dortmund de Lucien Favre. Y antes de Paco se marchó Sandro a triunfar en Málaga. Y antes ya nos tenemos que remontar a Bojan.
Todos ellos cortados por el mismo perfil: delantero joven, no consolidado, que ha calentado mucho banquillo, que el público ha perdido confianza en él porque cuando sale a jugar parece que se le ha olvidado, y eso se nota cuando toca el balón. Y es normal. Son jugadores que necesitan entrar al campo con asiduidad, que necesitan conocer las dinámicas del juego y que han de desarrollar la seguridad suficiente como para darle la vuelta al marcador en un momento delicado, o al menos ayudar a ello. Porque esa es la función de un 9 suplente que vive a la sombra de un gran goleador: revolucionar el partido, cambiar las cosas, tener esa chispa y ese oportunismo que nadie más tiene.

Guardiola acabó con la figura del revulsivo. Echó a Bojan y se quedó con mediopuntas y jugadores de banda. Todo para arropar a Messi, quien por entonces ocupaba el puesto de falso 9. Ni el malogrado Tito Vilanova, ni el Tata, ni Luis Enrique, ni Valverde, han sabido recuperar la figura del 9 suplente. Se fichó a Luis Suárez y detrás suyo se abrió un abismo que nadie ha pensado en rellenar. Es un gran delantero, quizá de los tres mejores que ha tenido este club en los últimos 40 años, por su lucha, su entrega, su capacidad para marcar y para asistir. Pero cuando ese plan A no funciona, ya no hay nada más.
Es algo que no entiendo, porque ejemplos hay. Julio Salinas era el recurso de Cruyff cuando las cosas se ponían difíciles, incluso vivió a la sombra de Romario un año. Con Robson llegó Ronaldo y también llegó Pizzi. Kluivert y Saviola alternaron suplencias y titularidades. Luego llegó Eto’o, que se intentó primero encontrar ese 9 suplente con Maxi «la gallina» López, y se acertó de pleno con Larsson, el suplente ideal. Pero tras la marcha del sueco, lo más parecido a esta figura quedó en Gudjohnsen. Y a partir de ahí un montón de jóvenes promesas que han acabado en la hoguera.

Por lo tanto el perfil está claro. Jugador consolidado, con amplia experiencia, más cerca de los 30 que de los 20, que no suponga un gran esfuerzo económico, con olfato goleador o al menos con capacidad para facilitar el gol a los demás, inteligente, que sepa jugar bajo presión, que sepa lo que es ganar y conserve todavía esas ganas de ganar más, y con paciencia para esperar en el banquillo su momento, sabiendo que no viene a competir por hacerse con un puesto en el once inicial. Un jugador de esos que antes de llegar ya se sabe que será recordado, que será querido y admirado, que estará un par de años y que se ganará su rinconcito en la historia del club y en el corazón de la afición.
Puede que sea un perfil difícil, pero alguno hay. Seguro que a Ernesto Valverde le encantaría la posibilidad de traer a Aritz Aduriz. Luego podríamos hablar de Robin van Persie, Fernando Llorente, Mario Gómez, Wayne Rooney o Olivier Giroud. El que sea, me da igual, pero que recuperen la figura de un 9 suplente con garantías.