Parsimonia coral y escasa movilidad, esa combinación soporífera volvió a mostrar el Barcelona en su partido de ayer frente al Deportivo Alavés. Un partido resaca de la era Koeman. Un nuevo drama para el culé.
El Alavés no se sintió exigido en prácticamente ninguna fase del encuentro. La maravilla de Joselu en el gol viene precedido de un pasillo triunfal iniciado por Dest y Busquets, posteriormente secundado por varios jugadores más y culminado por un Ter-Stegen transparente. En la radio, un dato estremecedor, con el gol de Luis Rioja son ya ochos veces esta temporada en las que el rival te marca en la primera ocasión que tiene.
Por salvar algo del encuentro, buen papel de los interiores que volvieron a un esquema del Barsa en un intento por ser reconocible. Gavi intermitente pero con detalles de clase que lo hacen imprescindible. Especialmente bien estuvo Nico, llamado a ser mediocentro pero que ayer brilló abarcando más espacio hasta el punto de que terminó pidiendo el cambio por cansancio. El mismo que tiene cualquier aficionado que se sienta a ver a este Barcelona.

Lo malo el resultado que hace cada vez más complicado ya no entrar en Champions sino en Europa. Objetivo que está a punto de convertirse en principal. La realidad es que para clasificarse entre los cuatro primeros el tiempo se acaba. Y lo hace porque de todos esos equipos que están en un estado de forma espectacular (Betis, Real Sociedad, Sevilla…) tiene pinta de que más de uno va a estar en la pelea hasta el final.
Otra cuestión a poner en el balance negativo es el número de lesionados que cuentan ya por nueve (deseando que Kun pueda volver a disfrutar del fútbol). El que decidió echar al Dr. Ricard Pruna tras 25 años en el club se cubrió de gloria. No es de extrañar que Xavi quiera recuperarlo.
En el banquillo tampoco se puede pedir mucho ya que Sergi apenas ha tenido dos entrenamientos. Sin embargo deja algunos detalles que en mi opinión tienen un aroma a enchufismo vía presidente más que a méritos propios. Al lesionarse Piqué por ejemplo, perdió un cambio metiendo a Lenglet cuando lo lógico habría sido poner a Mingueza de central. De agradecer es que al menos en rueda de prensa por fin un entrenador del Barcelona hablara de fútbol y no enumerara una ristra de excusas cual pregón de Semana Santa.
Y con todo esto el martes a Kiev en búsqueda del milagro de seguir vivo en Champions. Con bajas y con un equipo que está muerto psicológicamente. Se puede ganar en Ucrania, sobre todo visto el rendimiento del equipo de Lucescu en el Camp Nou. Lo que parece claro es que jugando así el Barsa caerá en casa ante el Benfica. Aunque quizás ese ya sea un mal menor.
En fin, todo el mundo aguarda a Xavi y el primero que lo hace es el aficionado que no va al campo. Peor entrada en partido de Liga desde el año 2001. Lo dicho, lenta espera.
La pobre entrada de público es inequívoca señal de la desilusión y frustración del aficionado culé con el devenir de su equipo en esta temporada, y la escasa esperanza en poder disfrutar en directo de un buen partido del Barsa.Claro que también es reflejo de la resaca que está dejando la pandemia una de cuyas muestras es la pereza del aficionado en volver a los campos para ver presencialmente a su equipo.
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