El próximo mes de junio se cumplen 30 años de una de las gestas más recordadas de la historia del fútbol. Una sorpresa muy difícil de reeditar, puesto que supuso que una selección eliminada para la fase final de un torneo, terminara ganándolo de forma brillante.
A Suecia… gracias a la ONU
¿Y cómo se llegó a tal situación? La respuesta, como suele pasar en estos casos en que se rompe la normalidad deportiva, se halla en la Política (o más bien en la falta total de la misma). Y es que una de las mejores generaciones futbolísticas de la extinta Yugoslavia, clasificada de pleno derecho a la cita a disputarse en Suecia, vio como su país se desangraba (y se desintegraba) en una guerra civil que marcó la realidad europea y mundial en los años 90.

La épica suele apelar a que los jugadores daneses estaban de vacaciones poco antes del torneo. Y que de forma inesperada tuvieron que hacer las maletas para ir a Suecia. No fue del todo así. En efecto, más de un miembro del combinado danés ya se había dado algún chapuzón, pero Dinamarca estaba avisada de que la situación podía darse.
A finales de 1991, la selección danesa había quedado segunda en el grupo clasificatorio tras Yugoslavia, justo cuando la guerra comenzaba. La UEFA, inicialmente, se desmarcó de las sanciones de la ONU contra aquel país, a la espera de acontecimientos. Es decir, ya en diciembre de 1991 Dinamarca sabía que, en caso de descalificación de los balcánicos, sería la sustituta en el torneo.
La confirmación llegó el 30 de mayo de 1992, mediante la Resolución 757 del Consejo de Seguridad de la ONU, que vetaba a Yugoslavia de la disputa de competiciones deportivas internacionales. En ese sentido, sí es cierto el hecho de que Dinamarca se clasificó para el torneo diez días (literales) antes de su inicio.
Primera fase: los nórdicos eliminan a dos selecciones históricas
La Eurocopa de Suecia fue la última disputada por ocho selecciones, encuadradas en dos grupos de cuatro. En el Grupo A, Dinamarca se enfrentaría a la anfitriona Suecia y a dos selecciones a priori potentes: Francia e Inglaterra. En el B quedaron Alemania (ya reunificada y con la vitola de campeona del mundo), Países Bajos (actual campeón de la Euro), Escocia… y la URSS (que tras su disolución meses antes pasó a competir como CEI, Comunidad de Estados Independientes).
En la primera jornada, Suecia empató a uno contra Francia en el partido inaugural, disputado el día 10 de junio en Estocolmo. Al día siguiente, Dinamarca empataba a cero contra Inglaterra. Todo quedaba igualado.
La segunda jornada se disputó en su totalidad el día 14. Francia e Inglaterra protagonizaban un gris empate sin goles, mientras que Dinamarca, aún con la pólvora mojada, perdía por la mínima ante Suecia.

Mención aparte merece que en esos momentos pocos veían en Dinamarca poco más que un convidado de piedra en la cita, clasificada de rebote, con su seleccionador (Richard Moller Nielsen) cuestionado y sin su estrella indiscutible, el por entonces jugador del Barcelona Michael Laudrup, que había decidido no tomar parte en el torneo por sus diferencias con el seleccionador.
Por si fuera poco, los daneses se jugaban el pase a semifinales frente a la Francia de Jean-Pierre Papin, un equipo que, si bien no estaba deslumbrando, se suponía por encima del nivel de los nórdicos en todos los pronósticos.
Puestos en ese contexto, el que Dinamarca eliminara a Francia gracias a su victoria por 2-1 en Malmö fue considerada toda una sorpresa. Henrik Larsen abrió el marcador antes de los diez minutos. En el 60 empató el mencionado Papin. Poco antes del 80, el 2-1 final lo logró Lars Elstrup, jugador del Odense. El mismo día 17 de junio, Suecia venció por idéntico resultado a Inglaterra. De ese modo, los dos combinados nórdicos eliminaron a franceses e ingleses respectivamente.
Semifinal: por penalties ante Países Bajos

El 21 de junio, la campeona del mundo, Alemania, se deshacía de la anfitriona Suecia por 3-2 en un intenso partido, disputado en Estocolmo. Todos pensaban en la reedición de un partido clásico para la final, toda vez que la Oranje se estaba mostrando intratable (con victoria por 3-1 ante Alemania incluida para cerrar la primera fase).
Pero el día 22 de junio, en el Ullevi de Gotemburgo, el fútbol tenía previsto otro desenlace inesperado. Otra gran semifinal, de poder a poder, entre dos buenos equipos. Y donde todos esperaban los Países Bajos para la final con más o menos claridad, Dinamarca no solo puso caro el partido, sino que selló su pase en los penalties, con un Peter Schmeichel (ya entonces portero del United) heroico en la tanda, parando un penalty decisivo a Marco Van Basten.
El partido había finalizado empate a dos. Henrik Larsen volvió a abrir la lata pronto, a los 5 minutos. Bergkamp empataría en el 23. De nuevo Larsen marcó en el 33. El 2-1 se mantuvo casi todo el encuentro hasta que Frank Rijkaard puso la igualada en el 88′. Aun así, Dinamarca no se amilanó, aguantó en la prórroga y pasó en penalties gracias a la citada parada de su portero.
Final: la gloria llegó ante Alemania

La fecha: el 26 de junio de 1992. El lugar: el estadio Ullevi de Gotemburgo. Los protagonistas: Alemania, flamante campeona del mundo, reunificada tras casi cincuenta años, y Dinamarca, sorprendente finalista, sin nada que perder.
Richard Moller Nielsen alineó a Peter Schmeichel en la portería, Lars Olsen, Torben Piechnik y Kent Nielsen en el centro de la defensa, John Sivebæk en el lateral derecho y Kim Christofte en el izquierdo; Kim Vilfort y John Jensen en la media, con Henrik Larsen un poco más adelantado. En la delantera jugaron de inicio Brian Laudrup y Flemming Povlsen. En el minuto 66 Claus Christiansen sustituyó a John Sivebæk.
Por su parte, Berti Vogts alineó a Bodo Illgner en la portería, cinco defensores (los laterales Stefan Reuter y Andreas Brehme y los centrales Jürgen Kohler y Thomas Helmer, con Guido Buchwald como líbero), tres centrocampistas (Mathias Sammer, Stefan Effenberg y Thomas Hassler) y dos delanteros (Karl-Heinz Riedle y Jürgen Klinsmann). En el descanso, Thomas Doll entró por Sammer y en el 80′ Andreas Thom sustituyó a Effenberg.
El partido se empezaría a inclinar del lado danés antes de lo esperado. En el minuto 18, John Jensen puso el 1-0 en el electrónico. Dinamarca supo atacar y defender, sobre todo lo segundo, ante las acometidas alemanas. Ya en el 78′, Kim Vilfort puso la sentencia a la final y al torneo con el 2-0.
Dinamarca conquistó así una Eurocopa para la que ni siquiera se había clasificado. Lo hizó además sin su mejor jugador y sorprendiendo a selecciones mucho más potentes a priori. Tras lo de Francia en primera fase y Países Bajos en semifinales, Alemania estaba avisada, pero también cayó. Aún hoy, tres décadas después, aquel triunfo sigue sorprendiendo en cierto modo, demostrando que el fútbol no admite pronósticos al cien por cien. Y ahí radica gran parte de su grandeza.
Efectivamente,lo he comentado varías veces,una de las mejores características del fútbol,una de sus grandezas es hacer posible lo imprevisible y plasmar con cierta frecuencia la parábola de David contra Goliat y esta del logro danés una de las más conocidas y alabadas.
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