El Barcelona actual es siempre capaz de ir un paso más en su desprestigio. Esta vez fue en casa de Osasuna, un equipo al que fue incapaz de dominar y que terminó empatando con absoluto merecimiento. Queda mucho trabajo por delante y lo más preocupante es que se empieza a atisbar que quizás no les dé ni poniendo todo de su parte.
Sorprendió la alineación en esta autodenominada nueva era. Umtiti, condenado al ostracismo, salió de titular. Esquema sin laterales producto de las bajas, Alba, y de la nula confianza, Dest y Baldé, junto con dos extremos bien abiertos. Todo parecía indicar un equipo que salía a dominar y a embotellar al rival. Lo cierto es que esto sucedió de manera tristemente esporádica. Dembelé siguió sumando argumentos para negarle una renovación muy al alza. Hecho éste que sobresale especialmente al ver la actuación del dueño de la otra banda y protagonista del encuentro.
Abde Ezzalzouli encara de manera casi compulsiva y lo más importante, en la mayor parte de las ocasiones logra irse de su marcador generando peligro y forzando amarillas. Es un soplo de aire fresco de un jugador que vino al Barcelona procedente del Hércules tras pagar 2 millones de euros. Eran los tiempos en los que el sistema de ojeadores del conjunto culé funcionaba como lo que es de esperar de un club de élite.

Sin embargo, poco más se puede sacar en positivo de un encuentro que deja moralmente más tocados, si cabe, a los de Xavi. Me pregunto si la figura del psicólogo sigue existiendo entre el cuerpo técnico porque de ser así tiene más trabajo que el propio entrenador.
En definitiva, las malas noticias siguen acumulándose en Barcelona. Quien escribe comienza a pensar que va a ser menos difícil ganar la Europa League que acabar entre los cuatro primeros. Aunque he de reconocer que es más bien un deseo que una verdad. La realidad es que el FC Barcelona está en la mayor crisis institucional de su historia y no parece que se vean muchos brotes verdes.
Amén,así es.
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