Hace un año que se fue para siempre Miki Roqué. Es de obligado cumplimiento recordarle hoy de una manera más especial y emotiva. El de Tremp, siempre estará en la mente y el corazón de los béticos y de todos los que le conocieron.
Algo especial tenía que tener Miki cuando con tan sólo 17 años fichó por el Liverpool. Allí llegó a debutar en un partido de la Liga de Campeones. Tras estar cedido en el Oldham Athletic, el Xerez y el Cartagena, fichó por el Betis en 2009. En su segunda temporada como verdiblanco, Pepe Mel decidió darle la oportunidad de debutar en el primer equipo. Antes había estado convocado por Víctor Fernández, pero no llego a jugar. Su debut se produjo en Las Palmas, el 9 de octubre de 2010. Salió sustituyendo al lesionado Roversio. Desde ahí, se hizo un hueco en las alineaciones de Pepe Mel, llegando a disputar más de una decena de partidos como titular y logrando un gol. Se veía en Miki un central de futuro.

Sus condiciones eran espléndidas: alto, contundente en el juego aéreo, rápido y con una buena salida de la pelota. Se llegó a hablar en los medios de comunicación sevillanos que de seguir con esa progresión, sería un central muy aprovechable para la selección española. Pero todo eso se truncó por culpa de la maldita enfermedad. En su lucha contra el cáncer también fue un ejemplo.
Dicen los que le conocieron que siempre rebosó optimismo y confianza, incluso cuando la situación era irreversible. Quizá por eso su pérdida haya sido tan dolorosa. Hay gente que tiene carisma y que llega al corazón de los que le conocen. Miki Roqué es uno de ésos. Mucha culpa de todo ese cariño la tiene también la familia, que ha dado muestras de una entereza y una fortaleza ejemplar en todos los actos de homenaje a Miki.
No quisiera acabar este artículo sin dedicarles palabras de apoyo y ánimo a todas y cada una de las personas que luchan diariamente contra el cáncer y que, al no ser personajes públicos y famosos, no acaparan la atención mediática. No obstante, son igual de ejemplares e importantes.