A 3 puntos de ganar la Liga. Corría el minuto 53 de un partido un tanto aburrido en Mendizorroza. Piqué baja el balón con el pecho, le cae a Busquets que distribuye rápido para la subida de Sergi Roberto. El reconvertido lateral decide dar un plus de velocidad, hace una pared con Vidal, se cuela entre la defensa y filtra el balón al corazón del área. La deja pasar Suárez entre las piernas, y aparece Aleñá, que recoge el regalo y la coloca suave con la izquierda junto al palo. Gol. Un gol que vale media Liga. Acabó de cerrar el partido un penalti de esos que justifican el VAR.
El Barça lo ha vuelto a hacer. Acaricia ya con sus dedos la séptima Liga en la última década. El equipo catalán domina con mano de hierro el campeonato de la regularidad. Y todo ello gracias a un argentino que está a punto de hacerse con su décima Liga. Iguala de esta manera al mítico Pirri, deja atrás a Amancio, Santillana, Camacho, y a su amigo Iniesta, y amenaza a otro mito vivo del fútbol nacional como es Paco Gento, quien con sus 12 Ligas se resiste al empuje del rosarino.
Los grandes héroes del madridismo claudican ante La Pulga. Pocos pueden dudar de que en pocos años dará caza a Gento. Y no es impensable que lo supere. Aquellos que hicieron que el Real Madrid fuera elegido como el Mejor Club del Siglo XX ven desde lo alto de su Olimpo como un pequeño jugador, un pequeño genio, escala poco a poco, año tras año, para alcanzarlos. Inevitablemente, la historia del fútbol escrita hasta ahora en blanco impoluto se va tiñendo de blaugrana.

Messi camino de su décima Liga, el Barça hacia su Liga número 26, y Ernesto Valverde hacia su segundo título liguero. El txingurri se erige como un brillante gestor de jugadores. Se impuso a la pérdida de Neymar, a las terribles lesiones de Dembélé, a las críticas injustas, al peso de los millones de Coutinho… Y ha ido construyendo con toda tranquilidad un grupo de jugadores capaces de optar al triplete. Ha sabido mezclar el juego de combinación propio del F.C.Barcelona con la férrea disciplina de quien se ha curtido en campos duros, en equipos de recursos limitados. Ha sabido mimar a las grandes estrellas y, a la vez, tener una segunda línea preparada para cuando los primeros deban descansar. Ha sabido ligar el trazo del artista con la contundencia del guerrero. Y todo eso sin que casi nos hayamos dado cuenta. Grande Ernesto.