El juicio de Neymar, la demanda de la FIFA, la dimisión de Zubizarreta, la convocatoria de elecciones, Luis Enrique peleado con Messi, con Suárez, con Rakitic. El Madrid campeón del Mundialito de Clubs, un escudo más en su blanca camiseta y más manchas y escándalos en la entidad blaugrana…Este era el panorama del equipo culé a finales del mes de enero.
El seguidor culé veía con más ilusión la reconstrucción del equipo para dentro de las dos próximas temporadas, la sanción de la FIFA le impide fichar en período estival y en enero los saldos no son buenos fichajes, que los partidos que todavía le quedaban por jugar al FC Barcelona. Y de repente, algo cambió, Messi decidió que ya estaba bien de grititos en las ceremonias del Balón de Oro, de miradas retadoras, Rakitic asumió sus galones de mariscal, Piqué se esforzó por volver al olimpo de los mejores centrales del mundo e incluso Alves rejuveneció en el campo, que no en la calle donde sus atrevidos atuendos nunca faltan, asemejándose a lo que antaño fue.
Desde entonces hasta ahora el FC Barcelona está a punto de cumplir una temporada histórica. Fantástica ya lo es, está a solo tres partidos de coronarse como campeón de Liga, Copa del Rey y Champions. Permitidme que lo repita “Liga, Copa del Rey y Champions”. El triplete está cerca.
Mientras otros desde julio apuntaban al sextete pero el fútbol una vez más demuestra que lo que gana partidos es la calidad pero con esfuerzo y lucha, el sudar la camiseta y honrar, que no limpiar, el escudo. Brillante el equipo blaugrana pero históricos los componentes de la mejor tripleta del mundo.

Messi: quien a día de hoy niegue que es el mejor jugador del mundo y posiblemente de la historia, de mi historia futbolística desde luego lo es, es que no tiene ni idea de lo que es un balón. A día de hoy no hay ningún otro jugador con su ascendencia sobre sus compañeros, con la capacidad de dinamitar un partido, de generar aclamaciones y alabanzas entre entrenadores y jugadores, bueno la mayor parte de ellos. Messi es arte. En los primeros setenta minutos del partido de la semana pasada contra el Bayern, Lionel demostró que está a un nivel muy por encima de cualquier jugador actual, en los 20 últimos demostró ser uno de los elegidos por el don de hacer con una pelota lo que Miguel Angel hacía con un pincel. Sublime, repito, cuando decide que no es partido para dosificarse como el de ayer, no hay nadie que pueda estar a su altura.
Neymar: Robinho debe de sentirse súper orgulloso en alguna playa de Copacabana cuando recuerde la famosa frase de algún periodista “El Barcelona con Neymar ha comprado al doble de Robinho”. El doble no, es el triple de bueno. Lleva una segunda vuelta magnífica, sin dejar a un lado su estilo de juego, ahora suma una efectividad de cara a puerta y un esfuerzo individual aunando en lo colectivo que lo convierten en una pieza clave ya no solo del Barça presente, sino también de futuro.
Luis Suárez: fichamos a uno de los mejores goleadores y hemos descubierto que no solo golea cuando hace falta, sino que es letal a la contra y generoso en el pase, para nada tiene el instinto egoísta de los grandes goleadores y sobretodo está en el club ideal para su felicidad futbolística y familiar. Con fichajes como este están más que bien invertidos los 85 millones de euros, siempre y cuando estén hechos de la pasta del uruguayo, un hombre que no se queja porque no le pasen el balón, simplemente va a por él sin ningún miramiento.
Al frente a esta tripleta histórica se encuentra Luis Enrique Martínez, Lucho. Un entrenador que no cae simpático, que no da grandes titulares, que no es de elogio fácil, pero un entrenador que ha inoculado de nuevo, ha hecho renacer, el gen de la competitividad culé. Lucho fue el que apostó por Suárez, sabiendo que era un jugador que se podía llevar bien con Messi y Neymar a pesar de que el gran gurú culé clamaba por tanto gallo en el gallinero. Lucho fue el que convenció a Rakitic para cambiar su juego dinámico en el Sevilla por un juego de menos lucimiento personal pero de un esfuerzo clave para el juego culé actual.
Lucho decidió fichar a Mathieu, un fichaje que ha cumplido nada que reprochar en cuanto a las ganas del francés aunque me sigue pareciendo caro para su edad. Pero sobretodo Lucho ha sabido transmitir que el Barça debe de pensar en clave ganadora, lucho es una frase «que nos tengan miedo ellos». Esta frase, pronunciada tras el sorteo que nos emparejaba contra el Bayern, sonó a prepotencia en algunos sectores futbolísticos pero así es él, un tipo que defiende lo que quiere, que cree ciegamente en sus posibilidades y en las de los que están con él.
Pero Lucho no está solo, junto a él un equipo técnico que ha permitido llevar a la plantilla al momento clave de la temporada sin ningún lesionado, a tope mental y físicamente. Gracias Lucho, pase lo que pase en estos tres partidos, por devolvernos la ilusión, por permitir que miles de niños hoy lleguen a clase con su camiseta culé enfundada y con la cabeza alta porque, pase lo que pase, estamos orgullosos de vuestro esfuerzo aunque el objetivo como bien dices siempre solo sea uno: GANAR.