De sobra es conocido el papel de vergel de futbolistas que juegan año a año la Liga Adelante. En el segundo escalón de nuestro fútbol podemos encontrar a muchos jugadores que bajan en busca de un retiro digno, pero también puede ser el último peldaño para otros tantos en trayectoria ascendente. Jóvenes que llegan a la Segunda División con hambre de fútbol.
Normalmente están acostumbrados a jugar contra rivales de su edad y esta categoría puede servir como primera piedra de toque para medir su verdadero nivel. En campos donde germinarían las habas, en la fría Soria o ante centrales con más oficio que ganas de jugar al balón.
Pero sobre todo, esta Liga Adelante, la de este año en concreto, también es mirada con lupa por ser el acomodo de varios hijos de ex futbolistas. A todo futbolero, y sobre todo al que peina canas, le pica la curiosidad por saber si se cumplirá la expresión de tal palo, tal astilla. Alguno buscará el fracaso en comparativas paterno-filiales y habrá quien se alegre por ver al pupilo adelantar por la izquierda a su progenitor. Y si no, busquen en Google la noticia del día en que Arnor fue sustituido por su hijo Eidar en el día en que Islandia se apellidaba Gudjohnsen.
Si empezamos nuestro recorrido, ¿por qué no hacerlo desde el punto más fácil? Si hay un terreno abonado para los vástagos del balompié, ése es el de los filiales. Y este año la Liga Adelante sólo cuenta con uno, el Barça B.
Allí nos encontramos con David Babunski, un interior técnico con visos de superar la herencia paterna del central Boban Babunski. Porque el macedonio, que jugó en Grecia, Bulgaria, Japón, etc. Sólo llegó a disputar la Segunda División española con Lleida y Logroñés, mientras que David ya ha llegado a debutar con el primer equipo azulgrana. Y ojo, porque el centrocampista además se interesa por la política y está en la órbita de Podemos. Además, su hermano Dorian juega en la cantera del Real Madrid.

Adelantamos, nunca mejor dicho, líneas en el verde y nos encontramos con un asunto muy interesante en la delantera. Y es que Kenan Kodro está ganándose día a día los puntos que otorgan el título de líder ante una afición huérfana de ídolos, la de Osasuna. Criado en su San Sebastián natal (en aquel entonces Meho Kodro jugaba en la Real), una buena pretemporada a las órdenes de Urban le ha bastado para entrar en la rotación rojilla. Su único gol en esta Liga le dio tres puntos de oro a Osasuna ante el Tenerife en el último minuto. Lleva ya diez jornadas jugando, aunque siempre suela salir desde el banquillo como revulsivo.
Existen más casos, aunque menos relevantes. Carlos García ya sabe lo que es jugar en el estadio en el que lo hacía su padre, el Benito Villamarín. Julio García fue un central que, tras foguearse en el Recre, se hizo con un hueco en el irregular Betis de finales de los 80 y principio de los 90. Hoy, su hijo, internacional en selecciones inferiores, espera con impaciencia una oportunidad con los verdiblancos tras llevar años llamando a la puerta.
Y por otro lado está Marc Pedraza, al que le rodea una emotiva historia. Su padre fue Ángel Pedraza, ex jugador del Barcelona y el Mallorca entre otros. El otrora lateral de La Rinconada fichó a Marc cuando entrenaba al Hospitalet y éste se había quedado sin equipo. Meses después, la dupla padre e hijo se rompía con el fallecimiento del primero tras un cáncer. Ahora Marc es titular en el Numancia y seguro que se acuerda de su padre todos los domingos al pisar el césped de Los Pajaritos.

¿Será el fútbol una ocupación hereditaria, como la de los monarcas? Al ver a Romeo Beckham dedicarse a la publicidad, la idea se descarta. No obstante, sí podemos decir que en algunas ocasiones, los hijos de los futbolistas pueden tener la puerta un poquito más abierta que el resto. Eso sí, de que no se cierre tendrán que ocuparse ellos mismos con su maduración balompédica. Y si no, que se lo diga al rifle Pandiani, que apura su agonía futbolística con el empeño de colocar a su hijo en algún club al que le vaya este 2×1.
Claro queda que interés en el aficionado generan estas irrupciones de vástagos del balón, aunque como se suele decir, las comparaciones son odiosas. Por lo demás, esperaremos a que den sus primeras patadas los hijos de Cristiano Ronaldo y Messi. Ya que, si éstos son capaces de transmitir a sus émulos su competitividad, dará miedo verlos jugar a este deporte y por qué no, enfrentarse en una nueva rivalidad futbolística.