Según la leyenda, las columnas de Hércules son un mito de la antigüedad que separan geográficamente los continentes de África y Europa, dos mundos muy distintos entre sí. La columna norte se establecería en el peñón de Gibraltar mientras que la columna sur tendría dos posibles ubicaciones: el monte Hacho, en Ceuta o el monte Musa en Marruecos.
En fútbol, esa frontera imaginaria entre ambos continentes era aún más amplia y tardó mucho tiempo en cruzarse. Los primeros escarceos datan del mundial de 1934, cuando Egipto cayó en el único partido que disputó en dicho campeonato.
Ya en 1970, Marruecos obtuvo el primer punto de la historia mundialista de África al empatar a uno con Bulgaria. A pesar de perder los otros dos partidos jugados, ante Alemania Federal(1-2) y Perú(0-3), el continente africano daba el primer paso para cruzar la puerta y mostrar al mundo su progresión futbolística.
Sin embargo, dicha progresión sufrió un brutal retroceso en el siguiente mundial. Durante la disputa de Alemania 74, Zaire, primera selección del África negra en disputar una Copa del Mundo, cayó en sus tres encuentros sin anotar ni un solo gol. Escocia le venció por 2-0 en el primer encuentro. Luego, Yugoslavia la goleó con estrépito por 9 goles a cero. Tras este partido, corrió el rumor de que el presidente de la nación amenazó con que ningún jugador volvería a casa si se perdía por más de tres goles de diferencia en el último partido a disputar. Por si fuera poco, el rival era temible; nada menos que el actual campeón, Brasil. Los brasileños vencieron por 3-0 y salvaron la cabeza de los jugadores de Zaire.
Cuatro años más tarde, en Argentina 78, la selección de Túnez avanzó un poco más al conseguir la primera victoria, a pesar de estar integrada en un potente grupo. Comenzaron de forma inmejorable los tunecinos al derrotar a México en el primer encuentro por 3-1. Pero cayeron derrotados ante Polonia por 1-0 y tuvieron que jugarse la clasificación ante Alemania. A pesar de todo, el partido acabó con empate sin goles, lo que tampoco le valió a los africanos para hacer historia pasando la barrera de la primera fase en un campeonato del mundo.

Ese hipotético muro parecía que se iba a derribar en España 82, donde el continente africano dejó una estupenda imagen al universo futbolístico. Por una parte, la selección de Camerún se ganó la simpatía de bastantes aficionados gracias a su juego alegre y desenfadado, con el cual evitó ser derrotado en los tres partidos que disputó, con empates ante Perú(0-0), Polonia(0-0) e Italia(1-1). Sin embargo, los “leones indomables”, donde destacaban Thomas N’ Kono y Roger Milla, no pudieron acceder a la ronda de octavos de final al quedar terceros en su grupo.
También corrió la misma suerte Argelia, que contaba en sus filas con uno de los mejores jugadores africanos que he podido ver jugar, el crack Rabah Madjer. Los argelinos sorprendieron en su debut a la todopoderosa Alemania al ganar el encuentro por 2-1. En el segundo duelo, perdieron con Austria por 2-0 para volver a vencer en el tercer partido a Chile por 3-2. Pero uno de los momentos más bochornosos de la historia del fútbol se vivió cuando Alemania y Austria acordaron pactar el resultado de 1-0 a favor de los germanos, que clasificaba a ambos equipos. Como dato significativo, hay que apuntar que, a partir de entonces, FIFA obligó a que las últimas jornadas se disputasen el mismo día y a la misma hora.
Así pues, había que esperar otros cuatro años, al menos, para que se pudiese profanar, futbolísticamente hablando, la frontera delimitada por las míticas columnas de Hércules.
A México 86 llegó la selección de Marruecos con Zaki Badou como gran estrella. Los marroquíes habían quedado encuadrados en un grupo bastante fuerte, con rivales de la talla de Inglaterra, Portugal y Polonia. Pero el arquero Badou cumplió su trabajo a la perfección al permanecer invicto en los dos primeros encuentros, saldados con sendos empates a cero ante Polonia e Inglaterra. En el tercer encuentro, Marruecos derrotó a Portugal por 3-1 para, ahora sí, derribar la muralla que conducía hasta los octavos de final de una Copa del Mundo.
En esa ronda esperaba nada más y nada menos que la sempiterna Alemania, con un combinado donde destacaban nombres como Matthäus o Rummenigge. Precisamente, Lothar Matthäus anotó el gol de la victoria alemana a falta de tan solo tres minutos para el pitido final. En un Mundial con grandes porteros, como Pfaff, Pat Jennings, Schumacher, Bats, Shilton o Zubizarreta, el marroquí Zaki Badou fue condecorado como el mejor guardameta del campeonato.
Tuvieron que ser los “Leones del Atlas” los que consiguiesen echar abajo la hipotética puerta que separaba a África del Planeta Fútbol.
Y ahora en un fútbol globalizado,y en una cada vez mayor igualdad de recursos técnicos y económicos al alcance de las distintas federaciones,no solo despuntan naciones que son capaces de competir con el fútbol europeo y americano,incluyendo a EEUU,sino aportar jugadores de talla a equipos punteros de forma habitual.
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